Innovaciones para la autosuficiencia en maíz

  • Alberto Jiménez Merino

Los mexicanos somos hombres y mujeres de maíz. Consumimos en promedio 120 kilogramos del grano por persona al año. Tenemos una producción nacional de 19 millones de toneladas que se obtienen de 8 millones de hectáreas que anualmente sembramos.

Pero el consumo nacional de la población, la industria y la ganadería asciende a 31 millones de toneladas anuales, por lo que es necesario comprar en el exterior entre 10 y 12 millones de toneladas, para completar nuestro consumo. No somos autosuficientes en maíz y, en general, compramos del exterior casi la mitad de los alimentos que se consumen en nuestro país.

Necesitamos comprar casi un tercio de nuestras necesidades de maíz. Los rendimientos promedian apenas los 2mil 500 kilogramos por hectárea con la agravante de altos niveles de pérdida de suelo fértil y una grave reducción de la capacidad de retención de agua. China tiene ya el récord mundial de rendimiento, con más de 27 toneladas por hectárea, lo que ha logrado con el apoyo de un experto mexicano.

Por ello, en esta ocasión comparto con ustedes un conjunto de innovaciones que pueden ayudar a elevar la productividad del maíz, incrementar los rendimientos y la producción para obtener mayores ingresos. Innovar es hacer mejoras basadas en conocimientos, cosas nuevas que hagan la diferencia con lo que hemos hecho antes y así promover el desarrollo.

Lo primero es dejar de ver al maíz como un sinónimo de pobreza y creer, como muchos, que no es negocio. Nunca será negocio mientras sigamos cultivando a mano, vendiendo mazorca o grano sin ningún valor agregado, vendiendo al mismo tiempo volúmenes reducidos producto de parcelas muy pequeñas y mientras sigamos trabajando individualmente sin capacitación, asesoría ni técnica. El maíz tiene más de 2 mil usos.

La práctica tradicional de cultivo de maíz requiere de 8 mil pesos por hectárea para obtener 4 toneladas. La estrategia de alto rendimiento con agricultura de conservación requiere de 15 mil pesos y genera 11 toneladas. Las toneladas en el primer caso son de 2 mil pesos y de mil 200 en el segundo; la competitividad favorece a las segundas.

Pero esto requiere de una nueva cultura productiva y de nuevas políticas públicas, apoyos diferenciados, focalizados y suficientes. Al menos separar dos grupos, los de autoconsumo y los que producen excedentes. Los primeros son 80 de cada 100 y no producen ni siquiera lo que necesitan para comer a lo largo del año.

Los insumos aislados por sí solos son un apoyo al ingreso, pero no mejoran los ingresos. Sólo son pequeños ahorros que cubren algunas necesidades diarias. En el mejor de los casos, si surten algún efecto en el rendimiento, los únicos beneficiarios son los intermediarios.

La nueva forma de preparar la tierra, aflojando con cinceles el terreno, no barbechar, incorporar residuos de cosecha al suelo, evitar corrientes de agua y viento en la parcela y la adopción de la sembradora de precisión que caracterizan a la agricultura de conservación, son ahora las  innovaciones más importantes y la estrategia más valiosa para elevar la productividad en las zonas de temporal.

Definir metas de rendimiento, incorporar el análisis de suelo para saber con qué y cuánto fertilizar; incorporar abonos orgánicos y biológicos; seleccionar y utilizar  semillas mejoradas; quitar las malezas a tiempo; control integrado de plagas; secar los elotes para tener todo el año; conservar y guardar forraje para el ganado; aprovechar el totomoxtle y aprovechar tecnificadamente los rastrojos y pajas, para la alimentación de animales, puede significar que más de 130 mil campesinos poblanos alcancen la autosuficiencia y generen excedentes.

El Plan Nacional de Desarrollo 2012-2018 establece le necesidad de elevar la productividad. El Plan sectorial señala la meta de producir 8 millones de toneladas de granos en el 2018. Ya estamos trabajando para lograrlo.

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Alberto Jiménez Merino

Ingeniero Agrónomo. Exrector de la Universidad Chapingo. Trabajó como secretario en 3 administraciones estatales. Consultor FAO. Tiene 3 Doctorados Honoris Causa y 15 libros escritos. Candidato del PRI a la gubernatura 2019.