Beneficios de la Reforma Energética de EPN

  • Alberto Jiménez Merino

Si no se fertiliza no hay cosecha, los suelos también están desnutridos. La pérdida de suelo fértil en México se calcula en 540 millones de toneladas anuales. Los suelos se han empobrecido a tal grado, que su contenido de materia orgánica no alcanza ni uno por ciento, cuando lo ideal es tres y el máximo es de cinco por ciento.

Adicionalmente, se importan 2 millones de toneladas anuales de urea fertilizante, equivalente a cien por ciento del consumo nacional, con un sobreprecio de 85 dólares por tonelada.

México compra del exterior más de la mitad de los alimentos que consume anualmente. La superficie sembrada-fertilizada se ha mantenido estática, porque la fabricación de fertilizantes en nuestro país disminuyó desde 1997, cuando comenzó el cierre de las plantas productoras y se redujeron las operaciones de la industria mexicana. Parte de esto explica por qué la productividad del campo, especialmente en cereales, no se ha movido y por qué hay millones de familias sin acceso a alimentos suficientes.

Así también, la energía eléctrica constituye uno de los costos de producción más altos para los agricultores que utilizan sistemas de bombeo y riego; para los acuacultores, que deben oxigenar el agua para la cría de los peces; para los floricultores, que deben poner luz adicional a las plantas, para la floración, o para los avicultores, que durante el invierno deben alumbrar a las gallinas para compensar los días más cortos.

En los últimos años, el costo tan elevado de la energía ha empezado a generar conflictos sociales de consideración entre los agricultores y la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

Esta semana que termina, vivimos una toma de instalaciones en la delegación de la Secretaría de Agricultura, Ganadería Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) Puebla, en la que los mayores reclamos eran tarifas eléctricas y volúmenes de agua autorizados.

Por cierto, tampoco hay agua suficiente para las necesidades de la gente y no se pueden tratar las aguas residuales, porque el elevado costo de la electricidad no permite que funcionen las plantas de tratamiento que con tanto revuelo se inauguran.

Por estas razones, destaco la relevancia de la iniciativa presidencial de Reforma Energética, que con valor civil ha propuesto Enrique Peña Nieto, asumiendo los costos políticos inherentes que el caso produce.

En el sector agroalimentario se busca incrementar la producción nacional de fertilizantes y energía para que, al reducir sus costos, se tengan más alimentos a menores precios, derivando en un campo más productivo, incluyente y competitivo.

Esta reforma permitirá también desarrollar los biocombustibles, que no han sido impulsados porque siempre nos hemos considerado ricos en petróleo y la conducción monopólica de Pemex no había dejado que se impulsaran desde el Gobierno.

Etanol a partir de caña de azúcar, que hoy enfrenta problemas de sobre producción y bajos precios, biodiesel de higuerilla o jatropha y la obtención de metano a partir de estiércoles de granjas, son oportunidades que hemos desperdiciado, negándonos la posibilidad de revertir la contaminación, que ya nos ahoga en aire, suelo y agua y de paso elevar la productividad del campo y crear los empleos que México necesita para revertir la pobreza de millones.

Una superficie fertilizada incrementa en más de ciento por ciento su capacidad productiva. Al disponer de mayores cantidades de gas natural y amoniaco se podrán tener fertilizantes de bajo costo, accesibles para los productores en condiciones de pobreza.

Junto con la posibilidad de utilizar en mayor volumen el amoniaco anhidro directo como fuente de nitrógeno, los abonos biológicos combinados con los químicos y la agricultura de conservación como la estrategia más importante para elevar la productividad en zonas de temporal, no me queda duda que la productividad puede incrementarse considerable y rápidamente.

Por la posibilidad de obtener insumos más baratos para la producción agropecuaria y acuícola que garantice la seguridad alimentaria, energía eléctrica más barata para las familias mexicanas y el sector productivo en general, por la posibilidad de desarrollar los biocombustibles y las energías alternativas para elevar productividad y revertir el deterioro ambiental ¡Felicidades Señor Presidente!

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Alberto Jiménez Merino

Ingeniero Agrónomo. Exrector de la Universidad Chapingo. Trabajó como secretario en 3 administraciones estatales. Consultor FAO. Tiene 3 Doctorados Honoris Causa y 15 libros escritos. Candidato del PRI a la gubernatura 2019.