Las leyes del regreso del Priato

  • Juan Luis Hernández Avendaño

Se entiende por “Priato” al régimen político cuyo centro es un partido político hegemónico llamado PRI. Las leyes de telecomunicaciones parecen ser una muestra que el PRI se siente cómo siendo partido hegemónico y va por ello.

Pero el priato es forma y fondo. Es una forma de proceder. El viejo régimen se caracterizó por un partido en el poder que hace creer lo que No es, pero Es, y aquello que Es, pero que No es. Veamos la liturgia de este partido en su regreso a la presidencia. Durante el primer año de gobierno invirtieron capital político y mercadológico en anunciar a los cuatro vientos que habían regresado los salvadores que la patria necesitaba. Compraron buena publicidad en revistas internacionales y promovieron la idea de que los 20 años de parálisis habían terminado con la llegada de los que iban a mover a México: modernos, innovadores y eficaces. Pero con un serio problema, sin credenciales democráticas.

Algunos pensaron que el PRI al perder la presidencia en el año 2000 se convertiría en un partido periférico, pero la realidad suele ser siempre más surrealista. El PRI se refugió en los estados, construyó enclaves autoritarios subnacionales y desde ahí recuperó la Presidencia de la república sin que hubiera albergado en su seno algún gen democrático, alguna pequeña “mea culpa” de su pasado autoritario y represor, sin las características de una transformación democrática. Nada de ello. Regresaron a la Presidencia para seguir haciendo lo que saben hacer: simulaciones perfectas.

Las leyes de telecomunicaciones que se discuten este mes en el Congreso son el mejor ejemplo de esta suerte de política del camaleón. En 16 meses hemos visto al PRI aliarse con los partidos de oposición para sacar las reformas estructurales. Bravo!. El Pacto por México anuncia que México por fin entró al siglo XXI. Se construye una reforma constitucional en telecomunicaciones que le pega al duopolio, especialmente a Televisa, apostadora en las luchas del poder por Peña Nieto. También le pega al monopolio de Slim y contra viento y marea se logra un marco razonablemente democrático en el sector más propicio para hacer negocios entre políticos y empresarios.

Pero después de la zanahoria viene el garrote. Terminó el año del Pacto por México, de la transversalidad legislativa, de los buenos propósitos reflejados en la Constitución. Como buenos hijos y nietos de Carranza, los priístas pusieron lo mejor en la Constitución, para no aplicarlo en la realidad. Desde el gobierno se ha enviado una reforma secundaria en telecomunicaciones para hacer memoria, para reivindicar al ogro filantrópico, para deificar al priato. En pocas palabras, para regresar a la gobernabilidad autoritaria.

Las leyes del regreso del priato debilitan y torpedean al Instituto Federal de Telecomunicaciones, es demasiado independiente a los ojos del gobierno; recupera para la Secretaría de Gobernación la intromisión en materia de contenidos, como en los viejos tiempos; no hay asomo de un paradigma de medios públicos en los que claramente no creen; obstaculizan las posibilidades de los medios alternativos tales como las radios comunitarias e indígenas; aparecen sesgos regulatorios por doquier para disminuir los efectos de las reformas al duopolio o propiciar medidas asimétricas francamente ridículas, todo ello, en favor de los actuales grupos económicos preponderantes.

Como en el priato estamos viendo una película conocida, una telenovela con el mismo guión de siempre, con actores nuevos y no tan nuevos, pero siempre la misma historia. Pero la sociedad ya no es la misma. Esa sí que cambió. Las últimas dos encuestas nacionales sobre percepción del gobierno de Peña Nieto arrojan al unísono una franca reprobación. La gente no le cree al gobierno de Peña Nieto. Hasta ahora mucha imagen y pocos resultados tangibles para el ciudadano promedio.

En la reforma de telecomunicaciones están en juego los derechos civiles, las garantías individuales, la ampliación de derechos democráticos, la posibilidad de potenciar a actores alternativos en el campo de la información. De igual modo están en juego los derechos de los televidentes, los derechos de los consumidores en uno de los sectores más boyantes, los derechos de las audiencias. La lucha por el poder, la hegemonía política y la resistencia con alternativa atraviesan los medios, los nuevos medios y la perforación de los monopolios actuales. Por eso el parto democrático en este sector está costando mucho trabajo, por eso el viejo régimen se niega a morir.

La restauración autoritaria está en camino. La sociedad organizada tiene la última palabra.

+Politólogo, profesor investigador de ciencias políticas en la Ibero Puebla.

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Juan Luis Hernández Avendaño

Politólogo, director general del Medio Universitario de la Universidad Iberoamericana Puebla y profesor-investigador de Ciencias Políticas por la misma institución.