Incursiones electorales

  • Fidencio Aguilar Víquez
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Somos lo que hemos sido, escribe Ortega en un texto de gran calado, La razón histórica; todos y cada uno de los momentos, sucesos, acaecimientos, tal cual nos ocurrieron, conforman nuestro ser desde el instante de nuestro origen hasta este momento. Somos eso, ni más ni menos.

Al mirar esos campos recorridos de mi historia personal y de mi historia en las praderas electorales, ahora que he tenido que recordarlos, viene a mi mente ese día de principios de enero de 1997 en que Víctor Reynoso, entonces consejero electoral en Puebla del IFE, me invitara a ser consejero distrital.

Esa incursión me dejó una experiencia y, sobre todo, una sensibilidad que desde entonces veo como la entraña de los procesos electorales en cuanto a la materialización de su organización: la selección de los funcionarios de casilla, su debida capacitación para que el día de la elección puedan recibir y contar sin problemas los votos de los ciudadanos con derecho a ello, y la ubicación de las casillas para que no haya problemas de acceso y todo se lleve a cabo en tiempo y forma.

Fueron meses de intensa actividad, días con sus noches de absorción cuando se acercaba más la jornada electoral y, no exento de dosis política, el proceso electoral tenía sus tensiones, presiones y pretensiones; señalamientos, arrebatos, distensiones, en fin, todo aquello que se confecciona en una elección distrital para legitimar el acceso a un cargo de elección popular.

En el 2000, el año de la alternancia, me tocó ser presidente de casilla, cerca de mi casa. El día de la elección, con el material electoral en mano, me dirigí temprano, como marcan los cánones, a la escuela donde se instalaría la mesa electoral. Revisé las acreditaciones tanto de los otros funcionarios de casilla como de los representantes de los partidos políticos en el lugar de la votación; les recordé a éstos brevemente sus atribuciones y todo ese día hasta el cómputo final transcurrió sin sobresaltos. Como el chavo que quedó de pasar por mí no lo hizo, fui a mi casa a tomarme un café y vi en la TV los festejos posteriores a los datos que habían dado a conocer los medios respecto a encuestas de salida. Luego llevé el paquete electoral al consejo distrital y tantán ese día terminó al otro día, pasada la media noche.

En el 2001 tuve la responsabilidad de ser presidente del consejo distrital de Cholula; de nueva cuenta, lo que más absorbe en la organización y realización de un proceso electoral es la capacitación de funcionarios de casilla y la ubicación de los lugares donde se recibiría la votación. Esa historia la contaré algún día a detalle, pero en aquel entonces encontré una gran desproporción entre los recursos humanos y financieros de la administración central, y los que nos proporcionaban a los consejos distritales: mientras en una todo abundaba, en otros todo, hasta un lápiz, escaseaba. Ello me llevó en ese entonces a tomar la decisión de no colaborar más con la indolencia de esa administración central y controladora.

Del 2006 al 2012 formé parte del consejo general del IEE; las presiones, tensiones y pretensiones se incrementaron. Por ahí están mis notas y fichas de trabajo que fui tomando en todos esos años y que esperan días tranquilos para formar parte de una memoria detallada. En el 2012, el congreso del estado, junto a otros colegas, ratificó mi nombramiento por otro periodo más. De ahí a la fecha, mi incursión en estos lares electorales se ha tornado más madura y con mayor y mejor enfoque de tiempos, ritmos y circunstancias.

En todos estos años, en paralelo, la actividad académica y de investigación, si bien no con la misma inversión de tiempo pero sí con la misma actitud, ha ido avanzando; no sólo la UPAEP, sino otras instituciones me abrieron sus puertas para brindar cursos y seminarios, ora sobre filosofía, ora sobre política; sobre educación y sobre literatura se fueron ensanchando también mis horizontes. Y algunas revistas también me han abierto sus páginas, Xihmai, en particular, la revista de la Universidad La Salle de Pachuca, para publicar mis ensayos sobre la modernidad y sobre algunos autores que forman parte relevante del pensamiento contemporáneo.

Por otro lado, también somos lo que proyectamos, lo que queremos, lo que buscamos y anhelamos; somos lo que queremos ser. Y en ese horizonte es en el que ahora incursiono respecto al INE de próxima conformación. Sé que no es fácil, más en esos terrenos de gran complejidad y donde convergen múltiples factores. Además, hay personas muy preparadas y de mucha experiencia. Sin embargo, dado que por lo común hay intersticios, siempre es mejor estar ahí.

El comité técnico que evalúa a los aspirantes al INE está conformado por personas de mucho prestigio y de gran capacidad en sus áreas de conocimiento y que, además, tienen estudios e investigaciones sobre la política, la democracia, los procesos electorales y los asuntos públicos, o bien, experiencia política y electoral de mucho tiempo. Le está dando al proceso de selección objetividad y certeza para que sus resoluciones sean confiables.

En mi entrevista con los miembros de dicho comité, entre otros tópicos, me preguntaron sobre cómo veía yo la nueva relación entre el INE y los institutos electorales locales. Si bien aún no están definidos los tiempos ni los cómos, respondiles, será una relación de coordinación y coadyuvancia. Y que, el hecho de que muchos de los lineamientos de esa coordinación serán establecidos por el INE, despresurisará las tensiones políticas de las confecciones de las decisiones de los organismos locales y hará que el trabajo de éstos se torne más técnico y profesional, lo que, en suma, incrementará la calidad de la democracia, porque los organismos locales tendrán el argumento de que las decisiones sobre los eslabones del proceso electoral ya están establecidos desde el organismo federal, evitando meterse en discusiones y presiones a veces estériles y dedicándose más a la organización misma de la elección.

Por lo pronto, habrá que esperar con el horizonte abierto. Y con los pies en la tierra estaré listo para seguir sembrando.

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Fidencio Aguilar Víquez

Es Doctor en Filosofía por la Universidad Panamericana. Autor de numerosos artículos especializados y periodísticos, así como de varios libros. Actualmente colabora en el Centro de Investigación Social Avanzada (CISAV).