Las vocaciones y los servicios (Primera parte)

  • José Alarcón Hernández
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“Todo mérito queda oculto,

si no lo proclama la fama”

Publilio Syro

En concordancia con este título, me permito anotar esta cita que pueda servir de premisa: “En política generosidad y mezquindad no necesariamente son antónimos como tampoco lo son grandeza y pequeñez”.

Esta otra de Benito Juárez: “Libre y para mí sagrado es el derecho de pensar, la educación es fundamental para la felicidad social, es el principio en el que descansan la libertad y el engrandecimiento de los pueblos”.

Los seres humanos por excelencia, están dotados de una serie de capacidades y calidades, entre las cuales, las más importantes son: el raciocinio, la voluntad, la toma de decisiones, que con otras cualidades construyen sus vocaciones.

Las personas están llamadas al servicio, esto es, al trabajo que por aquellos dones le permiten redimirse y finalmente dar testimonio de solidaridad.

Estas características del desempeño humano se deben dar en la familia, en la comunidad y en general en cualquier grupo humano: la escuela, la fábrica, el ejército, la empresa, la organización deportiva, en los clubes y en las sociedades llamadas partidos políticos.

Ahora que hay nuevos ayuntamientos presididos por alcaldes, que los católicos tienen un nuevo Papa, que conocemos de los acontecimientos en Ucrania y en Venezuela, que recibimos la visita del presidente de Estados Unidos y el Primer Ministro de Canadá, vino a mí memoria una serie de recomendaciones que escribió el español José Martínez Ruíz, mejor conocido como “Azorín” en su volumen “El político”.

Azorín emitió una serie de máximas, específicamente para los políticos; yo pienso que son aplicables y practicables para todo género de personas: mamás y papás, directivos, militares, jerarcas, en fin, para todo ser humano. Azorín aconseja:

  1. El político ha de tener fortaleza. Cada persona requiere una naturaleza fuerte y firme para asumir y vencer los momentos críticos y amargos.
  2. La persona debe ser discreta. Esto cuesta mucho, la lengua es más frágil y más fácil de operar.
  3. En general hay que saber reconocer y corregir los errores. Los que dirigen están más obligados. Si así lo hacen verán crecer su autoridad, lo contrario anida el desprecio.
  4.  La persona debe practicar la paciencia. Es una de las cualidades más difíciles de ejercer. Casi siempre la soberbia la vence. Solo ejercitándose se puede adquirir esta cualidad.
  5. Otro principio: en el comportamiento cotidiano Azorín aconseja conservarse en el fiel de la balanza. Es necesario mantener el equilibrio, la ecuanimidad. Don Juan de Palafox y Mendoza afirmaba que las personas tienen dos oídos, uno para escuchar a una parte y el otro para oír a la otra.
  6. Es indispensable al ser humano conocer a las personas que le rodean. Solo hay conocimiento por el trato y por sus resultados. A cada uno hay que asignarle funciones según las habilidades conocidas y demostradas. Asignar tareas cuando no se conoce a la persona asegura fracaso.
  7. Es fundamental ser impasible ante los ataques. La insidia, por su propia naturaleza altera y encoleriza, por eso hay que actuar con gran parsimonia y tolerancia.
  8. El que manda debe ser siempre león y zorro. Esto equivale a decir que hay que ser fuerte y hábil. Fuerte como el león, astuto como el zorro.
  9. Los mandos altos y medios también deben poseer otra cualidad: la entereza. Esto es, tiene que ser afable y bondadoso sin que los otros le ofrezcan a cambio confianza y familiaridad que destruyen la relación.
  10. Siempre es importante innovar con orden. El político o el que tiene mando no debe caer en la “destrucción” por su “innovación”. Tal vez el justo medio sea la solución.
  11. El mandante debe leer previa selección sus lecturas, no pueden ser demasiadas o muchas ni pocas. Ni tanto que empalague ni poco que enseñe el cobre.
  12. A todos les es indispensable saber escuchar. Esta es una de las prácticas más difíciles. No es fácil hablar bien y aún es más difícil escuchar con atención. El político especialmente debe estar sosiego y escuchar cómo se debe, hay que dejar que los otros expongan sus razones y no hacer expresiones gesticulatorias que apresuren su versión.
  13. En la interlocución el político y el que manda siempre debe expresar serenidad en su semblante. Esto permite acreditar confianza y construir soluciones. Lo contrario echa a perder el diálogo. 

En otra oportunidad le compartiré los otros dicterios de Azorín. Por ahora concluyo con estas dos citas:

“El lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras parezcan verdades, que el asesinato parezca respetable, y dar al viento apariencia de solidez”: George Orwell

“El cambio es ley de vida, cualquiera que sólo mire al pasado o sólo mire al presente, se perderá su futuro”: John F. Kennedy

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José Alarcón Hernández

Lic. en economía, con mención honorífica. Diputado Local dos veces y diputado federal dos ocasiones. Subsecretario de Educación Superior de la Entidad y Subsecretario de gobernación del Estado. Autor de 8 libros publicados por la Editorial Porrúa. Delegado de la SEP Federal en el Estado. Actualmente Presidente del Colegio de Puebla. A.C.