De los dineros públicos

  • Fernando Rojas Cristerna

Dinero y obras, mucho dinero y muchas obras, son los elementos que habrán de cambiar las cosas que suceden en este país. Esta es la tesis que sostiene la clase gobernante, ya sea del ámbito federal, estatal o municipal para resolver la gran problemática social en que se encuentra nuestro país.

Desde luego que nunca harán referencia al elevado costo que sufrirán la gran mayoría de los  ciudadanos cuando ese dinero se recaude de elevados impuestos descontados de la nómina o  de cobros especiales como pagos de tenencias, luz, agua, cambio de placas, incremento a las gasolinas o alguna otra forma que se les ocurra; todo esto mientras una minoría representada por unas cuantas familias concentra la riqueza del país en sus manos sin que se les imponga una carga fiscal justa.

Si esta tesis fuera cierta, los coahuilenses ya estarían más allá del bien y del mal después de las "inversiones" millonarias durante el gobierno de los Moreira, o que decir de Tabasco con sus Granieres, o Chiapas con Sabines, y Puebla con los Marín y los Arango y García Ramírez; o en el resto de los estados donde se ha abusado de los recursos públicos para beneficio de quienes lo han "administrado".

Con esta tesis los gobernantes nos quieren convencer que cualquier problema puede ser solucionado, como es el caso de Michoacán donde se invertirán según esto  46 mil millones de pesos que deberán sumarse a sus 57 mil millones que ya le habían sido presupuestado; o también del municipio poblano donde el nuevo alcalde prometió una inversión jamás vista en su historia, pero además acompañado de la facultad de asignar contratos sin pasar por acuerdo del cabildo.

La forma en que se distribuirá el recurso será a través de obras faraónicas como puentes, carreteras, grandes unidades hospitalarias, miles de becas, programas contra el hambre etcétera, etcétera, sin contemplar impactos ambientales o sociales y peor aún sin contemplar prioridades solo asignándolas a criterio personal.

Desde luego que todo estaría bien si fuese acompañado de una vigilancia estrecha del manejo del recurso, y de esquemas de transparencia que evitara el desvió de los mismos, así como de penalidades más severas en el caso de los funcionarios corruptos.

Lamentablemente la historia será la misma de siempre, seguramente una vez que haya terminado la gestión del gobierno en turno, seremos testigos de un desfile de nombres que salieron de pobres o de ricos que se hicieron más ricos, triste historia recurrente que nos sigue como maldición gitana.

Por otro lado las estrategias para combatir la pobreza continuarán limitándose al simple asistencialismo, con los lamentables resultados de sumisión y dependencia social en miles de pobres que quedarán sujetos a la compra de votos en los futuros procesos electorales.

Así que estas obras anunciadas, ni en Puebla, ni en el país nos sacarán de apuros.

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