El rezago social como signo en Puebla

  • Juan Manuel Aguilar

Con motivo de las ceremonias protocolarias que marcan el inicio de las nuevas administraciones municipales en el estado de Puebla,  los medios de comunicación dieron cuenta del reiterado anuncio en ciertos eventos que tuvieron oportunidad de cubrir, que se iniciarían acciones para el combate a la pobreza.

Es tan evidente la magnitud del problema en todo el territorio poblano, que ahora la pobreza podría convertirse por los meses que vienen, en la muletilla argumentativa alrededor del discurso político local. Parecería que hasta el día 15 de febrero de 2014,  el asunto del “combate a la pobreza” era tan sólo un concepto que por ahí se había omitido y que ahora con unos cuantos millones de pesos en obra pública quedará resuelto.

Me atrevo a pensar que esta realidad social, no ha sido suficientemente analizada por la administración pública local como para acertar a resolver el problema que implica. Es demasiado aventurado asegurar sin equivocarse pronto, que construyendo (con deuda pública) más puentes y cambiando concreto asfáltico de las calles por concreto hidráulico en la zona metropolitana de la ciudad de Puebla se acabarán los pobres en el Estado. Quiero decir con esto que si no se conocen las causas que provocan la pobreza de los residentes de cada municipio, cualquier gasto público por alto que sea, servirá para cualquier cosa, excepto para reducirla.

No hay duda alguna: Existe una contradicción entre la propuesta de política pública de los últimos años  y lo que reflejan los hechos convertidos en realidad social de rezago.

En alguna ocasión aquí se consignaba que el INEGI  registra que entre los años 1989 y 2013, los ingresos del Estado de Puebla sumaron más de 567 mil millones de pesos y que los periodos administrativos que más recursos obtuvieron fueron los de los gobernadores Bartlett con 32,013.5 mil millones de pesos; Morales con 133,067; Marín con 252,700 y más de 150,000 (sin considerar la deuda pública) en los tres primeros años de la presente administración.

Puede advertirse que a pesar del aumento tan importante de ingresos en cada periodo de la administración estatal, el número de pobres que residen en Puebla no se ha reducido, sino que ha aumentado tal como lo reporta el CONEVAL. Es decir, el ejercicio de mayor gasto público no ha demostrado una correlación con la superación de las condiciones de pobreza en los municipios poblanos más rezagados en los últimos 30 años. La pobreza no es, por tanto, un asunto que se resuelva linealmente con más dinero en obras públicas y mucho menos en un trienio sino con más compromiso político en la planeación, más apertura al conocimiento e imaginación y fundamentalmente, con participación social local.

Una propuesta estratégica sería identificar y caracterizar los valores de las relaciones entre las comunidades y sus recursos naturales en los municipios considerados más rezagados en el estado de Puebla, para explicarlos con suficiencia y amplitud tal, que permitan de manera lógica la generación de un una propuesta razonable y consensuada de política pública que ayude a revertir la situación no deseada, encaminándola a un horizonte de sustentabilidad y justicia social. En otras palabras, descubrir por qué una comunidad es pobre en cada municipio y qué es necesario cambiar para ayudarles a salir de esa condición.

Por supuesto que es una tarea colosal, pero no lo es tanto como la gravedad del problema social, económico y ambiental que enfrenta la mayor parte de los residentes en todo el territorio poblano. Probablemente existan en la academia u organizaciones de profesionales o especialistas poblanos, otras propuestas de gestión del problema las cuales merecerían conocerse, analizarse y hasta confrontarse o armonizarse, para generar nuevas políticas públicas.

Hay otros caminos fáciles que también pueden adoptarse desde la plataforma de la función pública: Uno de ellos es mantener la histórica y fallida línea de política de hacer del “Combate a la pobreza” el signo argumentativo favorito para justificar el gasto público sin mejora de los indicadores de rezago social. Otro más es resolver el problema desde el escritorio; es decir, sólo ajustar la forma de interpretar y difundir el comportamiento de los indicadores de rezago, para simular que se avanza. Salvo mejor opinión suya, respetable lector, me parece que ambas opciones son por su propia naturaleza, tan deleznables como inaceptables.

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Juan Manuel Aguilar

Consultor independiente e Ingeniero en Ecología. Cuenta con una maestría en Estudios Regionales de Medio Ambiente y Desarrollo, y es Doctor en Medio Ambiente y Territorio. Ha sido Presidente del Colegio de Profesionales en Medio Ambiente y Desarrollo, A.C., Secretario Ejecutivo del Consejo Estatal de Ecología del Estado de Puebla e integrante del Consejo Ciudadano de Ecología del Municipio de Puebla.