Lalo Rivera, de verdugo a víctima

  • Carlos Macías Palma
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El presidente municipal de Puebla Eduardo Rivera Pérez hoy (y durante su trienio) ha sido víctima de lo que alguna vez fue. Pasó de borracho a cantinero, de verdugo a víctima, por decirlo de manera coloquial. Ese aguerrido panista opositor, ese guerrillero urbano de la política, ese luchador intenso contra gobiernos priistas, ese guerrero de la derecha, ese soldado de Dios dispuesto al sacrificio en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, ahora es blanco de ataques de todos los actores de la justiciera sociedad poblana.

Formado académicamente en la Upaep, con una doctrina católica, apostólica y poblana a cuestas, con un radicalismo a ultranza, con un amor a su partido y un odio desquiciado al PRI, el joven Eduardo Rivera Pérez era una especie de Frankenstein del neopanismo encabezado por Francisco Fraile, un moustro devorador de priistas. Más allá de ser opositor al régimen tricolor, Eduardo, Lalo, fue un verdadero kamikaze digno de una película, que vivió sus mejores momentos durante el tiempo que Manuel Bartlett gobernó Puebla y luego en el marinismo.

En aquellos tiempos, los de su formación, Eduardo Rivera Pérez ya tenía madera de opositor. Críticaba, cuestionaba, perseguía, manipulaba, de todo hacía la joven promesa del frailismo y del panismo y del yunquismo. Fue un verdadero dolor de muelas (h…) para Bartlett, para Marín y para el PRI.

Al ex gobernador y ahora Senador por el Partido del Trabajo lo seguía todos lados. Una ocasión se paró a la salida de un evento nacional y acompañado de no más de dos personas levantó una pancarta que reclamaba no se qué, pero que provocó ser noticia en el periódico El Universal. Finalmente, esa era su misión.

Ahora, al final de su mandato como presidente municipal de Puebla, Rivera sufre los embates de la oposición protagonizada por los regidores del PRI y los generales y soldados del morenovallismo. No se podía esperar menos del papel de los regidores priistas, quienes aparecieron al menos en una última semana del trienio, negándose a aprobar las cuentas públicas en el Cabildo, que para fines prácticos sirve para maldita la cosa.

Pero bueno, el caso es que las circunstancias de la política hoy ponen a Eduardo Rivera en una posición incómoda, pues la oposición hoy lo cuestiona, lo hace padecer, lo arrincona, lo exhibe públicamente y le advierte que la política no es como su gobierno: parsimonioso.

Para Eduardo, lo que ayer fue su legítima lucha, hoy es su legítimo pesar.
 
El Verdugo

Hace dos semanas presentaron a René Juárez Cisneros como delegado regional del PRI. El evento fue en  Puebla, entidad que se supone viene a rescatar de las garras del morenovallismo. El Verdugo dice: eso creen.

Gracias.

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@cmaciaspalma

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