Festival Internacional de Teatro Puebla Héctor Azar 2013

  • Elvira Ruiz Vivanco
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En su tercera edición, este festival de arte teatral ha generado un creciente público cautivo para las artes: escénicas, performativas, espectaculares y, en sí, para el arte dramático. Pues, la realización de las múltiples acciones culturales y artísticas que integran encuentros como este, permiten conocer otras miradas y procederes creativos de estructuración escénica. Se comparten lenguajes. Hay diversidad en la oferta espectacular, por eso crece la audiencia que cada día abarrota los espacios de representación. Esto, gracias a la sinergia interinstitucional: CONACULTA, Gobierno del Estado de Puebla – CECAP, Gobierno Municipal – IMACP; más la UDLAP y la BUAP.

Foto Agencia Enfoque

Los niños como destinatarios de los productos de arte, transeúntes de las veredas culturales, son la población que hay que cuidar. La infancia como oportunidad para hacer sostenible la coexistencia en nuestra tierra, es un tema que comienza a gestar línea, para involucrar al público infantil a las historias puestas en escena. Este es el caso del interactivo espectáculo de Australia e Italia, Saltbush Children’s Cheering Carpet, cuya multimedia proyectada sobre un piso-pantalla en el escenario, al cual se subió una estructura de gradas donde sentaron a los niños involucrados al montaje de: danza moderna, narración oral, canto, sonidos electro-acústicos e imágenes animadas. Más que una anécdota dramática, la narradora compartió un relato sobre una comunidad de aborígenes australianos y su confrontación con la urbe. Viaje al que invitaron en distintos momentos a los niños, para que interactuaran con lo más atractivo de esta propuesta, el diseño audiovisual. La traducción a la par del inglés al castellano y la posición de la gradería a nivel de proscenio -la cual también se pudo haber colocado al fondo, sin modificar en nada el trazo o, las entradas y salidas de los ejecutantes-, además de que pudo integrar a más público, tal vez no hubiera generado ese vacío entre el hecho escénico y el público salpicado en palcos. Platea y luneta, quedaron vacíos. Y se trata de que el mayor público posible disfrute de las obra ¿no?

De nueva cuenta vimos la congruencia en el sostenimiento del tono dramático y la simbiosis verosímil, genuina, de los lazos significantes al interior de una familia -concepto que tanto se ha trastocado en estos años-. Claudio Tolcachir es el director y dramaturgo que trae de Argentina su EMILIA. Coproducción de TEATROTIBRe4, Fundación Teatro a Mil – Santiago de Chile, Centro Cultural San Martín – Buenos Aires y Teatro Pubblico - Pugliese Italia. Esta agrupación surgió en 1999, en 2001 generó su propio espacio, Timbre 4 para sus investigaciones, entrenamientos, exposiciones, y para formar a más actores mediante la interdisciplinariedad.

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Emilia, la niñera, la madre, la mujer, la abuela, la acompañante; conmovedoramente interpretada por Elena Boggan, se reencuentra con su adorado niño perenne, el corpulento y muy sensible Walter, profundo personaje que desea sostener a su “familia”, a su hijo amado Leo –encarnado con frescura por Francisco Lumerman-, del cual, él, Walter, es más padre, porque lo cuida, porque lo cría y lo acompaña, lo procura en la enfermedad o en su gusto por la música. Walter quiere mantener consigo a su mujer Carolina –representada por una acertiva Adriana Ferrer-, a quien adora. Su amor por ella, por tenerla a su lado para siempre, puede orillarlo a mudar de casa o de vida. Tolera incluso que llegue su rival, ex pareja de Caro y padre de Leo, Gabriel –como un efectivo contrapunto interpretado por Gabo Correa. Lo que desata el trágico final de esta pieza dramática, es lo insoportable del abandono, del no lugar, cuando recién se desempaca en una casa nueva. La carencia de reconocimiento, de atención de los seres amados como detonador de fracturas, que tarde que temprano darán muestra del estallido de los acallados, fantasmáticos, ecos pletóricos de subjetividad.

Con este montaje, Tolcachir da una prueba más de su incisivo sentido inter y subtextual, del silencio que pesa, porque en el no decir habita la furia maldita que vuelve al núcleo familiar, el caldo de cultivo del malestar, de los rencores más recónditos que retornan y se reiteran con caras distintas. La dialógica dramatúrgica como vía del tren de los recuerdos que regresan a golpear en el presente. Circunstanciación que te devuelve como bofetada todo lo que no se acomodó en tu infancia, lastre que te atora, aguijón que busca su poro, para inocular el veneno de lo que en su momento no se solventó.

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El griego Stamatios Efstathiou presentó en su conferencia el mediometraje: ENERGIA Project 2012 propuesta intercultural que da cuenta de su modo comunitario e integral de trabajo creativo. Predomina su búsqueda de la verdad más que una ejecución técnica virtuosa. Sus andares por distintos pueblos y sus estaciones en un casco de hacienda o en zonas rurales de países varios, nos recordó el modus operandi de una de las etapas de Eugenio Barba. En este pedagogo y creador de escena, se rescata su foco en la autenticidad de cada uno de los integrantes de su familia-compañía, como personas, antes que como dramatis personae o performers. Conviven, comparten formas de vida, se entrenan, cantan, danzan, indagan, crean conjuntamente y ofrecen sus procederes, sus hallazgos. La humilde dadivosidad de Stamatios, conmina a una búsqueda más espiritual de transitar los intervalos entre la situación de representación y la búsqueda del sujeto de la acción, que primero trabaja consigo y su instrumento, y luego propone material para el armado coral, comunitario, popular. Encuentra en los cantos antiguos, las resonancias del alma de lo que gusta vibrar con las poblaciones visitas. En esta línea tonal irá desarrollando su taller de Teatro Físico. Percibir al otro, estar más sensibles y conscientes a lo que acontece en la inmediatez de la exploración, sin soslayar los resortes del fuero interno, a decir, aprender a construir, a recrear en comunidad, cual eco del coro griego.

ELEVATE dirigido por Nick Power con Stalker Theatre de Australia, es el espectáculo más programado de todo el evento, con 12 funciones en el Zócalo. No es “teatro de calle”, aunque se presente en un espacio público. Este número se compone de secuencias de baile urbano tipo break dance & hip-hop, pulsadas, acrobacias en plano vertical hechas con una escalera movible, más caídas y recuperaciones. Tiene su fin en sí mismo. ¿Por qué tanto cartel en un Festival Internacional de Teatr0? Obvio, lo circense, performativo, lo espectacular pues, tiene mucho impacto en la audiencia, pero, ¿por qué 6 días con funciones dobles a quienes no son precisamente lo mejor de toda la programación?

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Tropezón de Tato Creaciones Escénicas de Brasil conmovió con el minimalista relato sobre una pareja de ancianos, bellamente efectuados, con los puños derecho e izquierdo de quienes les dan alma y voz, una pareja conectada en su dialógica de producción vocal, que sintetizan en sus mínimos rangos de estructuración y producción, su propuesta micro-teatral. El final es bonito y triste. La iluminación “natural” con la luz de los pabilos de las delgadas velas, le dan un toque poético e íntimo, que involucra sensible, ritualmente al público. No se permitió la entrada a los niños. Sin embargo, la sutileza de las transiciones y la suavecita progresión dramática, puede conminar al público infantil a otra percepción de lo creativo. Fuera toda saturación, sencillo y muy humano. Una iluminación “Rembrandt” que con poquito le devuelve la magia a lo teatral.

Compagnie Akisun de Francia presentó VOYAGE una mezcla de pulsos vernáculos, citas con pretensión ritualista, diálogos en francés, castellano y alemán, con su correspondiente subtitulaje. Híbrido que va de una casita en el norte de México a un condominio en Francia, espacios dramáticos montados en el espacio escénico, dividido entre Europa y América. El fantasma de un abuelo que se le aparece en los sueños o como eco a su nieto, quien está de novio con una joven francesa. El muchacho se va a Francia, rebasa los vericuetos de la asfixia burocrática para conseguir una visa y legalizar su estancia en otro país, en el que por las diferencias de la lengua, de los usos y costumbres, de lo insípido o colorido de uno y otro país; siempre será mirado como un “extranjero”. Se toca de ladito el tópico de la migración y se corea el estribillo: “hay que volver al lugar donde se enterró nuestro ombligo”. Este pastiche que, ora parece simbolista, luego onírico-surrealista, con elementos naturalistas y el subrayado en lo teatral con las máscaras y lo que se “baila” y se canta. La música en vivo que, o eclipsaba la escena, o resultaba ornamental, como el piano en el departamento francés. Esta obra no fluía, resultó tediosa y como gastada. Luego, cada intérprete con un estilo de enunciación discursiva muy distinto. Aburrida, larga y rara fue “Vogaye”.

Tambores sobre el Dique (Francia, 2002) dirigida por la connotada teatrista Ariane Mouchkine y la prestigiada escritora Héléne Cixous, además de la precisión técnica y la agudeza estética de la Tropa del Teatro del Sol; esta película teatral, retrata un drama instrumentado con musicalización y animación en vivo de las marionetas clásicas japonesas. Esta pieza facturada finamente con títeres y titiriteros para la filmación y, también al interior de la propia anécdota, con matices trágicos y con claros efectos de distanciamiento, al hacer patente la representación dentro de la representación; nos transporta a las vísceras de lo teatral, de lo dramático y de lo espectacular; ritualiza el mito a relatar. La cinemateca Luis Buñuel se suma al centenar de actividades que componen esta potente tercera edición del Festival Internacional de Teatro Héctor Azar 2013.

Para Mayor Información, consultar:

http://www.festivaldeteatropuebla.com/

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