Del exotismo al sentido común

  • Víctor Reynoso

De algo exótico e inaceptable para la realidad mexicana, la disciplina de las políticas públicas va ocupando el lugar que debe tener entre ciudadanos y gobernantes: ser parte de nuestro sentido común. Un aporte importante en esta dirección es el libro de Julio Franco Corzo, Diseño de políticas públicas, impreso en 2013 y editado por Iexe.

Diversos e importantes méritos encontrará el lector en este texto: partir de casos concretos y ejemplares de lo que el gobierno no debe hacer; una buena presentación de la disciplina de las políticas públicas; un conocimiento no solo teórico, sino también de la realidad del mundo de la política; una herramienta ideada por el autor, la ALOP, que destaca y describe los cuatro elementos decisivos para una política pública exitosa.

La introducción del libro está hecha de casos fallidos, de políticas de gobiernos mexicanos que costaron cientos de millones de pesos y que no aportaron ningún beneficio público: la “Célula” en Puebla, el RENAUT del gobierno federal, el Agrocentro Siglo XXI en Veracruz, la mega-escultura al mestizaje mexicano en Chetumal. Elefantes blancos productos de ocurrencias de servidores públicos en los que se ha desperdiciado el escaso presupuesto público.

Lo que lleva al autor a cuestionar un lugar común: que los gobiernos no generan bienes públicos porque no tienen los suficientes recursos económicos. Franco Corzo presenta datos de cómo han aumentado notablemente los presupuestos para mejorar la competitividad del país y la educación y cómo los resultados están lejos de lo esperado. Dinero ha habido, resultados no.

El problema está en la falta de método. Y es lo que la disciplina de las políticas públicas puede dar. Empezando, resalta el autor, con evaluaciones ex ante, es decir, evaluaciones rigurosas de los proyectos que se pretenden implementar.

Pero no se piense que esa disciplina es un recetario para la panacea. La ALOP nos muestra ya la complejidad de requisitos para que una política sea exitosa: una buena base analítica, liderazgo, organización con el personal y los recursos adecuados y finalmente políticos hábiles. No son cosa de otro mundo, pero no siempre es fácil conjuntarlos. Destaco la definición de política que da el autor: “la suma de la experiencia y de la habilidad para entender y conducirse entre la marea de intereses, procedimientos y limitantes que existen dentro de la función pública”.

Sin esta visión integral no puede haber buenas políticas públicas. Se requiere de conocimiento, de análisis, de ciencia causal para poder diseñar e implementar una buena política. Pero sin un líder emprendedor que sea capaz de proponer objetivos y movilizar a los demás no habrá buenas políticas. Tampoco las habrá si no se cuenta con un aparato de burócratas profesionales y eficientes, motivados y experimentados, capaces de llevar a la práctica la política diseñada.

Finalmente está la indispensable habilidad política. Para algunos las políticas públicas son la “tecnificación de la política”, es decir, la exclusión de intereses, valores, conflictos. Nada más falso. La técnica es indispensable, pero la multiplicidad de intereses estará siempre ahí, complicando la realización de objetivos. Lo que se podría llamar “político tradicional”, ese que es capaz de entender “los intereses, procedimientos y limitantes” implicados en una política y de conducirse entre ellos, sigue siendo una pieza indispensable.

Una frase popular que resume el espíritu de las políticas públicas es la que dice que el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones. En pocos ámbitos de la vida humana esto es tan cierto como en el arte de gobernar. Por ahí va el principal objetivo de este libro: “transformar buenas intenciones en proyectos viables”.

 

Profesor investigador de la UDLAP. victorm.reynoso@udlap.mx

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Víctor Reynoso

El profesor universitario en la Universidad de las Américas - Puebla. Es licenciado en sociología por la UNAM y doctor en Ciencia Social con especialidad en Sociología por El Colegio de México.