Ruquez

  • Alejandra Fonseca

Es un tema intenso, agudo y penetrante como para tener un sustantivo laxo, ligero e impreciso. No da con la puntilla, ni lo señala, ni lo nombra. Me refiero a la “Trata de Personas”.  La denominación “Trata” no dice nada y viene de una muy mala traducción del concepto anglosajón “traffiking”. Habría que considerar una discusión seria para dar con un concepto exacto y más estricto para designarlo en nuestro idioma.      

Pero la pregunta es: ¿Cómo prevenir este fenómeno social que día a día crece en todo el mundo y cada vez se manifiesta de manera más ignominiosa? Adultos que comparten un mismo código de entendimiento, dicen que se debe a una falta total de valores en la mayoría de los ámbitos humanos. ¿Los adolescentes y jóvenes estrían de acuerdo con este señalamiento ya que parecen tener otro código para descifrar el mundo en que vivimos?

Una cosa es la falta de valores y otra son los contravalores. El contravalor es un valor opuesto, inverso, contrario, antagónico… pero valor al fin, que da forma y estructura a la vida de quien lo acepta, consciente o inconscientemente, para guiar sus acciones.

El problema, creo yo, es que una gran parte de la sociedad ha adquirido contravalores como orientación de vida. Contravalores, según la Ética son: la intolerancia, la irresponsabilidad, la violencia física y doméstica, la inseguridad, la xenofobia, el autoritarismo, la enemistad, el odio, la crueldad, la incomprensión y el abandono. Es todo acto y actitud hostil y destructiva que obstaculice y genere una disfuncionalidad profunda en el desarrollo equilibrado de la persona y de la sociedad en su conjunto. En la actualidad imperan los contravalores que han permeado desde la cabeza hasta los pies del conglomerado humano, pasando por centro y periferia de individuos y grupos sociales.

Es simpático cuando tienes el privilegio de hablar con adolescentes y jóvenes en referencia a “los valores” y te dicen: “¡Ruca!” Tienen razón, yo haría lo mismo, me llamaría igual, de ser ellos. Hablar en el código anterior, es ser ruca, estar anquilosada, ser antigua, arcaica, vieja. Añeja… No son los valores los que están en desuso, es el lenguaje y la forma con los que apelamos a ellos. Entonces, ¿cómo hablar con estos seres humanos maravillosos que actualmente nos dictan la plana en muchos aspectos de las redes sociales y la tecnología, para que no sientan que por hablar de ética y los valores eres “ruca”?

Para la mal llamada “Trata de Personas” hay que ir por lo urgente, atender el fenómeno con acciones muy precisas por parte de la autoridad y la sociedad organizada, sin olvidar lo importante: prevención que sólo es efectiva acercándonos a los niños, adolescentes y jóvenes al aprender sus códigos y sus lenguajes para transmitirles, en su idioma y sus formas, algo que les sea valioso y significativo para sus vidas, y se protejan de un mundo que cada vez más feroz y cruel, con nuestra ayuda.

Propongo algo ya con la experiencia de mi “ruquez”: ir tras los contravalores de los contravalores, para crear una nueva forma de ver los valores, con un lenguaje juvenil y fresco, con rebeldía para hablar un nuevo idioma de valores que hagan que la vida valga la pena ser vivida en la actualidad, y que los adolescentes y  jóvenes vean en nosotros algo que les responda y los ayude con sus ganas de vivir intensamente.

Es volver a torcer lo que está torcido porque ya lo torcido está establecido como “normal”. Partamos de la “norma” y hagamos una revolución de los nuevos valores, en un nuevo idioma, con un nuevo código para un nuevo mundo con estos nuevos seres que nos ayudan a construirnos como nuevos, nosotros mismos.

alefonse@hotmail.com

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Alejandra Fonseca
Psicóloga, filósofa y luchadora social, egresada de la UDLAP y BUAP. Colaboradora en varias administraciones en el ayuntamiento de Puebla en causas sociales. Autora del espacio Entre panes