Mover la conciencia nacional

  • Juan Carlos Lastiri

En el mar de las diferencias por las que navegamos los mexicanos en estos días; ante los acalorados debates de que somos testigos, en una sola cosa podemos coincidir todos: el discurso oficial del Presidente Enrique Peña Nieto no ha cambiado una coma desde el primer minuto que entró en funciones hasta el día de hoy. Es decir, que la congruencia que ha caracterizado su actuar político se mantiene intacta. Su decir junto con su hacer no ha variado ni un grado en su ruta de vuelo desde ese 1 de diciembre. Él ofreció gobernar para transformar y no solo administrar. Salió de lo cotidiano para innovar. No continuar con la inercia, sino realmente mover a México.

Hoy estamos seguros que los tremores que vivimos son consecuencia de lo viejo que se opone a aceptar el cambio de paradigma. El discurso setentero anquilosado que se niega a entender que vivimos una nueva realidad, se confronta con el llamado del siglo 21 que le está haciendo un mundo globalizado a nuestro país. Cuánto daño están haciendo las fuerzas y actores que sostienen un discurso lleno de aforismos y dogmas ya rebasados por los hechos existentes. Es verdad que en una democracia se vale que haya discrepancias ideológicas, pero también éstas al último tienen que ser saldadas con el voto de las mayorías. Quienes hacen uso del chantaje y de las amenazas que insinúan una descomposición social, no contribuyen en nada a mejorar el rumbo nacional. Y solo producen cansancio y hastío en una sociedad que solo pide cambios que mejoren el nivel de vida de sus familias.

Todas las reformas presentadas tienen una razón de ser y el ejecutivo sabe de antemano que una vez propuestas y llevadas a la tribuna legislativa son sujetas a revisión y por lo tanto a la discusión parlamentaria que la ley establece. Y por tal motivo, está sujeto a respetar dicho procedimiento parlamentario. Esa es la democracia. Ese es el lugar donde debe darse el debate. En el caso del actual paquete económico que presentó Hacienda, sufrió modificaciones que cambiaron algunos conceptos y movieron cifras, pero su esencia –la de priorizar los intereses de las clases sociales mayoritarias- permaneció intacto. El consenso como principal instrumento de este gobierno propició que se abriera el espacio para el diálogo y se llegará a acuerdos mayoritarios. Esto originará cambios de fondo que permitirá al gobierno de la República redefinir su papel en varios temas claves con los estados y municipios.

Hoy México es visto por el mundo como una Nación con una democracia constituida por instituciones vigorosas, pero ante retos muy grandes. El consolidar una economía fuerte que puede satisfacer las necesidades de sus ciudadanos, es la primera. Para eso deberemos continuar por la ruta de los cambios anunciados. Al mismo tiempo el respeto a los derechos humanos se debe afianzar, ya que indudablemente un país incluyente solo se logrará al sumar ambas políticas en una visión de Estado.  México saldrá avante de este 2013 tan complicado, en el que al final debe prevalecer el beneficio colectivo.

Esos son los retos actuales, falta definir el Presupuesto de Egresos de la Federación para el próximo año, el cual se encuentra ante la doble presión de romper la inercia con que se actuó, pero al mismo tiempo pasa por la estrechez de reducción de recursos. Este doble reto deberá resolverse ante su inminente discusión. Y en este escenario se va cerrando la posibilidad de discusión de una Reforma Política, ya que algunas voces piden se mande su presentación hasta el siguiente periodo legislativo. Por lo que nos espera una etapa febril ante la discusión de la Reforma Energética llamada a ser el gran tema que defina el rumbo de los próximos años. Hablamos entonces de un verdadero cambio, un cambio que mueva la conciencia nacional.

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