Imposible resistirnos a esta Puebla grandiosa, la Puebla de la ruedota de la fortuna, del egocentrismo camotero, de los sueños maquiavélicos para el 2018, de la futura casa de Ronald McDonald y muchas otras exquisiteces.

Pero imposible también, dejar de ver la otra Puebla, la de los olores fétidos, la de una pobreza insultante, la de la inseguridad, la de sus múltiples rostros en 217 municipios y la de una lastimosa realidad que se vive en esa maraña de burocracias exhibidas en los servicios de salud pública.

Cotos de poder, servilismo sindical, tráfico de influencias y pésimos servicios son la constante en muchos hospitales públicos y privados, que revelan la crisis que enfrentan los servicios de salud en la entidad.

Lastimosas e indignantes resultaron esas escenas que mostraron a una mujer dando a luz en el piso del Hospital de la Mujer en Tehuacán.

La escena no fue para menos, el corte de cabezas no ha sido suficiente para tapar el pozo de la corrupción y de las irregularidades.

En un fin de semana, empezaron a destaparse más irregularidades, en Huauchinango y nuevamente en Tehuacán, donde sin duda las cosas no van bien.

Las denuncias empezaron a exhibirse nuevamente en las redes sociales, donde la inconformidad se ha hecho presente con las historias de casos verídicos que simplemente generan indignación.

Resulta contradictorio que en esta Puebla de “grandezas”, la atención de las autoridades se siga concentrando en “la ingeniería” de relumbrón, cabildeos electorales, politiquerías, caprichos personales, egocentrismo y discursos faraónicos distantes de una realidad que supera a las artimañas de la ficción angelopolitana.

Tehuacán exhibió la negligencia, irresponsabilidad y el trato humillante que los derechohabientes reciben en estos nosocomios. Es sólo el puntal, de muchas otras historias que sin ser virales, se convierten en el diario acontecer en muchos rincones de ésta, la Puebla de los Faraones.

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