Es el que quiere ser

  • Alejandra Fonseca

                                                                                                                             Para F

Sabe para qué es el tiempo, en comparación de quienes buscan la eternidad. Sabe para qué es la pertenencia a un grupo, en comparación de quienes buscan ser ciudadanos del mundo. Sabe para qué es el “día a día”, en comparación de quienes viven sólo el momento. Sabe para qué son los hábitos, en comparación de quienes buscan lo impredecible. Sabe para qué son las inercias, en comparación de quienes escudriñan cumplir reglamentos. Sabe para qué es el mundo… en comparación de quienes buscan el infinito.

Es un hombre cabal: temporal sin ser efímero; gregario sin ser impersonal; concreto sin ser estrecho; tradicional sin ser cautivo; disciplinado sin ser rígido; mundano sin ser frívolo. Ligero sin ser banal. Perecedero sin ser fugaz. Contiene la profundidad de lo cotidiano; lo vital de lo común; lo místico de lo visible; lo íntimo de lo externo; lo sensible de lo usual; lo sólido de lo imperceptible. Y lo primario de lo secundario.

Sus palabras y pensamientos rompen esquemas y trastocan sustancias: la médula se convierte en accidente y el contexto en esencia. Abre universos enteros sin declinar detalles. Y propone una cotidiana intensidad, sin desgaste pero sin deterioro de la pasión.

Observé cada movimiento de su rostro, de sus manos, de su boca, de su cuerpo… miré su mirada y su sonrisa. Escuché cada palabra, cada respiración, cada suspiro… y sus silencios. Quise abarcarlo todo él en cada momento y se me escapaba en cada intento de definirlo, de apresarlo. La fluidez de su pensamiento formulaba una quimera cuando todo estaba ahí presente, para ser tocado sin manoseo, para ser alcanzado sin poder asirlo. Para acariciarse con un soplo.

Su piel morena tiene la luz de un arcoíris inasible cortejado con la música de la gota de lluvia que es atravesada por la luz del sol que la descompone en todas sus tonalidades y la recompone en ese arco luminoso que atraviesa el horizonte y promete un tesoro al final.

Mis ojos sacaban chispas al mirarlo, lo quise sitiar al perseguir sus movimientos, sus sonidos, sus olores pero esta presa es incorpórea, de energía pura que se enreda y se desenreda en la mezcla que forman el cielo y la tierra, la carne y el alma, la materia y el espíritu, dios y el ser humano sin horizonte definido pero sin confusión.

En el éxtasis de mi hechizo, afirmé: “Eres el hombre que siempre quisiste ser”, y su eterna, por momentánea mirada de luna llena en el oscuro infinito de la noche, me confirmó: Así es.

 

alefonse@hotmail.com       

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Alejandra Fonseca
Psicóloga, filósofa y luchadora social, egresada de la UDLAP y BUAP. Colaboradora en varias administraciones en el ayuntamiento de Puebla en causas sociales. Autora del espacio Entre panes