Reforma Energética, la vocación entreguista del PAN

  • Álvaro Ramírez Velasco

El Partido Acción Nacional (PAN) presentará ante la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, el próximo 31 de julio, su propuesta de Reforma Energética, la que plantea modificaciones constitucionales para abrir de par en par, totalmente, al capital privado, extranjero y nacional, la riqueza petrolera del país para su explotación, transformación, refinación y demás tareas que hasta hoy realiza Petróleos Mexicanos (Pemex).

Nadie se diga sorprendido con la propuesta panista de reformar los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución y leyes secundarias, pues basta hacer memoria histórica y encontrar que el elemento fundamental que aceleró y concretó la fundación de AN en 1939, fue la oposición de sus primeros próceres al cardenismo y a la expropiación petrolera (decretada en 1938), pues vieron afectados intereses propios y de las compañías que entonces representaban, principalmente británicas, luego de la valiente política de Estado del general Lázaro Cárdenas del Río.

El PAN no hace sino ser congruente con los postulados que le dieron origen en 1939 –un año después de la expropiación petrolera–, aunque estos sean contrarios al interés nacional.

Además, hoy tienen en el ala neoliberal del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la mejor aliada de sus pretensiones. Algunos de los revolucionarios de ayer, convertidos en los neoliberales de hoy, para quienes los panistas nacieron como antídoto, caminarán a su lado en la búsqueda de la mayoría calificada en las dos Cámaras de Congreso de la Unión para entregar el petróleo a manos privadas.

Sí, las cosas en Pemex están mal, muy mal, y desde hace mucho tiempo: se ha limitado el potencial de extracción y transformación del petróleo; hay un sindicato charro, charrísimo, con dirigentes corruptos; una clase obrera limitada y pasiva en su zona de confort; una burocracia dorada que hereda plazas y privilegios a hijos anodinos y sin preparación; las finanzas del país están “petrolizadas” y el régimen fiscal de la paraestatal es un gran lastre para su desarrollo. Sí, pero la solución no es la entrega a los privados. ¿Qué pasó con Telmex? ¿Mejoró? Ahí está un ejemplo, apenas uno a botepronto.

Y reitero, hay que ir a la memoria histórica y revisar las motivaciones de la fundación de Acción Nacional, para entender su actual Reforma Energética, que se limita a Pemex, no plantea el uso de energías alternativas ni propone vías paralelas al petróleo.

En su ensayo, “70 años del PAN. Origen y destino”, el politólogo Pablo Moctezuma Barragán escribe:

“El PAN fue fundado por empresarios, banqueros, terratenientes, e intelectuales de derecha, para oponerse al movimiento progresista y antiimperialista que encabezó el gran presidente Lázaro Cárdenas del Río. La fundación del PAN se aceleró a partir de la Expropiación Petrolera y se concretó en 1939, para evitar que México continuara por el rumbo progresista que había emprendido con el cardenismo”.

Gómez Morín, el abogado de británicos

También la veterana periodista de izquierda Manú Dornbierer, cita en una de sus entregas de “Satiricosas” sobre el caso:

“No pretendo en unas líneas transmitir la historia del PAN inicial que le tomó 900 páginas escribir a la apasionada panista Tere Gómez Mont, hermana del que fue secretario de Gobernación. Sólo hay que recopilar algunos datos elocuentes de ese partido: se creó en 1939, es decir poco después de la expropiación petrolera de 1938 y su famoso y maravilloso (Manuel) Gómez Morín era el clásico abogado corporativo que hoy podría llamarse simplemente ‘neoliberal’, agente de los intereses británicos de las recién expropiadas compañías, por lo que la liga entre la expropiación y la creación de PAN, así como el financiamiento para crear un partido de derecha a modo, no es nada difícil de imaginar”.

Hoy la visión de los panistas no es tan distinta, sí, pero de los dogmáticos, los de cepa, los de a de veras y no los arribistas tránsfugas de otros institutos. Su vocación entreguista, pro empresarial a ciegas y el debilitamiento del Estado es aún su vocación política. Para ellos la soberanía es un obstáculo, un “tabú”.

Pero se justifican con el viejo discurso de la eficiencia. Gustavo Enrique Madero Muñoz, presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de AN dijo en conferencia de prensa el jueves pasado, al anunciar la propuesta que presentará el 31 de julio:

“No vamos a privatizar, no vamos a vender ni un tornillo de Pemex, ni una refinería, ni un pozo… La propiedad de los hidrocarburos seguirá siendo de la nación; Pemex seguirá siendo una empresa propiedad del Estado Mexicano.

“Sin embargo, será una empresa que compita con empresas privadas y con asociaciones público-privadas en la exportación, exploración, producción, transportación, refinación y petroquímica mediante esquemas de concesión”.

Y fue más allá, pues subrayó su eterna descalificación al discurso nacionalista, de izquierda, cuyo principal partido en México es el de la Revolución Democrática (PRD), con quien, eso sí, ha hecho alianzas electorales, como el caso de Puebla. Dijo Madero Muñoz:

“El modelo de la industria petrolera mexicana está agotado, es un modelo inviable e insostenible que necesita ser reformado de fondo para que vuelva a ser productivo (…) Aquí hay prejuicios, es el temor a abrir la mentalidad y reconocer que nuestro modelo no funciona, está agotado, y que otros países que estaban en peores condiciones que nosotros hoy nos llevan un avance sustancial”.

A la arena legislativa

La panista será al menos una de tres propuestas de Reforma Energética que se presenten al Congreso de la Unión, algunas con el Senado como cámara de Origen y otras en San Lázaro, pues a la par, la izquierda presentará la suya y el gobierno federal hará lo propio.

En esto hay dos noticias. La buena: los panistas cuentan apenas con 114 diputados del total de 500 y en la Cámara alta son 38 panistas, de un total de 128 senadores, por lo que es indispensable que hagan alianzas si pretenden conseguir la mayoría calificada (dos terceras partes) para aprobar sus reformas constitucionales.

La mala: el ala neoliberal del PRI tiene muchas coincidencias con los albiazules y se prevé que se unan y sumen los votos de sus respectivos partidos rémoras (PVEM y Nueva Alianza), para conseguir la mayoría calificada que requiere un cambio a la Constitución que, luego de avalado en el Congreso de la Unión, tendría que ser aprobado por la mayoría simple de los legislativos estatales (la mitad más uno).

En otras palabras, ante una posición firme y clara de la izquierda de rechazar cambios constitucionales que abran Pemex al capital privado nacional y extranjero, es el PRI quien tendrá la última palabra.

Los postulados e ideología de izquierda de Lázaro Cárdenas del Río, contra la visión neoliberal, entreguista y a favor del capital extranjero de Manuel Gómez Morín, a 75 años de distancia, se enfrentarán nuevamente.

Opinion para Interiores: