Con sólo dos neuronas…

  • Alejandra Fonseca

Llegué a una sucursal de la Comisión Federal de Electricidad para hacer un cambio de nombre en el servicio eléctrico de un departamento. Recién una sobrina lo rentó y también había un saldo que pagar del inquilino anterior. Me ofrecí a hacerle el trámite ya que ella trabaja todo el día, no lo puede realizar y lo requiere como comprobante domiciliario.

Había hablado por teléfono para saber los requisitos. Junté todos los documentos y pasé al banco para sacar el dinero ya que debía liquidarse en efectivo. Llegué a la sucursal. Tomé mi turno y esperé pacientemente para hablar con una ejecutiva.

Cuando me tocó llegué al escritorio con todos los documentos listos y en orden para mostrárselos a la señorita y agilizar el trámite. Y el asunto se tornó muy interesante:

Debía pagar primero para proceder al cambio de nombre con la cuenta en ceros y contratar el nuevo servicio. La ejecutiva mencionó que además del saldo debía pagar seiscientos pesos como depósito en garantía. Pregunté que si ese dinero lo usarían para el pago de los primeros recibos de luz. Me dijo que no, que era para tener con qué pagar la cuenta en caso de que me fuera del lugar sin pagar el recibo de luz. Me saltó una duda: Si me exigían el depósito en garantía para hacerlo válido por si me iba sin pagar (y desde luego sin avisar), ¿qué había pasado con el depósito en garantía del anterior arrendatario que se fue sin pagar y no lo estaban haciendo válido?

Contestó que ese dinero lo tenía que reclamar quien lo pagó para hacerlo válido. Pero entonces, argumenté que no era “en garantía”, ya que efectivamente, en garantía es por si te vas o dejas de pagar, de ahí se toma y si has pagado todo al finalizar el contrato, se te regresa tu depósito. El inquilino anterior no había pagado por lo que sí correspondía la garantía, y no como ella mencionó.

Entiendo que los ejecutivos son quienes ejecutan, sin obligación de pensar. Comprendo que no los tienen ahí para razonar o argumentar por lo que solicité hablar con el gerente.

La gerente, muy amable, me preguntó qué se me ofrecía y le comenté la situación. Ella arguyó que no podían hacer válidos los seiscientos pesos porque ese contrato se celebró con Luz y Fuerza y que ese dinero ya no existía. También arguyó que cuando se renta o se compra un departamento se adquieren responsabilidades y una de esas era la de pagar los saldos de anterior dueño o inquilino. Reconocí sus argumentos y repliqué que efectivamente, eran válidos para ambas partes: así como mi sobrina debía pagar las cuentas del anterior inquilino (y no se estaba negando a hacerlo), la CFE debía responder por Luz y Fuerza en sus responsabilidades, ya que de alguna manera “la compró”. Por  igual, si el argumento de que Luz y Fuerza “ya no existe”, pues el inquilino y el servicio anteriores “tampoco existen ya”, y si se trataba de empezar de cero, pues era válido para ambos: si yo debía pagar para que el saldo apareciera en ceros y entonces contratar un nuevo servicio, solicité que el nuevo servicio fuera con un nuevo medidor. Desde luego dijo que no era posible tener dos medidores para un solo servicio por lo que eso de “en ceros” sólo era válido para ellos y no para mí. Pregunté si pagaban intereses de los depósitos en garantía. Manifestó que no, y reviré: “Entonces ustedes se jinetean el dinero de millones de usuarios ya que la electricidad es obligada y no pagan ni un quinto de intereses de ese acumulado que ha de ser un buen. ¿A dónde va ese dinero? No me responda. Si hago el cambio de nombre, es regalar el dinero, mejor que se quede así y que sea el recibo de teléfono el comprobante domiciliario”. 

La gerente parecía sorprendida y muy divertida. No pudo fingir y su rostro todo sonrisa. No reía porque no estaba en su papel.

Ya para retirarme, con amabilidad le agradecí su atención y me despedí con una confesión: “Tengo dos neuronas, ¡pero me funcionan muy bien!”

alefonse@hotmail.com

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Alejandra Fonseca
Psicóloga, filósofa y luchadora social, egresada de la UDLAP y BUAP. Colaboradora en varias administraciones en el ayuntamiento de Puebla en causas sociales. Autora del espacio Entre panes