Los discursos del odio

Lecciones de intolerancia

Este mundo que nos toca vivir, cada día está más loco. En mi acostumbrada lectura del último Semanario Judicial de la Federación (donde se publican las jurisprudencias y tesis que, al resolver juicios concretos, emite el Poder Judicial de la Federación) se imprimió una tesis aislada que emitieron los Ministros de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; tesis cuyo contenido es el siguiente:

LIBERTAD DE EXPRESIÓN. ACTUALIZACIÓN, CARACTERÍSTICAS Y ALCANCES DE LOS DISCURSOS DEL ODIO. A juicio de esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, los discursos del odio son aquellos que incitan a la violencia -física, verbal, psicológica, entre otras- contra los ciudadanos en general, o contra determinados grupos caracterizados por rasgos dominantes históricos, sociológicos, étnicos o religiosos. Tales discursos se caracterizan por expresar una concepción mediante la cual se tiene el deliberado ánimo de menospreciar y discriminar a personas o grupos por razón de cualquier condición o circunstancia personal, étnica o social. La problemática social en relación con los discursos del odio, radica en que mediante las expresiones de menosprecio e insulto que contienen, los mismos generan sentimientos sociales de hostilidad contra personas o grupos. Así, la diferencia entre las expresiones en las que se manifieste un rechazo hacia ciertas personas o grupos y los discursos del odio, consiste en que mientras las primeras pueden resultar contrarias a las creencias y posturas mayoritarias, generando incluso molestia o inconformidad en torno a su contenido, su finalidad se agota en la simple fijación de una postura, mientras que los segundos se encuentran encaminados a un fin práctico, consistente en generar un clima de hostilidad que a su vez puede concretarse en acciones de violencia en todas sus manifestaciones. En consecuencia, los discursos del odio van más allá de la mera expresión de una idea o una opinión y, por el contrario, resultan una acción expresiva finalista que genera un clima de discriminación y violencia hacia las víctimas entre el público receptor, creando espacios de impunidad para las conductas violentas.”

En síntesis, los Ministros en comento, trajeron a la mesa un debate por demás polémico; es decir, la muy, muy, pero muy delgada línea entre una expresión de rechazo y un discurso de “odio”.

El tema, por demás polémico, advierto, será muy difícil de avalar.

En efecto, parto de la premisa consistente en que, cualquier expresión de “rechazo” (rechazar: no admitir lo que alguien propone u ofrece) en mi opinión, conlleva una cierta parte, si no de odio, si de animadversión; y, en una cultura como la nuestra, la animadversión es la raíz del odio mismo. Admitámoslo, somos los reyes de la intolerancia; tenemos razones históricas, filosóficas y sociológicas para ser así.

Cuándo han visto ustedes, queridas lectoras, queridos lectores, que un conocido o amigo nuestro fije su postura de pensamiento al estilo “pipa y guante”; es decir, limitándose con sumo respeto y propiedad a dejar claro que su pensar, es opuesto al pensar de quien tiene enfrente. ¡Nunca!

Pasamos del simple “rechazo” a la inmediata polémica; ello, a través del muy estilo nacional del  sarcasmo; ese estilo de burlarnos del otro, con el chiste a cuestas; y, una vez que el sarcasmo – chiste, logró sus perseguidos efectos, nos volvemos los amos del “diálogo”, los reyes del tema, los emperadores del micrófono, los mariscales del asunto. Y, reconozcámoslo, ¡nos encanta ser así!

En este orden de ideas, pareciera que la tesis aislada de jurisprudencia, anteriormente comentada, no corresponde a la sociedad nacional; ello, de ser cierto, abunda en una preocupación que abona a mis constantes insomnios: la Suprema Corte de Justicia de la Nación Mexicana, emite criterios, en su caso obligatorios, que nos son correspondientes a la cultura de mi país; en otras palabras, intenta adecuar la realidad a la ley y no la ley a la realidad, como debiere ser.

 

¿Usted qué opina, querida lectora, querido lector?

 

* Maestro en Derecho. Abogado postulante y asesor jurídico.

Correo electrónico: elbuho1973@gmail.com

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