El arte de gobernar

  • José Alarcón Hernández

Entre las actividades humanas, la de gobernar ha sido, es y será una de las más complicadas y difíciles de ejercer.

Desde la conformación de las primeras comunidades primitivas el ejercicio del gobierno ha evolucionado de acuerdo al desarrollo de la sociedad en su conjunto.

La humanidad ha transitado desde lo que algunos autores han denominado la comunidad primitiva, el esclavismo, el feudalismo, el capitalismo hasta el socialismo.

A cada una de estas sociedades ha correspondido algún tipo de gobierno.

En las comunidades primitivas gobernaba el más fuerte.

En la sociedad esclavista ejercía el poder el dueño de los esclavos.

En las formaciones feudales mandaban los dueños de las propiedades y de los centros de producción.

En el capitalismo han ejercido el poder los dueños del capital sin negar las libertades que han sido la vía para elegir a los gobernantes.

En el socialismo en general ha habido una dictadura abierta, directa, en la cual un solo partido gobierna.

Del arte de gobernar se han ocupado los filósofos y los politólogos.

En la antigüedad greco-romana los autores clásicos como Sócrates, Platón y Aristóteles se ocuparon de este tema.

En el mundo occidental con la difusión del cristianismo, los padres de la iglesia abordaron este asunto.

Mucho se quiso decir con aquella expresión “Dar al César los que es del César y a Dios lo que es de Dios”.

Los que gobiernan no dejan de ser seres humanos.

Por eso es fundamental que por ser hombres públicos entiendan y atiendan las cualidades y virtudes que es necesario practicar cotidianamente.

Cuando no es así como escribió Jeremy Bentham “La tiranía y la anarquía nunca están muy lejos”.

Frecuentemente el gobernante se llena de soberbia y entonces como afirmo  Jean Baudrillard: “La trama de lo político se invierte; ya no es el poder lo que arrastra a la masa por su surco, es la masa la que arrastra al poder en su caída”.

En este tema del gobierno Nicolás Maquiavelo escribió: “Un príncipe que a toda costa quiere ser bueno, cuando de hecho está rodeado de gente que no lo son, no puede menos que caminar hacia su ruina”. “No hace falta que un príncipe posea todas las virtudes, pero conviene que aparente poseerlas”.

Un gobernarte debe ser un político consumado. Max Weber escribió: “El político debe de tener: amor apasionado por su causa: ética de su responsabilidad; mesura en sus actuaciones”.

El  sentido común obliga a tener presente que todo gobernante, si quiere servir bien a su pueblo debe observar aquel dictado de Confucio que reza: “El príncipe que pierde el afecto de su pueblo, pierde a su pueblo”.

Gobernar es entonces el servicio más difícil. El proverbio afirma: “Así el emperador, así la corte”. Otro señala: “En la corte como en el mar, el viento que sopla lo decide todo”.

El gobernante no ejerce el oficio solo. Lo acompaña un equipo o una pléyade.

Por eso, “No conviene emplear a aquellos de los que se sospecha, ni sospechar de aquellos a los que se emplea”.

Mong Tse, en este asunto del gobierno advierte: “Los inferiores adoptan la forma que les imprimen los superiores. Como la arcilla en el torno del alfarero, todo depende exclusivamente del artesano”.

En toda la historia humana pocos han sido los gobernantes afortunados, fácilmente los pierde el dinero y los envenena la soberbia.

Pocos han sido los gobernantes que practican la humildad y por lo tanto la eficacia en el servicio es nula, y entonces se gobierna ante las protestas del pueblo por la vía de la represión.

Confucio aconsejaba: “La virtud de los hombres de estado hace prosperar pronto su gobierno, igual que la virtud de la tierra hace crecer rápidamente los arboles”.

Es seguro que en este tema del gobierno y de los gobernantes es de lo que más se ha escrito y también de lo que menos se ha aplicado.

Malos gobiernos se cuentan por miles, buenos gobernantes, en un siglo no habrán sido más de diez.

Ahora que se van a iniciar nuevos periodos de gobierno es necesario que los actores primigenios, esto es, los presidentes municipales y los diputados se sometan a una etapa de preparación que les permita ubicarse en sus nuevas responsabilidades, para poder entre otras cosas ajustar sus conductas para gobernar bien.

Así estarán en condiciones en elaborar su plan de gobierno, que deberá responder a interrogantes como estas: ¿Qué hacer?, ¿Cómo hacerlo?, ¿Cuándo ejecutarlo?, ¿Con qué financiarlo?, ¿Con quién hacerlo?, ¿Para qué hacerlo?.

Ahora me permito recomendar a los elegidos el “Manual hindú del buen Gobernar” de Firdaus Jhabvala.

En fin, será necesario ejercitar paciencia, prudencia, conciencia, capacidad de escucha, humildad y determinación.

Organización y método son fundamentales: “Sin un plan, nada conduce a nada”: El Yi King.

Término estas líneas con esta cita: “Las coaliciones son siempre muy pujantes para derribar, pero son siempre impotentes para crear”: Emilio Castelar.

Estimado lector tengo dos correos electrónicos a través de los cuales recibiré sus comentarios: vivereparvo45@yahoo.com.mx y/o vivereparvo45@hotmail.com

 

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José Alarcón Hernández

Lic. en economía, con mención honorífica. Diputado Local dos veces y diputado federal dos ocasiones. Subsecretario de Educación Superior de la Entidad y Subsecretario de gobernación del Estado. Autor de 8 libros publicados por la Editorial Porrúa. Delegado de la SEP Federal en el Estado. Actualmente Presidente del Colegio de Puebla. A.C.