De la lecto-escritura a la creación sublimadora

  • Elvira Ruiz Vivanco

Estos días coinciden con el final del ciclo escolar. Gracias a algunos abiertos y sensibles cómplices en lo que al acto creativo se refiere, tengo la oportunidad de efectuar lo que de verdad me late: las artes escénicas en su integralidad; la escritura como dramaturgia, como guión literario cinematográfico, como diario, bitácora o como cuaderno de libre escritura. También, de pronto el cine me vuelve a abrir sus puertas. Universo críptico que enriquece las sesiones de aprendizaje sinuoso y continuo, con los diversos grupos con los que se da el intercambio de estudios e inquietudes a trasmutar en obra creativa.

Nos conjuntamos porque nos interesa crear y nos involucra lo que producimos. Prevalece una idea, como imagen acústica o sonora, misma que nos llevará a la creación; a poner en discurso lo que deseamos decir. La idea dará muchas vueltas, se diseminará y en el andar la replantearemos, hasta que comience a tomar forma cada parte procesada de la idea vuelta frase u oración dicha o escrita. Cuestionamos, problematizamos, reflexionamos las muchas posibilidades de realización de una idea. Se proponen salidas, soluciones para la concreción de las imágenes visuales y/o auditivas más difíciles. Se descartan las ocurrencias o invenciones, que por ahora son complicadas de concretar, pero se gestan otras alternativas, para que el impulso creativo tenga cauce y, fluya el río de elaboración significante.

Acotadas y puestas en acción las coordenadas: tiempo/espacio y causa/efecto, inicia el armado del basamento, del andamiaje sobre el que avanzará el discurso anecdótico o temático, que se busca estructurar. Propuesta que antes fue escaleta y que, peripecia tras peripecia, puede convertirse en un guión, en una coreografía, en una obra teatral o en un audio-visual. Y así, haciendo la idea, llevándola a cabo, es que nos vamos dando cuenta ¿de qué va la cosa? ¿Cuál es la acción que se están jugando nuestros sujetos a entramar, o los  actantes a representar?, según sea el caso.

Uno, dos, varios tratamientos hasta que se presentan los alcances de la que en su momento fue un chispazo de idea, luego proyecto y, tal vez después, una elaboración, una obra creativa, que a veces dice, lo que ni su autor se percata de lo que transmite. He aquí una ruta del acto creativo dado a partir de la educación por y para el arte. Punto de encuentro de voluntades que quieren: cantar, actuar, bailar, grabar, escribir o dibujar sus motivos…

Pero, cuando las circunstancias no han permitido, que se tenga una instancia en el lenguaje escrito, o en el lenguaje oral; transitar esta autopista que apela a potenciar las inteligencias múltiples y creativas, este proceder, sí que es un trampolín para arribar a puertos muy distintos en lo que a la creación se trata.

Si te restringe la mirada vigilante o la amenaza del castigo, lograr instantes de genuina entrega y creatividad productora de escritura que apalabra las estaciones de la angustia o la desazón; esta senda te conduce a comprensiones más complejas del escribirse. Se percibe el momento liberador en la gestualidad, en el tono o, en la modulación del volumen y el timbre de la voz. Hay un brillo en la mirada, otra respiración en los silencios, otro color en las mejillas, otra tesitura en las manos. Algunos partícipes comparten el cambio operado en sus personas tan sólo de permitirse: decirse, accionar, diseñar, escribirse con el vasto o mínimo vocabulario que contienen.

Cuando esto pasa, tiene sentido seguir la faena. Adquiere fuerza el sostenerse en la ardua labor de la pedagogía creativa. Te motivas para continuar tu concomitante andar. Más aún si quienes consiguen discursarse, ya mayores comienzan a acercarse a las letras.

Opinion para Interiores: