El aquí y el ahora

  • Juan Díaz Carranza
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¿Usted acudió ayer a votar?, ¿o le ganó la indiferencia, la desilusión y la resignación? Si usted forma parte del 60 y tantos por ciento de ciudadanos que no fue atraído por los candidatos ni por los partidos para ir a votar, lo entiendo. Pero como no comprenderlo si nos convocan a las urnas sin alternativas ni propuesta de solución a nuestros problemas, reconocer que atrás del abstencionismo está el aislamiento de los actores políticos y su manía de pensar en la elección entrante desairando el presente.

Ayer se celebró una jornada electoral más, el primer encontronazo electoral después de los comicios federales del 2012 en el que se convocaron a cerca de 30 millones de ciudadanos de 14 entidades diferentes, se trata del proceso electoral que pone a prueba el Pacto por México; que si bien, tuvo como ingrediente novedoso a una administración federal diestra en acuerdos, no distó mucho de los procesos electorales de la época calderonista. Primero porque las campañas políticas se desarrollaron en medio de un clima de descalificaciones que se cruzaron mutuamente partidos y candidatos de malversar recursos públicos con fines proselitistas (detonado por escándalo veracruzano de SEDESOL), después porque la violencia del crimen organizado enrareció los procesos electorales causando la muerte de 11 personas y, finalmente porque el abstencionismo prevaleció como rasgo principal.

El sistema de partidos y sus tripulantes fueron los derrotados. Al PRI le urgía mostrarse recuperado, fortalecido y recogiendo los frutos de su operación política a medio año de haber regresado a la Presidencia de la República, pero no lo logró, las victorias quedaron condicionadas por la marca del abstencionismo. El PRD buscaba quitarse el estigma de sucursal izquierdista de los pinos y, abonar a las alianzas electorales con su disímiles de acción nacional, pero tampoco pudieron,

sus pírricas victorias son producto más de la maniobra montonera de juntarse para ganar que de probar que el desmoronamiento obedece a su escasa credibilidad y al éxodo de los lopezobradoristas. En el PAN conscientes de la peor crisis de los últimos años, no les quedó de otra que nadar de muertito junto con los desacreditados “chuchos”, camuflajear las confrontaciones internas y apostarle a la misericordia del gobierno federal al que están sometidos; pero tampoco les salió la jugada, apenas conservaron algunos espacios y quedaron nuevamente como un partido testimonial y en franco hundimiento. Entonces, ¿quién ganó y quién perdió? No hay ganador aparente, pero sí varios perdedores, principalmente el sistema de partidos políticos.

A pesar de las bajas expectativas que desde un inicio se tuvieron respecto a este proceso electoral, habría que reconocer que en algunos sectores si despertaba curiosidad el manejo que la nueva administración federal le brindaría a estás elecciones que, entre otras cosas, definiría la relación entre el Gobierno del Peña Nieto y los gobiernos locales de oposición. Desde la detención de Elba se presumía, cada vez con mayor fuerza, la posibilidad de llamar a cuentas a otro polémico personaje del priísmo nacional para dotar de credibilidad y capacidad de maniobra al gobierno de Peña Nieto. El contexto en el que se desarrollaban las campañas (al igual que otras) era la corrupción y la irritante impunidad, reconocernos como una sociedad sin consecuencias, sin castigos. De ahí que desde la presidencia de la república se provocaron, con absoluto cálculo político, golpes “justicieros” a los de casa para marcar agenda, contenido del discurso y banderas a ondear en campaña que fueron desaprovechados por los candidatos tricolores. El bajo perfil de sus candidatos y la estrechez de miras de su dirigencia nacional no capitalizó los frutos del Pacto por México, ni la captura de Elba Esther Gordillo, ni  la detención del ex gobernador de Tabasco -Andrés Granier- y, menos aún, la pudrición descubierta al panismo de Aguascalientes. Lo que permite pensar que el principal instrumento de concertacesión política con el que arrancó esta administración -el Pacto por México- tiene las horas contadas. Dejando en franca vulnerabilidad al presidente Peña Nieto de cara a los avatares que sorteara con menos herramientas.

De aquí desprendo, con un dejo de optimismo, que las entidades que no son gobernadas por el PRI tendrán que recibir una atención estratégica, abundante y detallada de la federación, por lo menos, por conveniencia electoral, por el deseo de recuperar espacios y de encontrarse competitivos de cara a las elecciones federales del 2015 y los relevos por las gubernaturas. Es acá donde veremos nuevamente “operar“ al PRI tradicional, con generosas gestiones de infraestructura a través de las delegaciones federales y, de un brazo justiciero que sabrá acentuar  la rapiña  de los opositores corruptos.

Aunque con la lectura convenenciera del resultado de la elección a gobernador de Baja California les de confianza para burlar la realidad integral de la elección, la plataforma de coincidencia política (el Pacto por México) se los exhibirá en el recuento regresivo de sus últimas horas de angustia. Las coincidencias temáticas se acabaron y, la valoración de los daños electorales que PAN y PRD tendrán que sacar no les dejarán lugar a duda: complacencia sin equilibrio es escriturar el destino político al gobierno federal.

Mientras ellos especulan pensando en el sueño político venidero, los ciudadanos debemos adquirir mayor conciencia de que las vicisitudes debemos sortearlas sacando provecho del aquí y del ahora.

juandiazcarranza@hotmail.com

Twitter: @juandiazcarr
Abogado, economista y periodista.

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