Lo que no podrá cumplirse

  • Juan Manuel Aguilar

Una vez que la comunidad poblana ha dejado ver este domingo su nivel de interés en los asuntos políticos que le determinan sus condiciones de bienestar, vale la pena volver la vista a la realidad que enfrenta. El haber emitido un sufragio efectivo, el anular su voto en la casilla y/o la decisión de no acudir a votar, son las opciones por las que un ciudadano puede decidir según su particular razonamiento durante la jornada electoral; lo interesante está en que la suma de voluntades individuales permite identificar las tendencias de la sociedad sobre el tema de cómo debe ser gobernada. Concluida pues la jornada de elecciones locales, la población volverá a padecer su realidad y a reconocer que no hay motivos razonables para esperar que la descomposición del tejido social se detenga o se revierta.

Por ejemplo, la delincuencia ha sentado sus reales a lo largo y ancho del territorio poblano desarrollando una actividad criminal sin precedentes en la historia de Puebla. Los ofrecimientos de intervención sobre este particular por parte de los candidatos a presidentes municipales fueron además de lineales, reactivos; es decir, ofrecieron más agentes, más sueldos, más patrullas y más casetas (reacciones al final del problema). Nadie entre todos los candidatos ofreció identificar las causas reales de tan extraño comportamiento antisocial. Nadie de ellos tampoco se atrevió públicamente a especular cuando menos, que funcionarios públicos estén y continúen relacionados directa e indirectamente con la impune y recurrente comisión de delitos contra el patrimonio y la integridad de las personas. Tampoco se detuvieron a cuestionar la eficiencia u ofrecer la revisión, de las políticas, funciones y procedimientos (en caso de que existieran) en la administración de la policía; en otras palabras, ningún candidato a presidente municipal o a diputado local, ofreció siquiera asomarse a indagar las causas reales del lacerante aumento de la criminalidad en Puebla.

Una inquietante evidencia más del deterioro de las estructuras que soportan la paz social, lo tenemos en el desvío de los caminos de la democracia hacia destinos de prosaicos intereses personales en los que se alborozan tanto los dirigentes de partidos políticos, como los políticos mismos, los altos funcionarios de gobierno con la complicidad de algunos medios de comunicación y otros tantos particulares que complementan y materializan los beneficios económicos de la hacienda estatal y municipal. No es que estas prácticas sean novedosas; lo inquietante es el nivel de desvergüenza alcanzado por estos actores que hoy no dudan en desnudar cínicamente sus pretensiones de no perder cualquier parte, la que sea, del presupuesto público sin importarles los efectos que tales actitudes provoquen en la población. Esta es una situación que al propiciarse o consentirse desde arriba, sirve de ejemplo y aliciente para que en toda forma de administración pública, se repita el mismo principio: Ejercicio del poder por el dinero que representa.  

La pobreza como expresión de la injusta distribución de la riqueza, es una condición que padecen cada día más poblanos en todo el territorio. A contrapelo de los fastuosos anuncios oficiales de (aparentes) avances en materia económica, los escenarios de pobreza y marginación se exhiben por todo el territorio poblano. Está visto que la población de ninguno de los municipios poblanos más pobres, que son decenas de ellos, logrará mejorar sus condiciones socioeconómicas, porque no hay un plan o política pública en Puebla que tenga tal propósito. Son cientos de miles de poblanos a los que los diputados locales y federales no tienen capacidad de ver y menos aún investigar por qué los municipios no superan esta condición a pesar de tanto dinero federal que se destina con tal propósito.

Esta es pues la realidad poblana que no podrá ser cambiada por los funcionarios recién electos. Estoy convencido que no habrá valor ni capacidad intelectual en ellos como para acertar en el abordaje de los más azarosos problemas de la sociedad poblana y mucho menos para resolverlas en el mediano plazo.

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Juan Manuel Aguilar

Consultor independiente e Ingeniero en Ecología. Cuenta con una maestría en Estudios Regionales de Medio Ambiente y Desarrollo, y es Doctor en Medio Ambiente y Territorio. Ha sido Presidente del Colegio de Profesionales en Medio Ambiente y Desarrollo, A.C., Secretario Ejecutivo del Consejo Estatal de Ecología del Estado de Puebla e integrante del Consejo Ciudadano de Ecología del Municipio de Puebla.