De todos modos, Antorcha es el villano de la película

  • Aquiles Córdova Morán

El domingo, 30 de junio, el Movimiento Antorchista de Morelos celebró sus veinte años de lucha al lado de los pobres y marginados de ese estado, con buenos y tangibles resultados según informó la presidenta del Comité Estatal, ingeniera Soledad Solís Córdova. El evento se programó, obviamente, con varias semanas de anticipación; se hicieron los trámites necesarios y se consiguió el permiso para ocupar por un rato, en la fecha indicada, el zócalo de Cuernavaca. De todo esto se dio puntual y cumplida información a los medios, amén de que los organizadores, por su parte, hicieron toda la difusión que estuvo a su alcance. Nunca, nadie absolutamente ni por ningún canal, manifestó objeción u oposición alguna a la realización del evento.

El día señalado, pues, se reunieron poco más de cuatro mil antorchistas para escuchar el informe, sustancioso y breve, de su dirigente estatal; el mensaje de felicitación y de apoyo firme y fraterno que les envió la Dirección Nacional Antorchista a través de quien esto escribe y para presenciar un bello y colorido programa cultural integrado con poesía, canciones y bailes. Los asistentes, por su parte, se mostraron interesados y atentos a las palabras de los oradores, y luego, como es natural, alegres, entusiastas y combativos al corear enérgicamente las consignas alusivas al acto y premiando con nutridos aplausos la actuación de los artistas. Diría yo, aunque ciertamente es mi apreciación personal, que la celebración fue todo un éxito y que cumplió a cabalidad con su objetivo fundamental: reunir, hermanar y entusiasmar al antorchismo morelense. No hubo problema alguno; ningún obstáculo, tropiezo o roce ni siquiera con la policía que resguardaba el palacio de gobierno.

Pero… El lunes, primero de julio, me di cuenta de que, aparte de que los medios ignoraron el acto antorchista (cosa a la que tienen derecho) y centraron su atención en “la marcha por la paz de Cuernavaca” (sic) encabezada por el escritor Javier Sicilia, de todos mis respetos, llevada a cabo ese mismo día y casi a la misma hora, las reseñas, todas, empleaban un tono despectivo (y hasta claramente acusatorio en algunos casos) al colocar el festival antorchista entre las maniobras armadas por “las autoridades de Morelos” que así “intentaron boicotear la marcha por la paz…” Es claro que, ni a los organizadores de la marcha ni a los reporteros que les dieron cobertura, les gustó que los antorchistas no hayamos suspendido nuestro evento, planeado con tanta anticipación como digo, para contemplar, con el sombrero en la mano y con profundo recogimiento y reverencia, el desfile silencioso de quienes luchan por acabar con la violencia en México. Es obvio, por tanto, que dan por hecho que su causa es superior a cualquier otra y que, por ende, todos debemos subordinar nuestros pasos a los de ellos. Puede que sea así; pero yo quiero rogarles, de todos modos, que se tomen siquiera la molestia de avisarnos oportunamente sus planes y sus órdenes en casos como éste, pues, suponiendo que estemos obligados a obedecerlos, no por eso tenemos que adivinar su sacrosanta voluntad. Que conste.

El diario Reforma precisa: “Gerardo Becerra, quien en 1998 marchó junto con Graco Ramírez para exigir la salida del entonces Gobernador Jorge Carrillo Olea, aseguró que la celebración de Antorcha Campesina en la Plaza de Armas de Cuernavaca fue planeada desde la Secretaría de Gobierno del Estado” (sic). ¿En serio, señor Becerra? ¿Cómo lo supo? ¿Quién y con qué pruebas lo convenció, de modo tal que se atrevió a acusarnos, sin pestañear siquiera, de contubernio con su viejo camarada de andanzas “revolucionarias” para “boicotear” la marcha por la paz? Puedo imaginarme su “argumento” (el mismo de todos los chapuceros y calumniadores: “razones de seguridad”) para justificar el anonimato de su fuente, pero no creo que valga igual para excusarse de presentar las pruebas de su acusación. Si, al final de todo, usted no puede mostrar ni la identidad de su informante ni las pruebas de su imputación, entonces es claro que todo es un puro invento, una calumnia vil y artera contra gente humilde y pacífica que ningún daño le ha hecho y que, hasta antes de ahora, ignoraba incluso que usted existía sobre la tierra.

            Pero algo falta. El jueves, 20 de junio, a eso de las nueve de la noche, un piquete de policías perfectamente armados irrumpió en el domicilio de la dirigente antorchista de Morelos, Soledad Solís Córdova, sin orden judicial alguna y con el burdo pretexto de que, “por teléfono”, les habían avisado que “aquí se esconde un hombre armado”. La denuncia de la víctima fue recogida por el diario El Regional del Sur, y por elregional.com.mx. Según ambas publicaciones, Soledad Solís explicó así el brutal allanamiento: “… hay enojo del gobierno estatal por el apoyo que estamos dando a los pobladores de Acolapa”. Se trata, aclaro yo, de gente que está siendo arrojada por la fuerza de sus viviendas, mismas que ellos compraron y ocupan de buena fe desde hace tiempo. El señalamiento de Soledad se finca en declaraciones, entonces recientes, del gobernador Graco Ramírez, quien, de acuerdo con el diario La Unión de Morelos y launion.com.mx, dijo en relación con los desalojados: “… los anda abanderando un movimiento que pretende aprovecharse de eso para sacar canonjías por otro lado”, en referencia, precisa el diario, al Movimiento “Antorcha Campesina”. Es decir, el gobierno de Graco Ramírez acusa de aprovechados y deshonestos a los antorchistas morelenses y, a renglón seguido, ordena allanar el domicilio de su dirigente estatal y amenazarla de muerte pistola en mano. ¿Hay alguna congruencia entre estos hechos documentados y la acusación irresponsable de Becerra?  

Pero el mismo Becerra declaró, según Reforma: “El que no conozca a Graco que lo compre. Conocemos que la descalificación siempre ha estado en su boca (y en la de usted, señor Becerra), y segundo es que bueno, los bloqueos es parte de la estrategia como la que tenemos en este momento aquí”. He aquí el retrato del gobernador de Morelos hecho por quién dice conocerlo muy bien. De él se deduce también que son ciertas la denuncia y la explicación del atrabiliario allanamiento a su domicilio que hizo Soledad Solís y, por tanto, que es falsa la imputación de Becerra. Pero los casi cuarenta años de experiencia del antorchismo nacional, me han enseñado que es inútil y contraproducente tratar de razonar con esos “izquierdistas” que se autodefinen como los únicos y verdaderos revolucionarios de estos tiempos y como los dueños absolutos de la verdad. ¿Para qué escribo y por qué me defiendo entonces? Porque algo irrefrenable dentro de mí me dice que es mi obligación poner la verdad en su sitio; que si hoy eso parece inútil e ingenuo, con toda seguridad no será así en el futuro. Vale.

 

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Aquiles Córdova Morán
Ingeniero agrónomo por la Escuela Nacional de Agricultura, que ayudó a transformar en la Universidad Chapingo. Trabajó en: Instituto Nacional del Café y Secretaría de Agricultura y Ganadería. Funda el Movimiento Antorchista