Contra las regresiones políticas, o por qué votar por Tony Gali Fayad

  • Guillermo Nares
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No es una predicción, sin embargo cada vez hay más indicios que apuntan una primera conclusión: las elecciones del próximo 7 de julio cerrarán el ciclo del viejo autoritarismo poblano. La derrota del priismo poblano en el 2010 abrió las pautas para que emergiera el pluralismo político, limitado y contenido, incluso en momentos aplastado por la política autoritaria y vertical del viejo régimen estatal.

Es perfectamente claro. Durante décadas, la política desde el Partido Revolucionario Institucional se hizo obligada. Todos los intentos de la oposición electoral –dispersa, dividida, fragmentada- por democratizar la representación política fracasaron. Una y otra vez las voces críticas, la disidencia, las iniciativas alternas, fueron marginadas, excluidas, vilipendiadas. Igual suerte corrieron los liderazgos populares genuinos y las organizaciones sociales y cívicas no gubernamentales. La oposición urbana y rural fue borrada del mapa poblano. El mensaje autoritario fue perfectamente claro: la única participación, o cuando menos, la participación mayoritaria provendría, (insisto obligada) del priismo. Fuera y contra el PRI la respuesta fue el ostracismo político. La política poblana fue banalizada, empobrecida espiritualmente,  humillante porque negaba elementales derechos de réplica. Siempre  plagada de relaciones asimétricas porque, quien tenía el poder, lleno de soberbia excluía, denostaba, segregaba e incluso perseguía a los demás.

La modernización del entorno urbano, a finales de la década de los sesentas, y la terquedad opositora, en ocasiones más testimonial que real, engendró una ciudadanía que si bien tardó décadas en expulsar al PRI del gobierno estatal, lo hizo un poco más rápido en el municipio de la capital poblana. Explicable: la oposición, con mediana influencia en los principales municipios urbanos del interior del estado, articuló en la capital un importante segmento de electores oposicionistas y/o racionales que de modo permanente unos y otros propinaron al priismo fuertes descalabros en elecciones locales e incluso federales en la ciudad capital. No es gratuito afirmar que entre la década de los noventas y el 2010, a fuerza de tantas derrotas, se gestó una oposición que encontró en la fórmula aliancista el camino de la alternancia en el gobierno estatal.

Es la explicación del contrasentido en la historia política poblana. Mientras en el 2000, el país dio al traste con el presidencialismo, en Puebla fue pleno el partido hegemónico.

El escenario político hoy es radicalmente distinto. El PRI ha vuelto al ejecutivo federal y sin embargo localmente vive sus momentos de estertor.

Puebla es hoy paradigmática para el sistema político mexicano.

No es una elección cualquiera. En el estado y en particular la elección de la ciudad capital, define estratégicamente las posibilidades del futuro de la democracia en el país porque otorga viabilidad y horizonte, a una oposición nacional que ha hecho de la fragmentación la vía segura de las derrotas. Al contrario, la fórmula de coaliciones partidarias horroriza, causa pánico y parálisis al PRI.

En esta fase de cambio político, la elección  poblana consolidará o no la vía coalicionista de la democracia mexicana.  Es una razón poderosa para votar por la alianza que encabeza Tony Gali a la presidencia municipal. No es la única.

La vocación de GaliFayad es ciudadana. La composición de la planilla que encabeza es muestra de ello. Las instancias colegiadas de gobierno integradas por ciudadanos, elevan a los partidos el costo de su opacidad. A contrario de la planilla que encabeza el ex rector, da pauta del modo de hacer política a espaldas de los ciudadanos (antes, a espaldas de los universitarios) y por ello es excluyente, autoritaria, discrecional, voluntariosa y hasta déspota. 

Puebla Unida representa un ejercicio de búsqueda de la democracia y de quiebre del autoritarismo agresivamente regresivo en el complicado contexto poblano.

Lamentablemente hay quien marcha a contrapelo de la historia de la democracia regional y de la ciudadanía poblana cada vez más exigente y menos manipulable.

gnares301@hotmail.com

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Guillermo Nares

Doctor en Derecho/Facultad de Derecho y Ciencias Sociales BUAP. Autor de diversos libros. Profesor e investigador de distintas instituciones de educación superior