Universidad, democracia y trabajo informal

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Una niña de aproximadamente veinte años; ha tocado la puerta de mi casa para ofrecerme la propaganda de uno de los candidatos a la presidencia municipal de la ciudad de Puebla; le acompañan una decena de jóvenes que son dirigidos por personas adultas. Le cuestiono y la niña se apena, baja la vista y me responde:

-Estoy de acuerdo con usted, pero si no lo hacemos, nos quitan la beca en la universidad.

En los últimos días; decenas de jóvenes estudiantes de universidades públicas y privadas se colocan en los cruces de caminos y en las avenidas para repartir propaganda, para pegarla en los carros y camiones, para mostrar las lonas con las imágenes de los candidatos.

Estos jóvenes se han empleado para realizar un trabajo  de promoción a los candidatos y a los partidos políticos  percibiendo un salario de ciento cincuenta pesos diarios. Se  quejan de que les pagan muy poco por contribuir al triunfo de su candidato.

¿Sabrán estos jóvenes cuánto pagan las empresas transnacionales a nivel gerencial, con 8 o 12 horas de trabajo diarias en la ciudad de Puebla?

En otros tiempos, este trabajo informal era cubierto por los jefes de colonias y comités distritales que lo distribuían entre las personas desempleadas en sus áreas de influencia. El salario mínimo y una despensa era algo bueno para llevar un pedazo de pan a la casa y poder mitigar un poco el hambre; entonces como ahora, quedaba pendiente la promesa de empleos temporales en el Ayuntamiento como pintar guarniciones, sembrar flores en verano, podar los árboles o adquirir una plaza en él servicio de limpia, agua potable y alcantarillado.

Otros jóvenes promueven el voto; van de casa en casa comprometiendo a las personas que les entreguen la copia de su credencial de elector; los jóvenes se comprometen a entregarle doscientos pesos a partir de ese momento y hasta el día de las elecciones. Estos jóvenes ganan doscientos pesos, y tienen bajo control a diez personas. Así se construyen las pirámides de votantes.

En esta campaña de irracionalidad pareciera que los candidatos son totalmente insensibles, que no les importa gastar millonadas de pesos en la distribución de basura electoral. Me comenta una persona:

-El otro día asistí a una rifa de electrodomésticos; cuando el candidato estaba a punto de abordar su camioneta, lo interceptó una de las organizadoras del  acto en una de las colonias por los rumbos del sur de la ciudad. En ese momento, le expresó su apoyo decidido y le presentó a un nutrido grupo de mujeres con visibles necesidades de empleo, en su mayoría, eran madres solteras:

-Señor candidato, aquí estamos con usted, pero apóyenos, yo quisiera dedicarle más tiempo a la campaña, pero tengo una hija enferma y el Seguro Popular no me cubre los estudios que me cuestan cinco mil pesos. El candidato le sonríe y sacando su cartera, delante de los presentes, le hace entrega del dinero, recibiendo el aplauso de todos.

La campaña electoral que está por concluir; ha servido también para dirimir conflictos en la Universidad Autónoma de Puebla –BUAP- al llevar a uno de los candidatos a un desayuno en un espacio que pareciera ser coto exclusivo de los dos ex rectores en campaña.

Tampoco dejan de mostrar –los candidatos y los partidos- su vocación clientelar a través del corporativismo en los sindicatos como los de los maestros de educación básica o los universitarios; ¿Cómo entonces los partidos pueden ser escuela de ciudadanía para ampliar los márgenes democráticos en nuestra entidad?

¿Cómo explicarnos que sean los profesores de educación básica y la inteligencia de nuestras universidades públicas los que reproduzcan los viejos patrones autoritarios del voto corporativo?

¿Cómo los maestros pueden presentarse frente a los jóvenes para pedirles que voten por tal o cual candidato que les ofrece trabajos y salarios bien remunerados cuando lo único que les pueden dar es un trabajo informal cada tres, o cada seis años cuando hay campañas electorales?

También ha hecho su presencia la propaganda de “La Izquierda verdadera”. Sin rostro, sin nombre propio, sin vida pública y lo mejor de todo, sin votantes que ofrecer al candidato que dice apoyar. “La Izquierda verdadera” se confunde en las aulas universitarias, son los viejos cuadros comunistas que ya no pudieron cambiar su discurso pero si su militancia, lo que les deja buenas ganancias en el aparato burocrático de la BUAP, y en la preservación de los empleos propios y el de los familiares.

Mientras tanto, el candidato de las “caritas felices” y el “ceño fruncido” tiene que enfrentar los rumores de los miembros de su partido que dicen que su suerte ya fue negociada en la ciudad de México; de los que cuestionan a sus candidatos como el señor Barranco que dicen, tiene un pasado académico muy tortuoso de tráfico de calificaciones para culminar sus estudios y entre los profesores normalistas se cuestionan si diputados como este señor, van a elaborar la Ley Estatal de Educación.

Pero al final de la campaña, los ciudadanos vamos a elegir a los Presidentes Municipales de los 217 Ayuntamientos y a los legisladores del Congreso Local ¿Cuál es la oferta electoral de los partidos? Los mismos candidatos de siempre, los viejos caciques regionales, los hijos y los nietos de los hombres de poder en la entidad que impiden la renovación de cuadros de los partidos, de todos los partidos políticos en el estado de Puebla. Viejos cacicazgos y cacicazgos emergentes es lo que nos ofrece el sistema de partidos en Puebla. (29-06-2013)

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