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Puebla extiende su racha de empates: iguala 2-2 con Pachuca

  • Edwin García
Son ya ocho empates consecutivos para la Franja que hoy le valieron para llegar a 16 unidades (de 39 posibles)
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El paso de la Jornada 13 nos alcanzó en el Estadio Cuauhtémoc. Ni la lluvia precipitada que azotó a la ciudad impidió que el Club Puebla se presentara ante su gente con una única misión: no empatar. Esto no fue posible de nueva cuenta, pues el recinto vio un resultado de 2-2 ante Pachuca que los hizo llegar a 16 unidades, lejos todavía de los puestos que aseguran Liguilla.

El juego, desde luego, tuvo que ser cuidadoso. A la cancha se le alzaron costras de lodo provocadas por la lluvia y el galopeo de los tachones, por lo que una lesión en todo sitio del terreno podía presentarse en cualquier momento.

Sin mucho aviso de por medio Jordi Cortizo se hizo presente en tres cuartos de cancha, recibió, buscó desprenderse de la marca y consiguió limpiar su área para despejar la vista. Antes de entrar al cuadro grande mandó un disparo fulminante que se insertó en el arco de Oscar Ustari no sin antes pasar a saludar al poste con un beso veloz.

La afición no está desacostumbrada a cantar los goles de su equipo, más bien, de muchas bocas emergió una sola petición: “ahora que no nos empaten”.

Solo un minuto después pudo venir el 2-0, pero el mismo Cortizo se vio sorprendido con el esférico dentro del área al no saber cómo definirla. Su disparo terminó por ser una pifia que se despidió por un lado, sin mayor peligro.

Al campo destartalado, falto de color verde y con manchas negras por muchas zonas, se le vinieron encima uno y otro jugador que caía a causa de las entradas fuertes. Los fisios entraron hasta en cuatro ocasiones solo en la primera mitad. Ya habíamos mencionado arriba que jugar con lluvia siempre resulta temerario.

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El encuentro se trabó en una ola de rebotes que iban de lado a lado. Pachuca jugó mejor en el lapso de los últimos 20 minutos, con mejor idea creativa y jugadas terminadas que pasaban o por encima de Antony Silva o por sus manos salvadoras. No tuvo que exigírsele mucho al paraguayo sino hasta el 44’, cuando un tiro de esquina lo obligó a dar una estirada monumental para defender su ventaja.

Las palmas de 13 mil 449 espectadores (rezó el sonido local) reconocieron su valentía.

La historia conocida

Fue necesario cambiarse el outfit para la segunda mitad, aunque en ello Pachuca se robó miradas al salir con una playera distinta a la mostrada en el inicio. ¿La razón?, ambos clubes juegan de blanco con azul, lo que dificultó la visibilidad en algunos casos.

Pero el Puebla no se presentó esta noche de miércoles para chulear camisetas. El trabajo consistió desde un principio en ponerse ventajosos en la pizarra.

El Cuauhtémoc pedía acción y esta llegó de nueva cuenta al 52’, cuando Martín Barragán mandó de cabeza el 2-0 para incrementar los números en el electrónico y, de paso, consolidarse como el segundo mejor mexicano del torneo Apertura 2022 con seis goles en su cuenta, solo dos menos que Henry Martín, actual líder.

San Antony no se quiso perder de la ovación una vez que el ambiente en el recinto subió de tono y mejoró en ánimo, pues nos regaló una estirada tremenda para quitarle a los hidalguenses el gol que ya saboreaban y que el sudamericano les arrebató.

La barrera infranqueable poblana por fin cayó al 78’ con la anotación de Nicolás Ibáñez. Esto no tumbó el ánimo ni el ritmo, pero sí infundió cierto nerviosismo para la afición al empezar un son que ya se saben: ir ganando y perder su ventaja, resignándose con el empate.

La voz de profeta no la tengo yo, sino que ha sido una constante en todo el torneo: a balón parado y con doblete de Ibáñez, Pachuca empató el juego.

Son ya ocho los empates del Puebla en este torneo donde apenas registra dos victorias y una derrota. Algo pasa en el esquema de Nicolás Larcamón que se han olvidado de cómo defender una ventaja.

El siguiente compromiso no pinta fácil a pesar de la historia que respalda a la Franja. Puebla visitará a Chivas en la Jornada 14 este sábado 10 de septiembre para tratar de romper con su maldición, hacerla más grande o, peor aún, caer ante el buen paso del Guadalajara.

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