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La corrida Guadalupana terminó en un auténtico cachondeo

  • Jaime Oaxaca
El público disminuyó en asistencia con relación a los dos festejos anteriores, quizá sea por los toros chicos o el horario; algo sucede
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El Relicario va de mal en peor.

El pasado viernes se efectuó la tercera corrida del serial de invierno que se realiza en el coso de Los Fuertes; el festejo terminó en una auténtica pachanga con el regalo de dos novillos. 

El público disminuyó en asistencia con relación a los dos festejos anteriores, quizá sea por los toros chicos o el horario, algo sucede. El trapío también bajó, ahora fue en mayor número de toros. La báscula no funciona, recurren al tanteómetro. No se respeta el Reglamento Taurino y como todo está supeditado a la decisión del empresario Pedro Haces, la fiesta se convierte en un desconcierto; todas las decisiones él las toma. Esto se ha convertido en la tierra de "¡haces lo que dice el senador Haces!".

El cartel era muy interesante, una tercia que le va al toro, pero echándoles novillo, nadie gana. 

Se lidiaron nueve toros, el quinto fue devuelto porque se despitorró en el peto de la jaca de un picador, era imprescindible cambiarlo, la gente por fin protestó, se colocó el primer par de banderillas, siguieron los reclamos hasta que el juez mandó que se sustituyera, se supo que la empresa no quería cambiarlo. 

De esos nueve que salieron por toriles, los tres primeros eran novillos de la ganadería de Coroneo. 

El primero manso débil, levemente protestado cuando salió al ruedo. El segundo era una alhajita, un manso con mucho peligro. El tercero embistió, el primero del serial que lo hace. 

El cuarto otro novillo, ahora de Barralva, embistió poco y terminó huyendo. 

El quinto con más presencia, era defectuoso de cuerna, sustituido por el quinto bis de Real de Saltillo, que tuvo trapío. Calamocheaba al embestir, tenía peligro. 

El sexto, de Barralva, más cuajado, era cornicorto. 

Hubo dos regalos a destiempo. Dos auténticos novillos indignos de ser lidiados por matadores con alternativa, vestidos de luces y en público, el séptimo de Coroneo y el octavo de Barralva. 

El sexto dio una vuelta de campana, al parecer se inutilizó, durante la faena de muleta era visible su debilidad como consecuencia de la machincuepa. Si durante el último tercio se hubiera anunciado el regalo, la gente lo hubiera tomado como una buena acción de la empresa. Pero no fue así, se anunció después que Saldívar pinchó. Es decir, a destiempo. 

Casi para terminar el séptimo animalito, José Mauricio anunció que regalaba otro. En una corrida seria eso no está permitido. Supongo que la decisión no fue del diestro, sus cosas ya las habían sacado de la plaza. El torero anunció el regalo y el mozo de espadas regresó volando al callejón con la espuerta de José Mauricio.

De los toreros Fermín Rivera puso voluntad. A su primero lo picó Lalo Reyna, un buen puyazo. Hubo dos buenos pares de Gerardo Angelino, el segundo fue extraordinario, le expuso de verdad, parece que la gente ya no sabe que, si aplaude fuerte, el torero sale a saludar al tercio. Contrastaba lo alto que es Fermín con lo bajito del novillo. Le suenan un aviso al matador Rivera. 

Al cuarto lo pica Gabriel Meléndez, varilarguero de la dinastía de los “Coca Cola” de San Luis Potosí, Banderillea Gustavo Campos. Dos o tres tandas de Fermín una por la izquierda el toro se raja. Pinchazo y estocada. 

José Mauricio tuvo que estar muy vivo en su actuación, le tocaron dos bichos que desarrollaron sentido. Su primero, segundo de la noche, era un manso, “avisó” que brincaría al callejón, no lo hizo. No es que se arrancara de largo al caballo, simplemente en su carrera se topó con el caballo, picó Erick Morales, bien ejecuta la suerte, lo llevan nuevamente al peto. Cuando hay dos puyazos pude entrar a hacer un quite el torero siguiente; aunque Saldívar sólo dio una revolera se hizo presente. José Mauricio se dobla con torería, le expone al morito, le mete la espada, no cae, descabella y le suenan un aviso. 

En el quinto, hay un buen puyazo de Omar Morales, es en la querencia. El manso en una carrera se encontró con el caballo, el varilarguero le echó tipo. En el quinto bis, brega con atingencia Héctor García, un buen puyazo de Erick Morales, tres chicuelinas de José Mauricio en el quite. Se la juega el torero, mete al aro al “Almirante” con doblones iniciales, el manso termina rajándose, el torero no se salva del aviso. 

Salió el tercero de la noche, sin ser nada del otro mundo, al menos embistió. Saldívar lancea, con verónicas, chicuelinas y vistoso remate. Paco Salinas apenitas un metisaca con la puya, fue un simulacro de la suerte de varas, pero la gente aplaudió. Bien “Lupillo” en sus dos pares de banderillas y también el aspirante Gustavo Escobedo. 

Saldívar inicia a tambor batiente, un péndulo, muletazos por alto y remate. El pequeño Barralva no transmite el peligro propio de un toro de lidia, al contrario, es una hermana de la caridad. Arturo tiene buenos momentos, sobre todo por el lado derecho. No junta las piernas cuando cita a matar aguanta la embestida y deja una buena estocada. Le dan dos orejas y hay palmas al burel en el arrastre.  

El sexo, además de la machincuepa, un piquetito leve de Eduardo Delgado y sufren las cuadrillas para colocar las banderillas. 

De los novillos de regalo, a manera de protesta por su insignificante presencia, no mencionaré nada. 

El festejo inició con una procesión en honor a la virgen de Guadalupe, con respeto y seriedad, cuatro horas después estaba convertido en un cachondeo.

Foto: Jaime Oaxaca

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