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Una nube blanca y un intenso olor a gas fueron preludio del estallido

  • Nancy Camacho/Mariana Salinas
Vecinos narran cómo apenas pudieron tomar a sus hijos para salir huyendo de la zona de peligro
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La mayoría de habitantes de la zona de San Pablo Xochimehuacán donde explotó la toma ilegal de gas este domingo no alcanzó a recoger sus documentos pues apenas les dio tiempo de tomar a sus hijos y mascotas, y salir huyendo en su auto, o a pie, para alejarse de la zona de peligro e irse a un lugar seguro.

Desde las primeras horas del domingo, el 911 recibió una llamada, advirtiendo sobre una nube blanca y un fuerte olor a gas por lo que se comenzó a movilizar personal de Bomberos del Estado, policías, Protección Civil, personal de Petróleos Mexicanos y la Guardia Nacional. Poco después se ordenó el desalojo de los vecinos.

Mari Cruz, de 26 años, quien vive en la colonia La Candelaria (atrás del Hospital de Traumatología y Ortopedia) narró a e-consulta que, alrededor de la 1:40 horas escuchó las alarmas vecinales y recibió notificaciones de grupos de WhatsApp de que tenían que desalojar sus viviendas, sin embargo, se atemorizó más cuando escuchó a las patrullas y percibió el olor a gas LP.

Con apenas lo que vestía, tomó a sus hijos y acompañada de su familia intentó salir de la zona hasta llegar al Mercado Hidalgo. Ahí le comunicaron que el lugar no era seguro por lo que tuvo que seguir su camino hasta Soriana.

Posteriormente llegó a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, que fue habilitada como refugio temporal por las autoridades, donde recibió apoyo y fue atendida psicológicamente después de ser testigo de la explosión de una toma clandestina.

“Escuchamos la primera explosión. y fue cuando entramos en pánico. Cada quien quería correr por sus familias. La gente empezó a salir en pijama y nos decía que avanzáramos porque la zona no era segura y fue entonces cuando escuchamos otra explosión y todos nos empezamos a alterar más”, comentó.

Señaló que por la explosión los vidrios de su casa y de otras más salieron volando, además de que se escuchó cómo empezaron a tronar algunas paredes.  “Afortunadamente nadie de mi familia resultó herido, pero sí sentí cómo salieron volando los vidrios; fue algo muy feo”.

Comentó que sentía que el “fuego los alcanzaba” y por el bien de su familia no regresaron a la zona debió a que podría registrarse otra explosión. Señaló que se quedará en el refugio habilitado hasta que las autoridades municipales y estatales les indiquen que es seguro regresar a sus hogares.

Por su parte Carmen, otra afectada quien se encuentra con su familia en el albergue de Villa Frontera, compartió que se encontraba en su cama cuando de pronto percibió un olor fuerte de gas, por lo que de inmediato alertó a sus vecinos a través de grupos de WhatsApp.

Señaló que el estruendo de la explosión fue muy fuerte que se sintió a varias cuadras a la redonda, por lo que de inmediato decidieron refugiarse para evitar alguna lesión.

No llegaron al refugio; durmieron en la calle

Ana se encontraba sentada en las escaleras de un local cerrado, frente a la segunda privada Benito Juárez, a un par de calles de la explosión.

Lo único que tenía consigo era la ropa que llevaba puesta cuando sus vecinos le pidieron salir de casa. Con lágrimas y la voz quebrada, relató que a las dos de la mañana una densa nube blanca recorría las calles y mareaba a todas las personas que intentaban alejarse sin rumbo.

Ella y una vecina de la tercera edad contaron que durmieron en la calle Nopales, junto con varios pobladores que en la madrugada no lograron llegar a un refugio temporal pues se sentían muy cansados para seguir.

Al momento de la explosion, después de las 2:30 de la mañana se encontraban suficientemente lejos, pero las cuatro detonaciones que se escucharon, provocaron el pánico de todos los pobladores. Su casa, en la que viven más de seis personas, fue una de las más afectadas.

Con incertidumbre esperó desde las 6 de la mañana para pasar y recoger algunas pertenencias del único patrimonio que tiene, pero al estar tan cerca de la zona cero, los elementos de la Guardia Nacional, no la dejaron pasar más allá.

La señora Maribel Gutierrez y su esposo se encontraban a cinco calles del siniestro. Con ella viven nueve personas y aunque lograron salir con vida, no pudieron refugiarse en la casa de sus familiares pues toda la zona estaba acordonada.

Explicó que a primeras horas de la mañana, logró ingresar a su domicilio, el domo estaba completamente destruido y las puertas y ventanas se cayeron. La mayoría de sus pertenencias se encontraban en el suelo debido a que la estructura de su casa y de muchas, se cimbró por la potencia del estallido.

Acusó que las autoridades estatales y federales han sido omisas ante las denuncias que han realizado para acabar con las tomas clandestinas y esperan que se hagan responsables para indemnizar a todos los afectados.

Foto Agencia Enfoque

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