Como todo ciclo de vida que no se exime del deporte, los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (esos por los que esperamos mucho y de los que se dudó por segundo año consecutivo la realización) llegaron a su fin en medio de un festejo completamente oriental que también dejó la batuta en la siguiente sede: París, aunque con la vulnerabilidad de que la situación epidémica pueda volver a disparar una serie de desencantos como los que hemos tenido desde 2020.

Este 8 de agosto culminaron los 17 días de pura emoción en una ceremonia de clausura que pone el broche de oro a las Olimpiadas “más extrañas” de la historia, donde los fuegos artificiales iluminaron el Estadio Olímpico de Tokio para marcar el comienzo de este capítulo final.

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En el segmento de apertura llamado “un mundo de aplausos”, revivimos la emoción de los Juegos Olímpicos con un video que repasa los 17 días de eventos y competencia, aunque quizás una parte de las más emotivas fue ver a todas la a banderas reunidas en una sola sede, donde se trató de reafirmar que la emoción deportiva logra traspasar fronteras y unir continentes.

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De acuerdo con Tamara Gil de BBC Mundo, los Juegos de Japón terminaron con la misma “falta de emoción” que les han caracterizado desde un inicio, así como con un tono sobrio al que se han visto obligados por una pandemia que lo ha marcado todo. Los japoneses se esforzaron por generar ilusión y el entusiasmo de los atletas -su esfuerzo, sus victorias, sus caídas y sus grandes gestos de compañerismo-, algo de lo más destacado en términos de efusividad.

#8Ago | La entrada de los atletas a la ceremonia de clausura de los #JuegosOlímpicos de #Tokyo2020.pic.twitter.com/asga9UBEwK

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— El Diario (@eldiario) August 8, 2021

Claramente el acto estaba pensado para todas y todos los atletas que durante más de dos semanas entregaron cada una de sus horas de esfuerzo para tratar de llevar alegría a su nación, una que surge de la esperanza y que fácilmente se difumina en el corto plazo, pero que pasa a la historia por el simbolismo que carga.

Había numerosas partes que ni siquiera sucedían en el propio estadio, pero que permitieron dar paso al relevo de París -con una perfecta coordinación y una celebración francesa mucho más animada y cercana que la que tenía lugar en Tokio-, lo que se reflejó como un duro contraste y a la vez recordatorio de lo inéditas que han sido estas Olimpiadas.

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