• Elecciones

“Así no pueden gobernar y sí, se pueden ir”

  • Israel Velázquez G.
Nada, ni la Covid ni la edad impiden salir a votar en Puebla
.

Una mujer en silla de ruedas, con sombrero y tapabocas. Otra con un collarín que le recuerda que su auto derrapó y chocó dos días antes, el viernes, cuando iba a nadar. Parejas de policías. Grupos de religiosas con sus hábitos. Ojos felices, inquisitivos, esperanzados, desesperados.

Y la sorpresa de que el arzobispo Víctor Sánchez Espinosa haya decidido no salir a votar, porque “guarda estricto confinamiento desde que inició la pandemia”, informó la Arquidiócesis de Puebla.

Él sigue en cuarentena, por ser de la tercera edad, y sale a oficiar sólo que las misas sean muy importantes; quizá por eso no ha dado entrevistas desde el año pasado. Al final, si se está bien con Dios, ¿qué importa el gobierno de los hombres?

Es domingo 6 de junio y Puebla votar para elegir diputados y presidentes municipales. Salen todos, o casi todos, de un año de pandemia, de encierro, de un año en el que la vida estuvo en peligro y aún así tienen ganas de ser funcionarios de casilla, de votar, de elegir.

Miles con ganas de no quedarse acostados en el sofá a ver las cosas: como hace 21 años cuando muchos eligieron a Vicente Fox Quesada, o años antes cuando otros pusieron a temblar al sistema priista votando por Cuauhtémoc Cárdenas y más recientemente depositaron la esperanza en Andrés Manuel López Obrador.

La tía que azuza a su hermana para que deje votar al sobrino; será su primera vez como ciudadano. ¡Y qué fortuna!: cumplir la mayoría de edad en el año de la pandemia y votar también en el año de la pandemia. Algo histórico.

Esta vez, como aquellas, se trató de no salir a las calles sólo a respirar, pese al virus: era cuestión de decidir entre reelegir o no presidentes municipales y diputados. Y por eso muy temprano la mayoría se formó en las casillas: aún con el almohadazo, en chancletas, en pijama y hasta sin desayunar.

En juego estuvieron 2 mil 300 cargos y la posibilidad de decidir entre mantener a Morena o dar oportunidad al engendro formado por la alianza PRI-PAN-PRD. Se preveía una disputa cerrada, porque Puebla es el quinto estado que más denuncias presentó ante la Fiscalía Especializada en materia de Delitos Electorales desde que inició el proceso electoral en septiembre de 2002.

Aunque el resultado en la capital de Puebla estaba más cantado que “Vamos al Noa Noa”, de Juan Gabriel, la tensión estuvo en todos lados. Afuera de Casa Aguayo, por ejemplo, vigilantes vestidos de civil se acercaban a todo aquel que pasara más de dos veces por los alrededores.

Las cámaras, decían, “ya nos aventaron más de dos veces que ha pasado y nos dijeron ‘abórdale y pregúntale para que todos sepamos quiénes somos’”, como si eso fuera necesario en un país que garantiza el libre tránsito.

Así se les fue el domingo, insistentes y nerviosos porque apenas a principios de mes las alumnas de la Normal Rural “Carmen Serdán” de Teteles de Ávila Castillo les tomaron el edificio.

El día se prestó para salir a votar. Nublado por momentos, con un Sol que no calienta, pero que no por ello se puede ignorar, como no se podía ignorar que los funcionarios de casilla llegaran tarde, que no estuvieran listos para comenzar a recibir votantes a las 8 de la mañana.

La mujer de collarín responde “madreada” a quien le pregunta “¿cómo estás?”, pero ni así, madreada, le pasa desapercibido que los salones donde votó estaban sin ventilación y que había mucha gente.

Ojalá sirva a todos, dice, para que “todos se den cuenta de que no pueden gobernar con ese nivel de ineptitud y que sí se pueden ir, que son frágiles, y que tenemos los ojos encima”, dice con una voz que evoca a los catedráticos que imponen ante sus alumnos.

En una casilla especial de Tehuacán las personas responsables estaban todas en su lugar, aunque por la tarde no había ya tanta gente. Tenían cubre bocas o careta. “Por primera vez vi orden en una casilla”, cuenta una ciudadana de aquella región, de donde es también el gobernador Miguel Barbosa Huerta.

Las urnas seguro estaban felices de estar semillenas ya en la tarde. Sí, la mañana fue la más movida en esa casilla especial que recibía también el voto de una persona mayor que preguntaba si poner un círculo o una cruz en las boletas.

Y los balazos en Coronango y en Ocoyucan. Y la anulación de la elección para las alcaldías en San José Miahuatlán y Teotlalco. Ahí habrá comicios extraordinarios y todo porque hasta las 14 horas no comenzaba la votación porque simpatizantes de Morena tenían tomados los consejos municipales.

Pero ni en el municipio de Coronango ni en el de Ocoyucan la votación fue frenada por los balazos que, según autoridades electorales, “fueron por conflictos entre particulares; nada que ver con la elección.”

Los primeros conteos a boca de urna esbozaban la derrota de la segunda mujer que fue presidenta municipal de Puebla capital; y el triunfo de quien ya fue una vez alcalde de esta ciudad.

Números cerrados en San Pedro y San Andrés Cholula, donde también Morena tuvo oportunidad de demostrar que las cosas se podían hacer de una forma que no fuera ni la priista ni la panista. O eso, los números cerrados, pintaban hasta el momento en que este texto fue redactado.

La jornada acabó con un candidato, Eduardo Rivera Pérez, en los cuernos de la Luna; y a su adversaria, Claudia Rivera, acompañada sólo por sus más leales…, casi como cuando fue candidata por primera vez e iba sola a las entrevistas, a las redacciones, sin la parafernalia de la que se rodeó meses después.

Hace unos años él había perdido; hace unos años, ella había ganado.

La derrota, se sabe, no por anunciada duele menos.

Tags: 

Comentarios de Facebook: