• Sociedad

Con uniforme no se aprende mejor en tiempos de COVID-19

  • Laura Ruiz
El académico de la UPAEP, Adolfo Cruz, señaló que el uniforme no significa mejor disposición para aprender a distancia ni unifica desigualdades
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En plena crisis por el COVID-19 y con los estudiantes de educación básica aprendiendo desde casa, el gobierno de Puebla decidió invertir 560.2 millones de pesos en uniformes escolares sin que el uso de las prendas en las actuales condiciones impacte positivamente en el aprendizaje, de acuerdo a expertos.

Así lo advirtió en entrevista Rodolfo Cruz Vadillo, doctor en Investigación Educativa y catedrático de la Facultad de Educación de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).

Claves en la historia del uniforme

Para evaluar el rol del uniforme escolar en el contexto del confinamiento por la crisis sanitaria, el académico parte por recordar que en México se comenzaron a usar estas prendas en el gobierno del General Lázaro Cárdenas del Río, quien impulsó la educación pública y buscó uniformidad ante las desigualdades sociales.

"Tenía varios objetivos, pero uno central era que como había grandes desigualdades debía haber un uniforme que ayudara a que no se distingan esas diferencias, ideal de la escuela pública y de con Lázaro Cárdenas, con esa mirada socialista, igualitaria, que hace sentido.”

“Es decir, es muy evidente cuando un chico llega con ropa no en muy buen estado, que gastan su ropa, con otros chicos que podían acceder a otra ropa y las desigualdades eran muy evidentes y podían provocar exclusiones, discriminaciones", dijo.

Uniforme no tan uniforme

En contraste con ese propósito cardenista de uniformidad ante las desigualdades en el proceso educativo, expuso Cruz Vadillo, ahora vemos que con o sin uniforme, los estudiantes de educación pública reflejan sus desigualdades.

Según el académico al emplearse herramientas como el internet y otras más avanzadas como las videoconferencias, se reflejan las dificultades para acceder a la tecnología y otras carencias en el modo de vida.

"¿En qué momento el uniforme dejó de servir para evitar las desigualdades cuando yo les pido a los chicos que prendan su cámara y entonces todos podemos ver cómo es su casa, nos metemos hasta la cocina y podemos identificar, en algunos casos lo hemos visto, las precarias condiciones en las que viven?”

"Es decir, el chico podrá traer su uniforme muy bien puesto para igualarlos a todos, pero en el fondo se ven las realidades y yo ahí creo que no tiene ningún caso el uniforme, además que estén gastando porque no lo van a usar todavía", comentó.

Sin impacto en la formación

En la opinión del experto el uso de uniforme en el contexto del confinamiento tampoco tiene un impacto en la formación, pues portar las prendas no significa que los alumnos estén dispuestos y atentos pese a la distancia.

En todo caso, dijo, lo que sí es importante y no cuesta como un uniforme escolar, es que los padres de familia colaboren con rutinas para que los niños estén listos para recibir la clase, con acciones como pararse, bañarse, arreglarse y tener un lugar dispuesto para las actividades.

Los alumnos, explicó, responden a prácticas que les generen sentido y el portar un uniforme es ya una norma que seguimos, pero deberíamos cuestionarnos.

"Que tengan el uniforme no los va a hacer ni que aprendan más rápido ni que aprendan mejor ni que pongan más atención ni nada, lo único que hace es que hay que seguir una norma y ojo, podemos caer en estas normas sin sentido y a los chicos para que aprendan las cosas les tiene que hacer sentido", comentó.

Simbolismo y fin político 

Sobre los uniformes escolares que entregan gobiernos como el de Puebla, el académico reflexiona que también hay que mencionar los fines políticos y lo que significa que los funcionarios se vean reflejados en las prendas.

El uso que se les da a estos apoyos sociales, explicó Cruz Vadillo, se compara entonces con otras prácticas de imagen de las administraciones como pintar las escuelas, aunque en este caso, con los niñas y niños y las necesidades familiares como actores de por medio. Agregó que el “uniforme es muy potente simbólicamente hablando, para elecciones y para todo lo demás.”

"Lo que nos van a decir es que ellos van a dar los uniformes con el objetivo de que no gasten y con estas cuestiones que decía de inicio, una finalidad económica que permite a todos que no haya desigualdades, pero al final también todo es político. ¿Por qué?, porque cuando uno ve el uniforme, que en todos los momentos dice 'Puebla quién sabe qué, quién sabe cuánto', inmediatamente te remite a qué gobierno es y qué nos dio.”

Nuevas tendencias y otros debates sobre los uniformes

El cuestionarnos las normas que se siguen en la escuela, detalló Cruz Vadillo, es un tema que ha sido de interés de los actuales investigadores de la Educación y hay corrientes que apuntan a desescolarizar la escuela para revisar la vigencia de las normas que se siguen, pero no son de utilidad.

Respecto al uniforme, antes del confinamiento del COVID-19, existían además otros temas de debate en los que según el académico, habría que reflexionar.

Uno de ellos es que ha dejado de tener el carácter de unificar e igualar a los estudiantes, ya que por ejemplo, prendas como las de los uniformes de secundarias federales en México se han prestado a estigmas e incluso se reflejan en la cultura popular con productos como la portada del disco ¿Dónde Jugarán las Niñas? que en 1997 produjo la banda Molotov.

"Ese uniforme, cuando uno lo ve inmediatamente te arroja a un determinado grupo, hace una diferencia traer ese uniforme hoy por hoy, a nivel simbólico, de representación, inmediatamente nos arroja que ese chico que trae ese uniforme es de un estatus bajo, puede ser incluso un chico medio malandrín, ¿por qué?, porque ahora tenemos otros uniformes", dijo.

El segundo tema de debate en torno a las prendas escolares según Cruz Vadillo, tiene que ver con la identidad y que se impone desde la niñez cómo deben vestir las niñas y niños, sin que eso siga vigente.

La justificación que se le da al uniforme, detalló, es que nos crea hábitos y nos da una normalización de lo que es adecuado, sin que se reflexione en que no todos los estudiantes deben verse y tratarse igual, como ya lo reclamó el rock en la canción Another Brick on The Wall.

"Lo que sí hace el uniforme es decir -desde la perspectiva de género- así viste un hombre y así viste una mujer, entonces ahí hay respuestas acerca de esos estereotipos de género.

"Lo que se critica del uniforme hoy por hoy es que no permite el afloramiento de las identidades de los chicos y los intenta poner a todos como la canción de Pink Floyd:  'no somos ladrillos profesores, no nos traten como tal, somos únicos y singulares'", comentó.

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