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Amelio Robles: el coronel transgénero que combatió en la Revolución Mexicana

  • Edwin García
Entre adelitas, cocineras y enfermeras, hubo quienes transgredieron el espacio para participar activamente en la Revolución
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Martha Rocha Islas, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se encargó de revisar un expediente donde halló registrada la participación de Amelia de Jesús Robles Ávila en la Revolución Mexicana, sólo que el combate no lo hizo como figura femenina, sino que transgredió ese límite y se puso encima las únicas vestiduras que le permitirían participar en el combate armado: las de varón.

Este se trata de uno de los primeros casos documentados de transexualidad en México, pues el discurso de la época señalaba rigurosamente los espacios diferenciados sobre los que se podía mover un hombre y una mujer, pues el espacio público y privado eran cosa distinta para cada sexo.

Con tan sólo 14 años, Amelia Robles tomó una de las decisiones que más cambiaría el rumbo de su vida: combatir en dicha justa al lado de Emiliano Zapata, para lo que tuvo que cambiar de atuendo y vestirse completamente como hombre. Por entonces nadie esperaría que dicha adolescente se convertiría en el Coronel Robles.

Pero, ¿por qué tuvo que hacer esto? Bueno, la respuesta es simple, pues la sociedad marcó la heterosexualidad como lo “normal” y encima relegó a la mujer lejos de todo espacio público, lejos de todo combate, por lo que la participación activa en la guerra era simplemente algo inimaginable.

Durante una extensa búsqueda en el archivo histórico de la Secretaría de Defensa Nacional (SEDENA), Rocha Islas halló 342 expedientes de mujeres veteranas que combatieron en la Revolución alentadas por el movimiento zapatista; claro está, entre ellas se encontraba nuestra “Coronela” Robles.

Tras enlistarse en 1913, Amelia tomó las armas y combatió activamente alcanzando el grado de Coronel; para 1919, vivió de lleno y de frente la muerte de Zapata.

Pero la participación de Amelia en eventos bélicos no se detuvo ahí, ya que en 1921 también formó parte del Ejército de Venustiano Carranza y después retomó las armas en 1924 para apoyar al gobierno del entonces Presidente de México Álvaro Obregón, como se menciona en el artículo de la investigadora Gabriela Cano titulado “Amelio Robles, masculinidad (transgénero) en la Revolución Mexicana”.

En este expediente también se retrata un poco de la vida personal de Amelia, como que el interés en los caballos y la vida de campo surgió desde que era pequeña.

 

Espacios designados: hombres aquí, mujeres por allá

La designación o rol que cada uno cumplía dentro de su espacio social se encontraba delimitada (por no decir acotada) tanto para hombres como para mujeres.

De esta manera tenemos que el papel de la mujer se limitaba únicamente a las labores del hogar y tareas domésticas, todas ellas resguardadas en el espacio privado. Para los hombres, en cambio, los ámbitos sobre los que se podía mover y desenvolver eran variados, destacando tres más importantes: el político, el del trabajo remunerado y de la guerra; es decir, un espacio público.

Es debido a esta transgresión realizada por Amelia que merece la pena rescatar su historia, al llegar a verdaderamente triunfar en un espacio que, por época, no le pertenecía.

Evidentemente ella no fue la única mujer que combatió activamente durante la Revolución, pues durante el zapatismo hubo mujeres soldado que lograron alcanzar cargos de rango. Amelia, posiblemente, logró destacar debido al cambio en el aspecto físico y la apariencia.

¿Dónde quedó el reconocimiento a aquellas mujeres combatientes olvidadas por el tiempo? Ignorados por el ejército, que se encargó de desconocer sus grados y únicamente otorgarles el reconocimiento por haber prestado un “servicio civil”. Quedar relegadas por las fuerzas armadas aseguraría que no pudieran volver al ejército y gozar de las mismas prerrogativas que los militares.

 

Foto: Especial

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