• Cultura

Una pequeña comuna, el último refugio de Vincent Van Gogh

  • Rosa María Lechuga
La discreta Auvers sur Oise, rústica y pintoresca, es una ciudad francesa que inmortalizó el artista con una serie de cuadros en la última etapa de su vida
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Avers-sur-Oise, es una inusitada ciudad de Francia que se encuentra a 34 kilómetros de París, y en donde propios y extraños viven entre el rastro y los recuerdos que ha dejado Vincent Van Gogh.

Auvers sur Oise una pequeña comuna francesa inmortalizada por el pintor holandés y refugio para otros tantos. Es pequeña, rústica y pintoresca.

Cézanne, Pisarro, Emile Boggio, Daubigny, Henri Rousseau y el incomprendido Van Gogh se entregaron al encanto de las calles de la campiña francesa, lejos del ajetreo y bullicio del París burgués.

Las noches interminables de fiesta; de devorar “la fée verte” (Hada verde); de discusiones interminables y fogosas con Gauguin, Bernard, Anquetin, Toulouse Lutrec. Los excesos que vivió en el barrio de Montmartre, aniquilaron su fuerza física, mental y su genialidad se vio trastocada al pintar sin cesar.

“Aquí estamos tan lejos de París para que sea la verdadera campiña”, le escribiría a su hermano Théo en una carta fechada el 25 de mayo de 1890.

Auvers sur Oise sería el destino elegido por el pintor atormentado y, sin saberlo, su último refugio.

Van Gogh realizó al menos 14 pinturas bajo el encanto del rio “Auvers”, del cielo que le enamoraría y, al mismo tiempo, amenazante y revelador de los extensos campos de trigo, de su iglesia, jardines, del ser humano en su omnipresencia, del paisaje.

«Le champ de blé aux corbeux » «Eglise d’Auvers» «Portrait d’Adeline Ravoux» es tan sólo algunos de sus cuadros «auversoises » y el primero del que se piensa fue su última obra. Es elocuente del momento que vivía el pintor: indecisión, pesimismo, incertidumbre, movimiento.

“Es muy hermoso. La característica campiña pintoresca”, le escribía Vincent a Théo en una carta anterior a aquella donde le confesaba que la distancia entre él y la ciudad parisina, le hacía bien.

Para el holandés esta mítica ciudad fue su fuente de inspiración, como lo fue Giverny para Claude Monet.

Ahí vivió sus últimos 70 días de vida.

Intacta su habitación de la pensión sobre la rue Charles du Général de Gaulle, donde vivió al lado de sus incondicionales, como el Dr. Guichet.

En Auberge Ravoux, restaurante que aún conserva su ambiente del siglo XIX , Van Gogh tenía una mesa especial para él. 

Sobre los pasos de Van Gogh

Un ser humano ultra-sensible a tal grado que a cada comprador le dirigía una carta explicándole el porqué de su agradecimiento infinito y sincero.

El pintor que no llegó completo a la muerte, ni en alma ni en cuerpo.

Fue dejando una estela de su genialidad  y su luminosidad.

Un día en París, otro en Arles o en Saint Remy, o Drenthe o el lugar que lo vio nacer, Zundert.

Un genio que hizo de “l’Absent” su mayor y su peor enemigo.

Un hombre cuyas manos nos dejó proezas que aún podemos apreciar.

Sobre los pasos de Vincent Van Gogh.

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