• Cultura

Semillas, un homenaje a los desaparecidos de nuestro país

  • Mayra Guarneros
Esta propuesta de teatro corporal, creada, dirigida e interpretada por el performer Carlos Cruz, dejó conmocionada a la audiencia
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El fin de semana parasado se presentó la obra Semillas, la cual rinde homenaje y alza la voz en memoria de las y los desaparecidos de México.

A continuación, la Mtra. Elvira Ruíz Vivanco nos comparte su crítica sobre esta pieza escénica:

La Compañía Teatro Cuerpo Social de Hidalgo, presentó este fin de semana en la Sala Teatro Luis Cabrera, la obra: SEMILLAS; en el marco de la Itinerancia de la Muestra Regional de Teatro 2017. El colectivo tiene como herramienta clave, la escenificación de las manifestaciones de la cultura inmaterial.

Esta propuesta de teatro corporal; creada, dirigida e interpretada por el performer Carlos Cruz, dejó conmocionada a la audiencia que acudió a apreciar esta interesante propuesta - homenaje, a la memoria de los desaparecidos en nuestro ensangrentado México. Quizá el tema, lo han expresado de distintos modos creativos, artistas escénicos de varias entidades del país. No obstante, la depuración del coreodrama de Carlos Cruz, en un montaje en cuyo lenguaje predomina la estética de la danza butoh, aderezada con una actuación asumida, con cantos y con la enunciación del texto:

“Quisieron enterrarnos, desaparecernos; no saben lo que somos… Tal vez nunca nos conozcamos en persona, pero ya te he visto; te vi en la esperanza que tiene tu padre de que regreses con vida… Te vi, me vi a mí mismo… ¿Qué pasaría si un día me desaparecieran como a ti? ¿Quiénes pensarían en mí? ¿De quién sería la incansable búsqueda?

Necesito, desde la honda rabia que me cabe, encontrarte con vida y gritar tu nombre, que mis manos te abracen y que abrazándonos sepamos que hay algo más en este valle de sombras que la desesperación y la desaparición.

¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!

Desde la distancia les abrazo, hermanos, que este abrazo no sea el último y que este abrazo donde sea que estén les recuerde que alguien les busca, que a mí y a todos nos hacen falta.

Atentamente:

Oscar Augusto… Estudiante de algún rincón de este país.”

El proyecto Teatro Cuerpo Social, que surgió en 2007 y que nos deleitó con la obra: SEMILLAS, de la que nos comparten en el programa de mano:

“Es una posibilidad de encuentro con lo desaparecido, búsqueda incansable de un cuerpo arrancado del seno de su madre, desesperada búsqueda… libertad.

En nombre propio, nos comparte Carlos Cruz: “Intento recuperar trozo a trozo, cada fragmento de este cuerpo mutilado, descarnado. Abro en la escena, un espacio vacío, un teatro sin palabras que invoca a los muertos no enterrados, no reconocidos, cuerpos sacrificados en la danza salvaje de la vida.”

Mediante la conjugación de: el diseño sonoro, el vídeo y la iluminación; además del juego con el ciclorama de papel y, una vasija de cristal e hilos rojos. Elementos conceptualizados y congruentemente articulados. Esta creación de teatro – danza, conmovió a muchos hasta las lágrimas, a otros, los dejó en el mutismo, al ver coagulada una imagen de la patria ensangrentada de norte a sur. Los cantos, las voces, los gritos desgarradores, que claman justicia… El llamado a la madre, la demanda al padre, el grito de auxilio a los compañeros y hermanos de la comunidad. La convocatoria directa a la audiencia, para que manifieste su postura, ante el imparable derramamiento de sangre inocente.

Guardadas las distancias, recordamos al que fuera uno de nuestros maestros, con quien tomamos clases de danza butoh, el japonés Ko Murobushi, discípulo directo de Tatsumi Hijikata el creador de esta danza de la crudeza. También percibimos un eco, de: El príncipe constante de Calderón de la Barca, en la versión de Jerzy Grotowski (1969), así como de la versión transdisciplinar de Nicolás Nuñez (2009). Puntos de toque, que no tienen nada que ver con lo anecdótico, ni con el tratamiento poético de SEMILLAS; pero sí, con la ruptura de límites del lenguaje y la trascendencia en la ejecución de los trazos y las deconstrucciones de contenido.

A decir, Carlos Cruz nos remite a Ryszard Cieslak, o nos retorna espectros de Ko Murobushi, por su entrega plena y sin concesiones a su danza teatro; en la que las gestaciones de su subjetividad, trepitan en su cuerpo todo, resuenan en los alaridos de su adolorida voz. Esta memorable interpretación, danza macabra y tragedia contemporánea, ofrecida bellamente mediante una performatividad cabal.

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