• Sociedad

De la protesta social a las celdas de castigo del morenovallismo

  • Laura Ruiz
Tras pasar mil 19 noches en celdas de castigo y aislamiento en el Cereso de San Miguel, Atltonatiuh Rubén Sarabia Reyna salió el sábado 7 de octubre y lo primero que hizo fue marchar en defensa de la protesta social
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Después de mil 19 noches en celdas de castigo y aislamiento, la madrugada del viernes 7 de octubre de 2017 Atltonatiuh Rubén Sarabia Reyna, uno de los considerados como presos políticos del morenovallismo, salió del Centro de Readaptación Social de San Miguel, el principal del estado de Puebla.

Durante su liberación contrastó el temor de pisar una calle desolada y rodeado de policías armados, el abrazar a su esposa y a su hijo, con el haberse encontrado con compañeros de la Unión Popular de Vendedores Ambulantes (UPVA) que marcharon por su liberación mientras él y otros presos políticos vivían el encierro.

Dejó adentro el hacinamiento, la fauna nociva, la presión psicológica, la comida de mala calidad y el aislamiento de familiares y hasta de otros presos. Aunque salió con un proceso pendiente, adentro se quedaron tres compañeros de su lucha social, incluyendo a su hermano Xihuel. Su padre sigue en prisión domiciliaria.

También, cuenta ya libre, se quedaron los días de impotencia ante más encarcelamientos y procesos legales iniciados contra la UPVA; pero sobre todo se quedó el 29 de junio de este año en que asesinaron a su hermana Meztli, en un hecho que diferentes actores sostienen como una ejecución política.

 

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"Es un golpe muy duro que nadie se espera en esa situación, pero sabíamos que nosotros sí teníamos una limitante a diferencia de la gente de afuera. Nosotros teníamos una barrera que era una pared, que era una reja, que era una puerta con un candado. Que nosotros no podíamos caer en la desesperación.

"No podíamos caer en una desesperación y melancolía porque eso nos podía afectar en el encierro, llevarnos a pensar cosas que no fueran correctas, tuvimos que mantenernos fuertes", relata mientras retoma sus actividades en el Mercado Hidalgo, el principal de la ciudad y bastión de la 28, donde es comerciante.

No desesperarse pese a habitar cuartos y patios recreativos de pocos metros cuadrados, sin comida, sin agua y con presiones externas, fue siempre una prioridad con la visita sorpresa dos veces por semana, por parte de psicólogos que tenían la consigna de ver cómo iba su ánimo para determinar medidas aún más aislantes.

El aislamiento que Atltonatiuh vivió por casi tres años consistió en estancias en el área de Servicios Médicos, el Dormitorio A para enfermos de males contagiosos y el Dormitorio Z, su morada por más de un año y el espacio que el morenovallismo aprovechó para recluir a varios disidentes, pero diseñado para los peligrosos del penal.

Uno de más de 200 críticos perseguidos

A Atltonatiuh lo detuvieron con violencia el 22 de diciembre de 2014 en la hoy Ciudad de México tras marchar a la Secretaría de Gobernación federal, contra el encarcelamiento acontecido tres días antes, de Rubén Sarabia Sánchez, Simitrio, su padre y fundador en 1973 de la UPVA, el grupo social poblano más longevo y grande.

"¡Ya se los cargó la chingada!", fue lo que a Atltonatiuh y dos de sus hermanos escucharon de los agentes que, primero rompieron los cristales de la camioneta en que viajaban y después lo llevaron a él preso, no sin antes dejar golpeado a otro de los Sarabia sobre el camellón de avenida de la Reforma.

Con el paso de las horas su familia supo que había sido una acción de policías ministeriales poblanos y que las acusaciones estaban relacionadas con la posesión y comercialización de drogas. Los delitos ya se los habían advertido a manera de presión desde el gabinete del gobernador Rafael Moreno Valle en febrero de 2014.

Ese fue el año que más protesta social enfrentó el sexenio del hoy aspirante panista a presidente de México y esta surgió principalmente en torno al retiro de 453 registros civiles en las juntas auxiliares del estado, bajo argumentos administrativos, pero restando autonomía a comunidades, muchas indígenas, pobres y alejadas.

Aunque lo más tenso se vivió en junio cuando en una de las protestas, un enfrentamiento entre pobladores de San Bernardino Chalchihuapan y policías estatales dejó lesionado a un niño que a los días murió; desde antes en la Secretaría General de Gobierno comenzaron a prever el riesgo de la organización social.

En una reunión con Simitrio y sus tres hijos, han contado ellos varias veces, el entonces secretario y ahora diputado federal Luis Maldonado Venegas, les dijo que Moreno Valle no les pedía subordinación ciega, pero sí total y absoluta. Cuando el dirigente respondió que la 28 no trabajaba para ningún gobierno, les amenazaron.

El funcionario aseguró que uno de sus hijos andaba metido en asuntos de drogas, el activista le dijo que cuál era, que ahí estaban sentados y que podía tanto señalarlo como llevarlo preso. La anécdota terminó con la advertencia de que en los siguientes 100 días el morenovallismo vería qué hacer con ellos.

Lo que decidieron fue fincar cargos por drogas a Simitrio y dos de sus hijos que, con la salida de Atltonatiuh se comienzan a demostrar jurídicamente como fabricados. Otros dos activistas están en San Miguel por enfrentarse con un grupo social fiel al gobierno. En tanto que hay cuatro procesados por daños en una marcha.

Los de la UPVA integran una lista que, cuando Moreno Valle dejó la gubernatura, sumaba  5 encarcelados, un condenado político, un arraigado en domicilio, 142 procesados en libertad y 186 órdenes de aprehensión no ejecutadas, según el Comité para la Liberación de los Presos Políticos y por el Fin de la Represión en Puebla.

 

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Aprende de la supervivencia a castigos

Los recuerdos de Atltonatiuh en sus casi tres años en San Miguel se miden en los metros cuadrados por metros cuadrados de los espacios que habitó junto con considerados como presos políticos de la UPVA y dos de los presidentes auxiliares que pelearon por los registros civiles.

Cuatro por cuatro medía el patio de la basura del Servicio Médico en donde convivió con su familia en los días de visita durante los primeros cuatro meses de encierro. Ni entonces ni hasta hace cosa de un semestre les permitieron tener los indumentos de cocina o un refrigerador como a otros presos.

A diario el gobierno estatal raciona a los presos té y un pan de desayuno; soya o salchichas para comer; y sobras del segundo tiempo para cenar. Aunque los suyos le llevaban comida, había que cuidar los recursos de chinches, cucarachas, roedores y sobre todo, del calor de celdas hacinadas de dos por dos, de tres por tres.

"No se nos permitió ni siquiera una cazuela, un traste, nosotros teníamos que conseguirlos, nos los prestaban algunos otros presos, pero no se nos permitía tener utensilios para tener nuestra comida o calentarla.

"Fue por el asunto de que estábamos restringidos y si nuestra comida se echaba a perder era responsabilidad de nosotros", cuenta además de relatar cómo se las ingeniaban para mantener fresca la comida, dejándola flotar dentro de bolsas, en botes de agua de 20 litros.

"Son celdas pequeñas, el calor se siente extremadamente y además al ser celdas pequeñas existen plagas, el asunto de las chinches, el asunto de las cucarachas, el asunto de las ratas, hay demasiadas ratas, había que tener cuidado porque se la comían los ratones, las ratas o aparecía con cucaracha", agrega.

Además de cuidar la comida, explica Atltonatiuh, tuvieron que cuidar de su salud durante los meses en que lo recluyeron a él y a su padre, con diabetes melitus y males hepáticos, junto con enfermos de hepatitis, VIH y la tuberculosis que todavía existe el Dormitorio A de San Miguel.

Sus médicos, agregan, creen que de ahí desarrolló el hígado graso cuyas complicaciones concluyeron con que en abril de este año se le permitiera a Simitrio la prisión domiciliaria. Mientras ellos temían por su salud, varios de los que conocieron salieron muertos.

"Ahí se murieron por lo menos tres personas con hepatitis, en ese tiempo se murieron personas con problemas de lo de los pulmones, que aunque aquí afuera están erradicados, ahí adentro existen, se han muerto de tuberculosis, no hubo sanidad", recordó.

Ya en su última estancia, el Dormitorio Z, a los presos de la UPVA y a los presidentes auxiliares Raúl Pérez Velázquez de San Miguel Canoa y Javier Montes Bautista de San Bernardino Chalchihuapan, les tocaron celdas de tres por tres con un escusado en sus narices, pero sobre con todo el miedo de dormir con peligrosos.

Diseñado para recluir ahí y cuidar durante 24 horas con restricciones máximas a quienes representan un riesgo para San Miguel, explica, aprendieron a vivir y a dormir aún más en alerta y con el miedo de que en cualquier momento ingresaran a una persona peligrosa y conflictiva.

"Tienes que estar atento a todo lo que pasa, no puedes permitirte un descuido porque por cualquier lado te puede llegar un problema, incluso de la misma policía debes cuidarte.

"Duermes, pero al menor ruido que escuchas te levantas. Estás en un estado de alerta total. En estos casi tres años siempre estuvimos en total alerta para que no fuera a pasar cualquier cosa, un problema mayor", relata sobre esa condición que define como de supervivencia constante en una cárcel que todos los días cambia.

 

Sin rencores, con orgullo y con reservas sobre el morenovallismo

Mientras estuvo en prisión Atltonatiuh pasó tres veintes de enero preguntándose cómo habrían sido sus cumpleaños 33, 34 y 35 con su familia y en libertad. En ese tiempo también perdió a su hermana Meztli en un asesinato. Padeció castigos. De rencor, sin embargo, no le queda nada.

Sus años en prisión y los de otros cuatro compañeros de la UPVA, incluyendo la domiciliaria de su papá, explica, forman parte de la lucha social que en el caso de la organización defiende principalmente el comercio popular, pero también otras causas como las de los registros civiles, Ayotzinapa, Tlatlaya y las mineras.

"Creo que tenemos claro los presos de la 28 de Octubre que esta es una batalla que se está librando contra el gobierno y sabemos que puede ser tanto corta, como larga. Eso sí nos lo ha enseñado la organización y sobre todo nos la ha enseñado Simitrio", comenta.

Entre 1989 y el 2001, recuerda, su papá ya había estado en diferentes prisiones por una condena de delitos que sus abogados también señalan como fabricados. Vivió después13 años de libertad condicionada. Lo reencarcelaron por las drogas cuando faltaban tres semanas para su libertad. Fue su héroe y ahora es más.

"Nosotros lo veíamos como una especie de héroe y hoy lo vemos como un superhéroe, por todo lo que ha vivido, por todo lo que ha aguantado, es de enorgullecernos de ser sus hijos, porque nos tocara la dicha de ser parte de la familia de Simitrio y de la 28 de Octubre.

Sobre Moreno Valle, opina por otro lado, le queda la seguridad de que es una persona represora hacia los movimientos sociales, hacia la UPVA y hacia su padre. Están, hace recuento, los todavía encarcelados y procesados. Está lo de su hermana. Como presidente de México, advierte, sólo se puede esperar la represión.

"Mucha represión en el país, mucho autoritarismo y que no gobernaría para el pueblo, gobernaría para los grandes capitales", señala el activista que, pese a los castigos del morenovallismo, entre las primeras cosas que hizo el sábado 7 de octubre que salió libre, fue salir a marchar en defensa de la protesta social.

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