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París es la ciudad del amor los 365 días del año

  • Rosa María Lechuga
Vivir el amor en cada alegría que te da la vida a través del más mínimo detalle hasta sus más grandes demostraciones, es una experiencia peculiar e irrepetible en la capital francesa
.

En la ciudad del amor, el 14 de febrero, día de San Valentín, es un día sumamente especial para festejar al sentimiento más fuerte que puede experimentar un ser humano… al igual que los 364 días restantes.

El amor (y la pasión) se festejan todo el año.

Difícil de descubrir cuando comienzas a conocer París.

Eso que escapa a los ojos de los turistas es muy evidente para quien vive el día a día en la ciudad más hermosa del mundo.

Una caricia furtiva en plena estación de metro Louvre-Rivoli.

Bajar al Sena, vendada de los ojos y ser sorprendida por tu pareja.

Un beso “francés” en la explanada de la François Mitterrand en un día soleado.

Una demostración al estilo “Le baiser” de Rodin donde el deseo, la pasión y el amor no se acaban, son infinitos.

Caminar de la mano con tu pareja a través de los años sobre las calles de París.

Sellar con un candado en Point Neuf es un estilo para turistas, el verdadero amor en Paris se vive en Place Contrescarpe caminando cuesta arriba tomados de la mano desde la rue Mouffetard ante la discreta mirada de comerciantes y comensales.

Se experimenta en el trabajo o la escuela, resistirte a un francés es casi i-m-p-o-s-i-b-l-e salvo que tengas una mejor opción para tu vida amorosa.

Vivir el amor en cada alegría que te da la vida a través del más mínimo detalle hasta sus más grandes demostraciones.

Entregar un diamante a la mujer que te hará padre.

O viajar a Barcelona cada quince días para ver a tu amado.

En la vida parisina, la lingerie es un instrumento con el que se complace tanto a los amantes como a los enamorados, sin importar el lugar o la hora. El uso de medias de seda, guantes –cortos o largos-, los corsets, sostenes de encaje en un rojo escarlata intenso, son una tradición y es tan normal que la sensualidad está a flor de piel.

Visita obligada es ir a chez Chantal Thomass en la rue de Saint Honoré.

Vivir el amor en París es precisamente, el savoir-vivre una verdadera historia de amor, al estilo Coco Chanel e Igor Stravinsky, de F. Scott Fitzgerald con Zelda o de Modigliani con Anna Ajmátova.

Donde las alcobas se convierten en el refugio para sus almas y el absent, el elixir del placer.

Coco Chanel a pesar de su frialdad, al lado de Igor tiene uno de los momentos cumbre de su vida: la creación de Coco Chanel No. 5, el perfume más vendido y más famoso del mundo.

En su caso, Modigliani amaba a su musa tanto que no dudaba en pintarle cuadros en el mismo Louvre, largos paseos en el jardín de Luxemburgo y sentados a la sombra de una sombrilla negra vieja llena de agujeros recitando a Verlaine al unísono.

Esa es la intensidad del amor en París.

Donde el invierno no mata ni olvida las pasiones.

Donde la primavera permite que florezcan amores frescos y ligeros.

Y un verano lleno de sol, donde las historias de amor son compartidas en las terrazas del Café Floré, acompañadas del “Himno al amor”, de Edith Piaf y un buen vino francés.

Cuando un otoño se anuncia cálido y luminoso para los enamorados.

Porque el amor no muere, somos nosotros quienes dejamos de existir.

Porque el amor jamás morirá.

Je t’aime Paris!

Je t’aime Paris! 

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