• Salud

Ciencia gana combate a la lepra en el mundo

  • Kaleydoscopio
Conocida como enfermedad de Hansen, se trata de un padecimiento infeccioso crónico que afecta piel y nervios
.

La batalla contra la lepra ha avanzado desde 1985 ya que disminuyó en más de 10 millones de casos en el mundo (85%). Y contrario a lo que se creía, de atenderse a tiempo es curable, indicó Lorena Lammoglia Ordiales, académica de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Conocida como enfermedad de Hansen, se trata de un padecimiento infeccioso crónico que afecta piel y nervios, causado por el bacilo ácido alcohol-resistente Mycobacterium leprae.

Existen dos tipos, la lepromatosa y la tuberculoide; sus características clínicas son diferentes y su reacción y producción de micobacterias, distintas.

Lorena Lammoglia señaló que ésta no es tan fácil de contraer, se requiere un contacto íntimo y prolongado. Se transmite a través de un paciente enfermo y no todos los contagiados pueden pasarla a alguien más. Las vías principales de transferencia son las mucosas y la piel.

El diagnóstico temprano y el tratamiento basado en poliquimioterapia (dos o más medicamentos combinados) son primordiales para que la lepra deje de ser un problema de salud pública. En esta labor se utiliza dapsona, rifampicina y clofazimina, cuya ingesta debe ser supervisada por un médico.

En 1985 se pronosticaba que para el año 2000 no habría más casos y esto no se ha logrado, pero su reducción ha sido considerable. Además, se tienen avances notables en investigación.

Hoy se conoce su genoma, así como qué proteínas interactúan con el ser humano, lo que probablemente conduzca a su erradicación en los próximos 20 años, opinó la especialista.

La variante lepromatosa es la más común en México (representa hasta un 60%). En ésta, el sistema inmune del huésped no es capaz de atacar el bacilo eficientemente y se reproduce en gran número, por lo cual es infectante. Se manifiesta vía nódulos en la cara (cejas, nariz o pabellones auriculares), codos, glúteos, extremidades y tronco anterior y posterior, pues el microorganismo se implanta en zonas frías. No suele afectar pliegues, palmas o cuero cabelludo.

La tuberculoide no es infectante; quienes la padecen tienen una actividad incrementada del sistema inmunológico, por lo que no hay micobacterias y la respuesta inmune es la responsable de lo destructivo de las lesiones a los nervios. Se caracteriza por placas rojas elevadas bien delimitadas. Las secuelas neurológicas en pacientes pueden ser devastadoras de no recibir tratamiento.

Existen variedades clínicas entre los polos principales del padecimiento. En ocasiones aparecen manchas sin coloración y sus lesiones no tienen sensibilidad, no hay sudoración y se pierde el vello corporal en la zona afectada, lo que caracteriza a la lepra indeterminada, y hay casos en los que las señales observadas se acercan a los polos tuberculoides o lepromatosos.

Objetivos de vida

En 1985, la Organización Mundial de la Salud (OMS) se propuso erradicar la lepra a una cifra de uno por cada 10 mil habitantes. Hoy, la prevalencia en el orbe es de 1.5 por 10 mil y en México este número es de 0.5, es decir, se sobrepasó la meta.

Se presenta en zonas subtropicales en la India, Brasil, Bangladesh y Nigeria. También hay países sin casos registrados, como Chile y Canadá. En nuestra nación es endémica y se observan incidencias en Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Colima, Yucatán, Nuevo León y Tamaulipas. Se calcula que en el territorio hay de 50 mil a 100 mil personas con la enfermedad (nuevos pacientes y ya tratados).

Durante mucho tiempo este padecimiento ha sido estigmatizado, lo que provoca que los infectados se aíslen por temor a ser segregados. Por ello, es fundamental que los gobiernos manejen campañas para informar a la población que es curable.

Es importante que los centros de salud tengan medicamentos disponibles, pues algunos han experimentado contratiempos por falta de recursos. Además, la atención implica acudir al hogar del afectado a fin de revisar a sus familiares y verificar que no estén contaminados.

La OMS recomienda seguir el tratamiento hasta por dos años si se trata de la variedad lepromatosa y durante seis meses si es la tuberculoide.

Tags: 

Comentarios de Facebook: