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Buscan en la BUAP recuperar el valor del maíz nativo mexicano

En el mundo existen 50 razas de maíz y Puebla concentra 10 de las 41 nativas de México
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México posee 41 de las 50 razas de maíz que existen en el mundo. En tan sólo cinco municipios de Puebla -Calpan, Atlixco, Huaquechula, Santa Isabel Cholula y Tianguismanalco-, investigadores del Instituto de Ciencias de la BUAP (ICUAP) recolectaron 110 variedades nativas, de las 10 razas que hay en el estado, con el fin de lograr la certificación orgánica de este alimento e incrementar su valor de marca sobre productos importados, generalmente transgénicos.

Al mismo tiempo que satisfacen las necesidades de los consumidores, por su calidad, los alimentos con certificación orgánica o ecológica garantizan el cumplimiento de los reglamentos sobre medio ambiente y biodiversidad.

México es el centro y origen de la diversidad genética de este cereal. Sin embargo, de acuerdo con el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, en 2014 importó 13 millones 766 mil toneladas de productos agrícolas transgénicos, de los cuales 56.7 por ciento correspondieron a compras de maíz. Según ese organismo, nuestro país será el principal importador del cereal a nivel global en 2024.

“Con la certificación biológica o ecológica de este cereal se protegería el material genético de las mazorcas nativas de México; los campesinos y productores podrían defender los precios de sus mercancías sobre las importadas; y se le otorgaría el valor correspondiente al maíz originario, que puede ser considerado el abuelo genético de todos los transgénicos que actualmente consumimos”, aseveró Sonia Emilia Silva Gómez, científica del ICUAP.

Además, agregó, la certificación orgánica de este alimento prehispánico, considerado como elemento supremo de la gastronomía mexicana, permitiría adecuar las políticas públicas para regular y controlar de manera eficiente la entrada de productos al país, como las semillas de maíz transgénico e híbrido, pues no se permite contaminar los productos certificados orgánicamente con sustancias ajenas a los entornos naturales, o con contaminantes emergentes.

“O al menos promovería que nosotros como mexicanos valoráramos los alimentos del país, que incluso con nuestras manos podríamos producir”, agregó.

En busca de la certificación

Para lograr la certificación de tres variedades originarias de Puebla, los científicos del ICUAP trabajaron en cuatro municipios limítrofes de Acatzingo y en Tochimilco, municipio ubicado en las faldas del volcán Popocatépetl, donde consideraron variables del entorno mediante procesos científicos, como análisis de suelo, para sugerir que las variedades de maíz en cuestión no están contaminadas.

En la búsqueda de la certificación de estas variedades: un tipo de maíz cacahuazintle o pozolero, uno de maíz negro y otro de rojo, encontraron también otras variedades nativas del maíz rojo, negro, morado, azul, blanco y amarillo. A pesar de que este último es difícil de encontrar en el centro de México, los científicos de la BUAP la hallaron en un convento ubicado en el municipio de Calpan.

Silva Gómez informó que en este proyecto analizaron la calidad del agua para riego del río Huitzilac, ubicado en Huilango, Tochimilco, y aplicaron otras metodologías para configurar el paquete de evidencias científicas para sustentar la certificación orgánica de los maíces poblanos.

La antropóloga social, del Departamento Universitario de Desarrollo Sustentable (DUDESU) del ICUAP, señaló que han realizado actividades de concientización para hacer partícipes de este proyecto a campesinos y productores, como entrevistas para conocer la percepción de las comunidades sobre la certificación orgánica de los maíces originarios y determinar estrategias para difundir sus ventajas en el desarrollo de sus regiones.

Destacó que en términos generales, los campesinos son quienes han resguardado los recursos naturales de las regiones del país. “Si traslapamos los mapas de las biorregiones de México con el de los pueblos indígenas, se verá que coinciden. Es decir, ellos han sido los guardianes de todo el patrimonio biodiverso de México, por lo que es importante su inclusión”, comentó.

La presencia del maíz transgénico o híbrido en México

La doctora en Contaminación Ambiental, por el Colegio de Postgraduados, recordó que derivado del Convenio sobre la Diversidad Biológica, pactado en 1992, en México se firmaron tratados que establecieron las reglas y normativas para la industria de alimentos en el país, los cuales conceden importantes libertades al sector empresarial. Señaló que en esta década comenzó la introducción oficial de transgénicos al país.

En reacción, científicos y académicos, entre ellos universitarios de la BUAP, firmaron un documento en el que se puso de manifiesto los prejuicios que esta nueva reglamentación representa en la salud de los mexicanos, pues ya no sólo se produce maíz híbrido y aquel que reúne información genética de sus variedades, sino que ya se permiten maíces que incluyen una mezcla de genes de esta planta con otros organismos, que incluso no son vegetales, como las bacterias, para dotarlos de propiedades de resistencia, por ejemplo.

La creciente producción de transgénicos e híbridos es resultado del paradigma del postmodernismo y del hedonismo, enfatizó Silva Gómez, para quien estos productos afectan la salud, el medio ambiente y la soberanía alimentaria.

En su opinión, su consumo en general altera el equilibrio de las cadenas tróficas, pues rompe la estructura que la naturaleza ha creado y que ha prevalecido por milenios, lo que causa la desaparición de diversas especies naturales y surgen otras denominadas comúnmente como plagas o malezas. Por consecuencia, también se afecta el equilibrio de las especies animales, pues proliferan los roedores sobre los mamíferos.

Además, apuntó que en los ámbitos económico, social y de las instituciones, los seres humanos pierden su soberanía alimentaria al consumir únicamente los productos que las grandes transnacionales y los gobiernos establecen. “El punto es que las personas conozcan lo que comen. Si consumen una hamburguesa, sepan del trabajo que implica elaborarla, de la cantidad de agua utilizada para su producción o del origen y calidad de los ingredientes que la componen”, explicó.

Dijo que el entorno natural no puede aislarse del social, pues interactúan de forma recíproca, afectándose favorable o negativamente. “Si en México se acaba una variedad de maíz, se acaba con ésta un pueblo, y viceversa. Esto debido a que los campesinos son quienes con sus técnicas domésticas cultivan y dan variedad a este alimento milenario”.

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