• Sociedad

Antes de la Cruzada, Arquidiócesis ya daba alimentos a los más pobres

  • Álvaro Ramírez Velasco
En entrevista, el arzobispo de Puebla aborda los riesgos de la labor sacerdotal, la crisis de vocación en el mundo y la pobreza
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Los niveles de pobreza que sitúan al estado de Puebla en el tercer lugar con más carestía y al municipio de la capital como líder en número de pobres se explican por la indiferencia y falta de sensibilidad hacia los más necesitados, aquellos a los que la Arquidiócesis de Puebla atiende desde hace muchos años, no sólo a partir de la Cruzada Contra Nacional Contra el Hambre, implementada por el gobierno federal, describió el arzobispo Víctor Sánchez Espinosa.

En una larga entrevista con e-consulta, el líder de la Iglesia católica poblana se mostró accesible a todos los temas planteados, lo mismo conversó de la situación de inseguridad, la transmigración en la entidad, que de la crisis de la vocación sacerdotal en el mundo y hasta de política.

En el  despacho de su casa en la ciudad de Puebla, el religioso oriundo de la población de Santa Cruz, Tlancualpicán, en la Mixteca Poblana, subrayó que la misión de ayuda a los más necesitados de la Iglesia y los sacerdotes, no ha estado exenta en nuestra entidad de riesgos para los párrocos, sobre todo en el apoyo a los migrantes, a través de la Pastoral de la Migración Humana, quienes han recibido amenazas del crimen organizado.

Otros más, en su labor cotidiana con la grey, han sido asaltados y extorsionados, aunque también destacó que la época más difícil de inseguridad en el estado se dio alrededor de año y medio atrás, que hoy se ha superado y “gracias a Dios” nunca alcanzó los graves niveles de Michoacán o Tamaulipas.

Monseñor relató también que, a pesar de la crisis que vive la Iglesia Católica por falta de sacerdotes en todo el mundo, Puebla mantiene un buen nivel de seminaristas, ordenaciones y un reconocido alto nivel académico en el Seminario Palafoxiano.

La pobreza y la falta de sensibilidad

En los números que alertan sobre el alto nivel de pobreza en Puebla, el arzobispo Sánchez Espinoza ve sin duda un trasfondo de indiferencia y falta de sensibilidad generalizada.

Entonces, él mismo lleva la conversación hacia la enumeración de la labor que la Arquidiócesis de Puebla realiza con los más necesitados, mucho antes de que incluso se instaurara la Cruzada Nacional Contra el Hambre (CNCH), con el apoyo con alimentos, desde hace muchos años y con muchas toneladas de ayuda.

“La Iglesia, desde siempre, ha tenido el compromiso social, la misión, de que la fe que procesamos, y que después hacemos celebración, en la liturgia, la tenemos que traducir en vida: la fe en Jesús hecha celebración, luego tenemos que traducirla en obras buenas, en obras de caridad. La Iglesia Universal, en México, a nivel Arquidiócesis de Puebla y las parroquias tienen algunos organismos de ayuda fraterna, caritativa.

“No contamos con grandes recursos, con grandes capitales, sino que vamos contando con lo que buenamente nos dan nuestros donadores. Por ejemplo, en el caso de la Arquidiócesis, un trabajo muy bonito de la Pastoral Social, es el Banco de Alimentos y Cáritas… El Banco de Alimentos reparte aproximadamente 3 toneladas diarias, diarias, diarias, pero eso no es a partir de la Cruzada Contra el Hambre, eso tiene años en que la Iglesia está haciendo este trabajo en su Pastoral Social, de caridad fraterna con los más necesitados”.

Monseñor relata que en un principio le sorprendió que el municipio de Puebla capital lidere el número de pobres en el país, que se le considerada como de pobreza extrema y que entrara en la CNCH, cuando hay regiones como la Mixteca –de donde él es oriundo– con mayores carencias aparentemente.

“Pero cuando me explicaron, y que conozco yo la realidad del municipio y del estado, que se tomaba en cuenta también la pobreza urbana, pues dije: tienen toda la razón”.

“Si uno va al norte o sur de la ciudad, se encuentra familias y comunidades en pobreza extrema, y con mucha más angustia que en las comunidades rurales, porque las comunidades rurales tienen la posibilidad de su siembrita, del maíz que producen, del frijolito que pobremente producen. En las ciudades no, una familia no tiene de dónde agarrar”.

Sánchez Espinoza hace la referencia del Banco de Alimentos, el que al igual que Cáritas, tiene delegaciones parroquiales y que fundó su antecesor, Rosendo Huesca Pacheco.

“Llegan a los municipios, las parroquias; llega desde hace tiempo como un servicio a nuestros hermanos enfermitos, ancianitos, minusválidos o a familias muy necesitadas”.

El arzobispo también destaca la labor que realizan otras asociaciones, como las universidades católicas y las congregaciones de religiosas, que abordan el apoyo, además de alimentación, en salud, social y espiritual.

En la conversación hace un alto también para reconocer la labor de la feligresía y la Arquidiócesis, que se concretó en más de 250 toneladas de ayuda enviadas a Guerrero, entidad que a Puebla le tocó apoyar tras los daños que dejaron las eventos meteorológicos de finales de septiembre y principios octubre. Entre las comunidades apoyadas, está Tlapa, la que más resintió el paso de los meteoros.

-¿Qué ha dejado de hacer la sociedad en general y los gobiernos, para que estemos en Puebla en estos niveles de pobreza?

-Pues el Papa Francisco ya nos lo decía: no caigamos en la indiferencia ante las necesidades de los demás. No sé si es Puebla o es en general, en donde hay estas situaciones. Es en todo, no creo que sea sólo Puebla, pero a la mejor no somos sensibles a las necesidades de los demás. Nosotros lo hacemos porque es parte de nuestra misión, a la mejor el gobierno, a través de sus dependencia lo tiene que hacer porque es parte de sus proyectos sociales. Nosotros lo hacemos como parte de nuestra misión. Lo tenemos que hacer.

Migración e inseguridad

La labor pastoral, en apariencia siempre cubierta por el manto espiritual y de calma, tiene también sus riesgos, sobre todo en el trabajo de ayuda a migrantes o por las condiciones de inseguridad que por periodos ha atravesado el país y el estado.

Asaltos en casas parroquiales, a mano armada contra párrocos, en autopistas contra feligreses y religiosos, las extorsiones fueron hace alrededor de año y medio una constante en el estado, al grado que el arzobispo Sánchez Espinosa tuvo que pedir apoyo de las autoridades.

En una cuenta de al menos 40 sacerdotes que fueron extorsionados, al menos en cuatro casos se entregó dinero por parte de los religiosos, ante la percepción de que peligraba su vida, narra monseñor.

La misma Arquidiócesis participó en la campaña “Cuelgue y Denuncie” del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública del estado, que afortunadamente dio resultados.

“Yo paso los reportes y agradezco que los atienden, porque a mí me lo dicen los párrocos y los fieles, quienes tienen el pulso de la situación”.

Dentro de la labor de ayuda al prójimo, es la del cobijo a los transmigrantes, centroamericanos que en su viaje hacia el sueño americano pasan por Puebla, la más peligrosa, pues enfrentan un fuego cruzado de las autoridades que ven en el migrante a un ilegal, y las bandas del crimen organizado que lo ven como una víctima potencial.

“Nosotros vemos este trabajo de la Iglesia, a nivel movilidad humana, lo mismo como un servicio de caridad a los hermanos. Las autoridades a la mejor lo ven desde un punto de vista legal o ilegal, desde la legalidad o la ilegalidad. Nosotros no podemos ver eso, nosotros vemos que hay un hermano que necesita, o muchos hermanos que necesitan, que están sufriendo”.

Víctor Sánchez Espinosa tiene claro que todas las parroquias que están cerca de las vías del tren o de las terminales de autobuses tienen una convivencia directa con los migrantes, “son zonas de migrantes”, dice.

Si un migrante llega a una de esas parroquias, los sacerdotes tienen que atender su petición de “un lugar para pasar la noche, de algo de ropa, de un taquito”, sin importar su situación migratoria en el país.

Por esa labor pastoral –describe el arzobispo– y sólo por citar un ejemplo, ha generado amenazas, como las que ha sufrido el padre Gustavo Rodríguez Zárate, coordinador de la Pastoral de Movilidad Humana en la Arquidiócesis de Puebla, quien ha recibido advertencia de la delincuencia organizada lo mismo que de las autoridades.

“Él es un hombre con mucha vocación, con mucho compromiso y da la vida por esos hermanos… Él está muy comprometido con los migrantes por lo mismo de la Antorcha Guadalupana, que es otro tema relacionado”, dijo monseñor.

Época difícil

Sobre la inseguridad, Sánchez Espinosa celebra que se haya superado la “época difícil” que vivió Puebla hace alrededor de año y medio, con una constante amenaza del crimen organizado contra los ciudadanos y los sacerdotes en muchos municipios del estado, aunque nunca a los niveles graves de Tamaulipas y Michoacán, por ejemplo.

“Tuvimos una época muy difícil en que muchos sacerdotes de muchas zonas fueron extorsionados… yo pasé ese reporte a seguridad y afortunadamente nos dieron algunas indicaciones que yo difundí entre todos los sacerdotes y eso disminuyó…”

Crisis de vocación sacerdotal

En la conversación, el arzobispo de Puebla también aborda el tema de la vocación sacerdotal que en el mundo está “en crisis”, pero que nuestro estado, a través del Seminario Palafoxiano, ha resistido, con un nivel aceptable de seminaristas y ordenaciones, así como por el prestigio académico que se refleja en un gran número de becados en Europa, con estadías en España, Alemania e Italia, y estudiantes que vienen de países de Latinoamérica a hacer posgrados, principalmente de Nicaragua y Venezuela.

A nivel mundial, “sí hay una crisis a vocacional. Hay muchos países que están pasando mucha necesidad de sacerdotes. Puebla considero que no está tan mal, inclusive tenemos un cierto repunte (…) cuando yo llegué de arzobispo había un poco más de 100 alumnos, ahorita andamos hacia los 300 alumnos... Bastante bueno para la situación que está viviendo el mundo”.

“A mí me ha funcionado mucho mi recorrido por todo el estado de Puebla, porque hay seminaristas, de los que ya están en el seminario o de los que siguen un proceso vocacional, que me dicen ‘yo me animé a entrar al seminario o a ser sacerdote, desde que lo vi en mi comunidad’.

Finalmente, Sánchez Espinosa describe que los casos únicos y extraordinarios, con más de mil alumnos en sus seminarios, lo que no ocurre en ningún seminario del mundo, son las zonas del estado de Jalisco y del Bajío, en México.

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