¡Enhorabuena, patrón! (Diálogo en el infierno)
- Alejandra Fonseca
-¿Nunca pensaste que tus acciones podían traerte aquí?
-Jjmm
-Bueno, hay que ser francos, seguías órdenes y el hostigamiento y acoso a las jovencitas que te llegaban a tu trabajo, era un impulso para relacionarte con las mujeres. Dime, aquí entre nos: ¿alguna vez violaste a alguna y pudiste salir airoso de las acusaciones por la protección que tenías?
-Jjmm
-¿Sabes que aquí en el infierno las ‘almas’ pagan por lo que hicieron? Aquí no hay quién te proteja, y como ya viste, tu cuerpo se quedó allá, se descompuso, se convirtió en polvo, regresó a la tierra de donde saliste, y ahora en este lugar denso y oscuro tu energía, expía…
-Jjmmm, sí (se escucha en un murmullo tenebroso)
-Supongo que ahora ya es tarde para que te arrepientas y resarzas el daño. Bueno, el daño que hiciste, ya no lo puedes resarcir, ¿te das cuenta de eso, o tampoco?
-Jjmm
-Pero a ver, dime: Cuándo esta niña, -porque era una niña-, te mordió el labio al quererla violar, ¿te preocupaba algo?
-¡Que mi esposa se enterara! (responde impulsivamente con altanería) En el partido de futbol del día siguiente ¡era tal la evidencia de mi herida! que no sabía qué le iba a decir a mi esposa cuando me preguntara qué me había pasado. ¡Realmente estaba preocupado!
-¿Te preocupaba algo más?
-¡Mi familia, mi hija, mi hijo, mi nieta! Que se enteraran de lo que hacía en la ‘empresa’, ¡qué iban a decir de mí!
-¿Te preocupaba el qué dirán?
-¡Sí claro, mi imagen! ¡Imagínate, en la ‘empresa’ todos me querían, se expresaban muy bien de mí! ¡Eso no podía cambiar!
-¿Crees que nadie sabía lo que hacían?
-¡Claro! ¡Somos hombres!
-¿Y nunca pensaste que hombres como tú, pudieran algún día llegar a hacerle a las mujeres que sÍ te importaban -tu hija, tu nieta o aún a tu esposa de la que tanto te cuidabas- lo mismo que tú les hiciste a incontables mujeres?
-Jjmm ¡No!
-A ver, dime: ¿qué más hacías aparte de ser comparsa de tus jefes? Porque eso de ser hombres, -aquí entre nos-, se me hace muy poca cosa para la brillantez que te cargas.
-Pues les hacía el trabajo sucio en lo que yo era bueno…
-¿En qué más eras bueno, aparte de lo que ya sabemos?
-En truquear grabaciones. ¡Mi expertise! Me daban grabaciones que yo truqueaba para presentarlas como legítimas y hacer que corrieran a las personas que nos estorbaban.
Después de esta confesión, el patrón distingue mi energía por primera vez, me mira a los ojos de manera incendiaria y espeta con enojo:
-Bueno, ¡¿y usted qué hace aquí?! ¡Seguro también tiene altos costos que pagar!
-¡Claro! No te miento, tengo mis deudas, ¡pero no llegué a tanto! Estoy aquí porque me llevo con el diablo, siempre es un buen amigo que hay que tener cerca; me dio permiso entrar a entrevistarte, con la única condición de que lo vanagloriara. Y bueno, para salir de aquí, lo que haré es enseñarle las notas que he tomado de tus dichos, serán la prueba irrefutable y categórica que, con tus palabras, ¡él está más que glorificado!
¡Enhorabuena patrón!
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