Puebla, en el camino de la regresión autoritaria

Salvador Camarena/La Feria/El Financiero
.

¿Quién responde por Rafael Moreno Valle? ¿El Partido Acción Nacional? ¿El Partido de la Revolución Democrática? ¿Quién responde por Moreno Valle, que se ha convertido en el motor de una regresión autoritaria?

Porque el PAN olvidó sin más que fue víctima de un sistema asesino y represor, y en una ecuación que sola y únicamente privilegió la rentabilidad electoral cobijó a quien hoy se ha descarado, a quien manda a balacear, así sea con balas de goma, a manifestantes.

Porque el PRD está orgulloso del modelo aliancista que produjo a un Moreno Valle sin contrapesos, sin agenda popular o de izquierda, sin más objetivo que el poder por el poder. Este gobernador, que con su actuar evoca esos tiempos que creíamos desterrados, los de Maximino Ávila Camacho, ese mandatario es una de las prendas del orgullo electoral de la actual dirigencia perredista.

PAN y PRD adquirieron al alumno de la maestra Elba Esther Gordillo y hoy deben rendir cuentas de su experimento. ¿Ganarle al PRI vale el riesgo despótico que se ha instalado en Puebla? ¿El retroceso que se aprecia en esa entidad valió ese triunfo que hoy se evidencia estéril para la democracia? ¿No habría sido mejor perder esa elección de 2010 con alguien democrático, antes que ganar con un personaje que ha devorado cuanta oposición se le ha presentado?

Las imágenes de lo ocurrido en la autopista a Atlixcáyotl nos remontan a décadas atrás. Al Guerrero de los Figueroa, a la Puebla de las represiones en las que actuó Díaz Ordaz, ensayando lo que vendría luego en su presidencia.

Habrá quien diga que estos comparativos son exagerados. Que no hay proporción entre lo que ocurrió a mediados del siglo XX y lo de hoy. Depende de la vara con que se mida: Moreno Valle, el candidato del PRD y del PAN, ya ha sido denunciado ante la Organización de las Naciones Unidas por represión sistemática y eso es un punto muy bajo para el México del siglo XXI.

Porque incluso si la idea de Moreno Valle de cancelar las juntas auxiliares de los ayuntamientos, origen de la protesta reprimida, surgía del deseo de erradicar instancias en las que según algunos testimonios se habían enquistado caciques regionales, es evidente la falta de operación política. No se puede ser un gobernador que busque el imperio de la ley a rajatabla cuando no ha contribuido sino a lo contrario, a que sólo él detenta el poder y nadie más puede hoy ser interlocutor en la política de Puebla.

El deterioro de la convivencia democrática de ese estado tiene su síntesis hoy en un niño postrado que tiene un daño que pudiera ser irreversible o resultar fatal. Se ha tardado seis días el gobernador en aceptar que quizá, así lo deja él, en eventualidad, sus policías pudieron haberse excedido. Pero ni en el comunicado en el que ayer pedía que la PGR investigue el mandatario pudo contenerse: en ese mismo documento se hace la víctima y demanda que también los manifestantes sean investigados. El gobernador no entiende que si la situación se salió de control, y si hay heridos, él es el primero y último responsable. Y que sus respuestas, la del 9 de julio de quitar con policías disparando el bloqueo, y la de sus explicaciones, sólo lo confirman como candidato al premio Díaz Ordaz. Y junto con él, tendrían que recibir esa hipotética deshonra tanto Acción Nacional como el PRD.