Gobiernos mixtos cuidan control político y no la desigualdad social

Fermín Alejandro García/Cuitlatlán/La Jornada de Oriente
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Los cuatro estados que tuvieron la peor calificación en los recientes resultados que difundió el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) tienen una característica en común, en los últimos años han tenido gobiernos estatales híbridos, ya que los mandatarios en turno no han tenido una clara pertenencia a una sola fuerza política y en algunos casos esa condición les ha dado un alto grado de inestabilidad o ineficiencia.

De acuerdo con las cifras del Coneval los estados con mayor porcentaje de población en extrema pobreza son: Chiapas con 32 por ciento, Guerrero con 31.7 por ciento, Oaxaca con 23.3 por ciento y Puebla con 17.6 por ciento.

Si se analizan esos cuatro estados, han tenido gobiernos híbridos desde el punto de vista de la militancia partidista de los jefes del Poder Ejecutivo, ya que éstos no han tenido pertenencia o identificación a una sola fuerza política, sino echan manos de personajes o grupos de distintos orígenes.

En Chiapas el anterior gobernador fue Juan Sabines, que aunque llegó principalmente por el apoyo del PRD, durante su mandato gobernó con priistas, luego apoyó al PAN cuando surgió como candidata presidencial Josefina Vázquez Mota, y al final acabó operando electoralmente a favor del tricolor y de Enrique Peña Nieto en la pasada contienda federal. Su sucesor, Manuel Velasco Coello, aunque surgió como militante del Verde Ecologista, en realidad gobierna con fuerzas del tricolor.

En Guerrero los dos últimos gobernadores han sido oficialmente del PRD, Zeferino Torreblanca y Ángel Aguirre Rivero. El primero aunque siempre militó en el instituto del sol azteca, siendo mandatario se volvió muy cercano al presidente Vicente Fox Quesada. El segundo de ellos llegó a la jefatura del Poder Ejecutivo como candidato perredista, pero gobierna fundamentalmente con priistas, luego de que antes ya había sido un político con una larga trayectoria en el tricolor.

Gabino Cué Monteagudo ganó el cargo de gobernador como candidato de una coalición de oposición, luego de haber sido alcalde de la capital bajo las siglas del Partido Convergencia, ahora llamado Movimiento Ciudadano. Sin embargo, el soporte de su gobierno descansa en ser parte de la corriente del ex mandatario Diódoro Carrasco Altamirano, quien fue priista, es actualmente militante del PAN, pero en la realidad controla a grupos del tricolor y perredistas.

Rafael Moreno Valle Rosas fue priista, es militante del PAN y gobierna con un equipo formado fundamentalmente por ex miembros del PRI, unos pocos panistas y en general no se identifica con una determinada fuerza política.

Sería incorrecto afirmar que la pobreza en los estados mencionados es responsabilidad exclusiva de los últimos gobiernos, ya que es un problema ancestral.

Pero al mismo tiempo se percibe que esos gobernantes no han tenido la más mínima capacidad de cambiar la desigualdad social que agobia a sus estados, en mucho por ser administraciones estatales en donde se privilegia el control político,  la imagen del jefe del Poder Ejecutivo y la construcción de obras onerosas, tal como ha pasado en Puebla y Chiapas; o porque no se tiene la suficiente estabilidad, tal como ocurre en Oaxaca y Guerrero.

Y en esos cuatro estados, la alternancia en el poder y la formación de gobiernos híbridos, ha contribuido a un fuerte desencanto de la población hacia proyectos políticos que prometían un cambio en las condiciones de pobreza y marginación, pero al final han sido peores que las administraciones priistas.

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