Ventaja de Gali no permite impugnar comicios en tribunales

Fermín Alejandro García/Cuitlatlán/La Jornada de Oriente
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La pobre afluencia de electores en los comicios de este domingo –calculada en 44 por ciento para la capital– permitió que la disputa por la alcaldía de la ciudad de Puebla se decidiera por la movilización de las estructuras partidistas y sobre todo la compra de votos. Se estima que el candidato ganador, Antonio Gali Fayad, habría obtenido por esa vía entre 48 mil y 65 mil sufragios, que serían equivalentes a entre 20 y 25 por ciento de su votación final.

Esa franja de votos conseguida por la vía de la llamada “alquimia electoral” le permitió al aspirante de coalición Puebla Unida poder afianzar la ventaja que obtuvo contra su rival Enrique Agüera Ibáñez, de la alianza PRI–PVEM, pero sobre todo cerrarle al tricolor la posibilidad  de recurrir a la vía judicial para denunciar las anomalías cometidas e intentar anular la elección.

La operación electoral de las fuerzas políticas afines al gobernador Rafael Moreno Valle Rosas en esta ocasión alcanzó un alto grado de sofisticación, que antes era exclusivo del PRI, ya que no solamente sirvió para comprar votos de manera masiva o movilizar a las estructuras partidistas, sino que se logró desaparecer evidencias para que la oposición no pudiera documentar y denunciar dichos actos ilícitos.

Fuentes del PRI indican que la operación de Puebla Unida habría tenido algunos de los siguientes componentes:

1. Se habrían instalado unas 700 casas de operación, una por cada una de las 746 secciones electorales del municipio, desde donde se pagó a movilizadores o directamente se compraron votos. La labor de repartir dinero u otros bienes dentro de esos inmuebles comenzó el sábado y se desplegó en las primeras horas del pasado 7 de julio.

La precaución que se tuvo es que esas casas de operación solamente habrían funcionado en periodos de dos o tres horas, entre el sábado y el domingo; eso permitió que cuando llegaron miembros del PRI a intentar pillar esos centros de operación no encontraran a nadie.

Un testimonio de un elector narra que el sábado alguien habló a su casa y les dijo que él y varios miembros de su familia estaban anotados en un padrón del PRD, y que les pedían pasar a un inmueble de la colonia Coatepec a recibir un obsequio previo al día de los comicios.

Cuatro miembros de ese núcleo familiar acudieron al llamado y los hicieron pasar al inmueble en cuestión, en donde tres personas tenían copias de sus credenciales de elector y les dijeron que como eran “movilizadores” les iban a dar un regalo.

Al final a cada quien le dieron 800 pesos y solamente a un miembro de la familia le hicieron firmar, luego de pedirles el voto en contra del PRI. Una vez que recibieron el dinero los invitaron a salir y a los pocos minutos también se fueron los hombres que, en dos bolsas de plástico, llevaban padrones y grandes fajos de billetes.

Se especula que en esas casas se habrían pagado los votos entre 500 pesos y en algunos casos hasta en 2 mil pesos.

2. Otra estrategia fue la intimidación a los representantes del PRI en las casillas y sobre todo a los coordinadores, que se encargaban de supervisar la labor de los priistas en varios centros de votación.

Se estima que por esa vía se logró que 20 por ciento de los representantes de casillas del PRI en el municipio se retiraran de sus tareas o lo hicieran sin poner atención a lo que pasaba en el centro de votación que les fue asignado.

Para amedrentar se habría usado a los cuerpos policiacos de diferentes corporaciones y a grupos de golpeadores, quienes de manera insistente les decían a los priistas que se cuidarán, “ya que habría violencia al mediodía”.

A los coordinadores en especial los seguían patrullas de Policía y los detenían para interrogarlos acerca de por qué estaban recorriendo las casillas. Al mismo tiempo los seguían en autos de particulares con varios sujetos a bordo.

Parecería que el robo de una casilla en el centro de la ciudad de Puebla, a eso del mediodía domingo, en donde unos ladrones se llevaron el material electoral y dejaron en la calle una urna, además de golpear a gente que estaba ahí presente, fue parte de la estrategia de intimidación contra los priistas.

Ya que de esa manera se difundió con más fuerza el rumor de que habría brotes de violencia en las casillas, puesto que esa noticia se replicó en los medios electrónicos a lo largo de las horas en que se podía votar.

Desde una semana antes se sabía que generaría un ambiente de violencia contra los priistas que cuidaban las casillas.

Entre los dirigentes y candidatos del tricolor había la confianza de que esa situación se frenaría con la presencia en la capital de agentes de la Policía Federal, quienes nunca llegaron. Se ignora si fue porque los priistas no supieron pedir ayuda, si el gobierno del estado frenó esa posibilidad o la administración de Enrique Peña Nieto no se quiso involucrarse en el proceso electoral de Puebla.

3. Un factor más, que no es atribuible a Puebla Unida, sino fue una falla genérica del PRI, es que el dinero para la movilización de simpatizantes priistas en unos casos nunca llegó y en otras se repartió el domingo por la mañana, lo cual ya fue bastante tarde para lograr resultados exitosos.

Y a donde si llegaron los fondos, resultó que los montos de dinero que repartían los rivales eran en mayor cantidad y acompañados de otros bienes, por lo que muchos priistas optaron por apoyar a los contrincantes  o mejor se abstuvieron de participar en la movilización tricolor.