Acuerdos políticos evitaron guerra sucia en el debate

Enrique Núñez/Contracara/Intolerancia
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Nos guste o no, el día de ayer los poblanos vimos un debate frío, alejado de los señalamientos y los ataques, muy comunes en todos los debates electorales.

No se trata de ser adivino ni de asegurar que tengo información privilegiada, pero es evidente que los poblanos desconocemos amarres de altos vuelos.

Nadie en su sano juicio puede pensar que el mensaje pacifista de Enrique Agüera es casual ni que la postura de Tony Gali sea natural.

Detrás del debate existen acuerdos que se salen de las esferas de información de cualquiera de nosotros.

Lo que vimos el día de ayer fue un debate de caricatura para justificar las exigencias legales, pero, en el fondo, es evidente que los de arriba saben algo que nosotros no.

Los discretos —casi nulos— señalamientos del día de ayer fueron el reflejo de los acuerdos entre los grupos políticos, en donde los gobiernos federal y estatal parecen estar más que enterados.

¿O acaso usted escuchó algún ataque directo en contra de Peña Nieto o de Moreno Valle?

El único nombre ajeno que se escuchó en el debate fue el de Mario Marín, sin que apareciera el de Elba Esther Gordillo o el de alguno de los gobernadores de los que hoy su cabeza pende de un hilo.

Y ese pacifismo, cuando la diferencia en las preferencias electorales es tan corta, hace pensar que hay acuerdos secretos.

La mano de Marcelo

Para nadie era un secreto que Actívate no representaba garantía alguna de equidad en el debate. Era evidente que su interés gubernamental era un riesgo latente de fracaso para lograr un verdadero debate de ideas y proyectos entre los candidatos a la alcaldía poblana.

Lamentablemente, los vaticinios escritos en diversas columnas —incluida Contracara— no fallaron.

La intención de Actívate para proteger al candidato oficial y de exhibir al opositor a través de la producción televisiva fue evidente.

Los distintos tiros de cámara de uno y otro candidato demuestran la mano negra del productor del evento, quien evidentemente obedeció a Marcelo García, el encargado de la comunicación social de la campaña por la presidencia municipal.

Lo que se ve no se juzga.

Actívate, reprobado

El grupo Actívate, supuesto organizador del evento, además de una comparsa morenovalista, demostró su inexperiencia en la organización de este tipo de eventos.

Más allá de todos los problemas técnicos, como el sonido, la poca iluminación y los “errores” en las tomas en momentos claves, las ridículas preguntas externadas por la conductora dejaron en evidencia el nivel intelectual de los organizadores.

Ni a un niño de primaria se le hubieran ocurrido preguntas tan tontas, como las que Mari Loli Pellón leyó a los tres candidatos.

¿Y el ganador?

Más allá del contenido del debate, que para fines prácticos y electorales no representa nada, encontrar a un ganador resulta imposible.

La inercia de los dos equipos de campaña los lleva a ver ganadores a sus candidatos, sin necesidad de argumentos sólidos.

Entrar en ese análisis me parece ocioso e intrascendente, sobre todo porque las pasiones ciegan a cualquiera, particularmente a los lectores, que esperan de manera obligada el nombre de su candidato, pese a cualquier sesudo análisis que ponga al candidato opositor como triunfador.

Así las cosas. Para que este columnista pueda dar ganador de un debate a algún candidato es necesario que se cambien los esquemas que rigen a estos encuentros electorales, que tienen de todo, menos enfrentamiento de ideas y proyectos.