La soberbia conduce a la derrota

  • Carlos Macías Palma
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@cmaciaspalma

Las elecciones en México son históricas y la que se acerca de Puebla no tiene por qué dejar de serlo. El 7 de julio, el gobernador Rafael Moreno Valle contará con la fortuna o el infortunio del resultado electoral. Fortuna si gana para consolidarse como lo que es ya: el candidato presidencial del PAN para el año 2018. Infortunio, porque llegará herido a una postulación blanquiazul que ya nadie le quita.

Sea cual sea el resultado de la elección, Moreno Valle no tiene adversario para la candidatura panista a la presidencia de la República. Todos los demás están devaluados como Ernesto Cordero o muy lejos como Guillermo Padrés gobernador de Sonora.

Pero habrá que recordar los momentos históricos de los procesos electorales intermedios, sólo como dato de referencia de lo que para Puebla, en materia política, se avecina. Veamos:

En 1995, Manuel Bartlett había hecho un excelente gobierno. Ejecutivo, visionario, estadista, el gobernador se enfrenta a las elecciones intermedias y pierde con su partido frente al PAN la presidencia municipal de Puebla. En el resultado influyó la crisis económica desatada en diciembre de 1994. A final de cuentas, la historia política registra que Bartlett perdió a mitad de su sexenio.

Años más tarde, en el 2001, Melquiades Morales Flores sufre un revés similar. En su elección intermedia, el PAN con Luis Paredes a la cabeza le propina una derrota en la alcaldía de Puebla. Desde luego que había elementos de certeza de que su candidato Carlos Alberto Julián y Nacer podía ganar con la estructura del melquiadismo. No fue así.

Ya para el 2007, Puebla estaba lista para dar un severo castigo al gobernador Mario Marín, representado por la figura del “góber precioso”. No había más qué decir: Acción Nacional con Antonio Sánchez Díaz de Rivera ganaría una elección de trámite. Sin embargo, los poblanos decidieron que la presidenta municipal fuera Blanca Alcalá a pesar de representar al PRI, al mismo partido que el señor Marín.

Las elecciones pues, son una caja de sorpresas. Javier López Zavala llevaba una ventaja en las encuestas de 7 puntos y terminó perdiendo por 8 puntos. Así es que nada escrito aun, porque el comportamiento electoral es de lo más inseguro que existe.

El Verdugo

Dos días antes de la elección del 2010 Mario Marín reunió a su gabinete (secuaces, cómplices, lacayos y demás). Ese viernes por la mañana les aseguró que la elección iba a ganarla y Zavala sería su sucesor. El Verdugo dice: una cosa es lo que dicen los gobernantes y otra, los electores.

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